Ya sea por un diagnóstico inesperado, una enfermedad crónica o el envejecimiento, millones de personas alrededor del mundo necesitan de cuidado permanente en sus casas. Y muchos cuentan con el apoyo abnegado de sus familiares que se ofrecen a hacer lo que sea necesario para atenderlos. Sin embargo, esta responsabilidad suele ser un trabajo demandante que puede aislar y agobiar a la persona a cargo.
“Lo más importante es no tratar de hacerlo todo a la perfección. Eso es imposible y sólo aumentará el estrés. Si tú no estás bien, no podrás cuidar a otro”, dice Raquel Gómez, licenciada en tecnología médica en la especialidad de terapia física y rehabilitación. Muchas veces quienes cuidan de sus padres ancianos o algún familiar enfermo tienden a ignorar sus propias necesidades. Además, no comparten sus preocupaciones ni angustias porque sienten culpa o temen ser incomprendidos.
En la actualidad, las personas que tienen que asumir cuidar a familiares enfermos son cada vez más jóvenes. En Estados Unidos, por ejemplo, un tercio de quienes cuidan a personas con las que viven son menores de cuarenta años y un 6% tiene veintitrés o menos. Además, al ser las familias menos numerosas que antes, hoy son pocos los hijos que tienen más de dos hermanos con quienes compartir responsabilidades.
Por eso, en Salud con Lupa hemos reunido algunas recomendaciones para quienes tengan a su cargo la salud y bienestar de un ser querido.
Infórmate bien y escucha a los doctores: Para Irma Matías, enfermera del Hospital Hermilio Valdizán, lo primero que debes hacer es asegurarte de las actividades que realmente puedas asumir tú y las que solo puede realizar un profesional de la salud. También es importante que preguntes todo lo que sea necesario al doctor sobre los medicamentos, chequeos médicos, alimentación y descanso del paciente. Anotar estas indicaciones en un cuaderno te ayudará a llevar un registro exacto.
No trates de hacerlo todo solo: Si tienes familiares cercanos con quienes compartir la responsabilidad de cuidar a tu ser querido, conversa con ellos. No asumas que nadie más podrá colaborar. Cuidar de una persona con una enfermedad que la ha debilitado mucho o la ha vuelto dependiente es agotador. Reconocer eso desde un inicio ayuda a que la familia pueda organizar un plan de acción que perdure en el tiempo.
Reorganiza tu tiempo: Para Amy Goyer, vocera del cuidado del adulto mayor y personas con discapacidades en Estados Unidos, quienes cuidan a un familiar enfermo deben reconocer que es una labor demandante y por ello designarle su propio tiempo y recursos. “Cuidar a otra persona, así sea alguien que amas, es algo que debes planear y organizar dentro de tu vida. Hacerlo te ayudará a estar más preparado para las dificultades”, señala.
Concéntrate en el bienestar: Trata de cuidar la salud física de tu familiar sin olvidarte de su bienestar emocional. Presta atención a las medicinas, los horarios y la calidad de las comidas pero no te obsesiones con hacerlo todo a la perfección. En muchos casos, mantener la calma y pasar un buen rato fortalece al paciente. La parte médica le corresponde sobre todo a los doctores.
No invalides tus emociones: Sentir culpa es común entre quienes cuidan a un ser querido. Experimentan culpa por sentirse cansados, fastidiados o frustrados. Sin embargo, recuerda que esta situación también es dolorosa para ti. Ver a alguien que amas debilitarse puede ser muy impactante. Trátate con compasión y busca a alguien de confianza con quien desahogar tus sentimientos.
Acepta ayuda: La licenciada en terapia física Raquel Gómez considera que pequeñas acciones, como que un amigo lleve a caminar por unos minutos al paciente o haga las compras de la semana, pueden aliviar la tensión del cuidador. “Recuerda que no existe el cuidador perfecto. Piensa que estás tomando las mejores decisiones posibles en todo momento”, aconseja.
Si estás cuidando de un ser querido es muy probable que antepongas sus necesidades a las tuyas. Los profesionales de la salud mental reconocen que hay una sensación de satisfacción y calma al atender a otros. Sin embargo, es necesario no perder el equilibrio. Alimentarte bien, dormir lo suficiente y compartir tiempo con otras personas te fortalecerán para que puedas seguir velando por la vida de otro sin descuidar la tuya.