Cuando Amanda Stern tenía cuarenta y tantos años, ya no padecía depresión clínica y sus ataques de pánico, que habían empezado en su infancia, casi habían desaparecido; sin embargo, en lugar de sentirse más feliz, narró: “Me sentía envuelta en una tristeza infinita y llana”.
Confundida, recurrió a su terapeuta, quien le sugirió que padecía distimia, una versión leve del trastorno depresivo persistente (PPD, por su sigla en inglés).
Stern, una autora que vive en la ciudad de Nueva York, escribe habitualmente sobre la salud mental, pero jamás había escuchado ese término. Pronto se dio cuenta de que había padecido distimia durante décadas. “En este momento ya no la padezco”, agregó, “pero imagino que en algún momento la padeceré de nuevo”.
Stern decidió escribir sobre el tema en su boletín, How to Live, donde describe qué se siente vivir en un estado “de ‘vacío’ constante” y comparte las herramientas que le ayudaron a sentirse mejor con el tiempo.
No comprendemos muy bien por qué algunos casos de depresión persisten, pero el New York Times les pidió a los expertos que compartan su conocimiento al respecto.
¿Qué es el trastorno depresivo persistente?
El trastorno depresivo persistente es una depresión crónica que dura al menos dos años en el caso de los adultos. Como sucede con muchos tipos de enfermedades mentales, tiene distintos niveles de gravedad.
El término “distimia”, un vocablo griego que significa “estado de ánimo decaído”, malhumor” o “abatimiento”, ya no está incluido en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, por su sigla en inglés), pero algunos profesionales de la salud mental lo siguen usando para referirse a un tipo leve del PPD.
Marnie Shanbhag, directora sénior de consulta independiente de la Asociación Estadounidense de Psicología, aseveró que el PPD menos grave suele diagnosticarse cuando las personas acuden a terapia por otro problema, como problemas conyugales o estrés laboral, y revelan que sienten una tristeza continua y de bajo nivel, monotonía o insensibilidad emocional.
Es posible que no parezca haber una razón para esto. “Te sientes ‘indiferente’”, comentó Shanbhag. “Y te acostumbras a estar así”.
Para Stern, la depresión clínica “me noquea. No puedo levantarme de la cama, bañarme, comer o pasear a mi perro”; sin embargo, con la distimia puede seguir funcionando. Por ejemplo, tal vez no tenga ganas de lavar los platos, pero “no se sentirá aniquilada” por la tarea.
Quienes padecen el tipo más grave de PPD, que anteriormente recibía el nombre de trastorno depresivo mayor crónico, a veces son incapaces de levantarse de la cama tras una noche de insomnio, pierden el apetito, tienen tantas dificultades para concentrarse que no pueden terminar su trabajo o se sienten demasiado agotados para limpiar la casa o preparar la cena, explicó Paul Appelbaum, profesor de psiquiatría de la Universidad de Columbia y líder del grupo que supervisa las revisiones del DSM.
Se calcula que cerca del 2 por ciento de los adultos en Estados Unidos han padecido alguna forma de PPD en el último año, y se cree que es más frecuente entre las mujeres que entre los hombres. No obstante, es difícil conocer su alcance total porque, según los expertos, el trastorno tiende a estar infradiagnosticado.
¿Cómo se diagnostica?
El PPD se diagnostica en adultos que dicen sentirse deprimidos “la mayor parte del día y más días de los que no lo están”, durante al menos dos años, explicó Appelbaum. Si encuentran alivio a sus síntomas, añadió, este no dura más de dos meses.
Los niños y adolescentes también pueden padecer PDD. (Para hacer un diagnóstico, dijo Appelbaum, los síntomas tendrán que haber durado al menos un año).
“Al igual que otros tipos de depresión, causa un malestar o deterioro importantes, y se asocia a un mayor riesgo de suicidio”, afirmó Appelbaum.
Los pacientes con este trastorno también presentarán al menos dos de los siguientes síntomas:
— Falta de apetito o comer en exceso
— Insomnio o somnolencia diurna excesiva
— Poca energía o fatiga
— Baja autoestima
— Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones
— Sentimientos de desesperanza
¿Cómo se trata?
El PPD suele tratarse con terapia y antidepresivos.
No hay una cura, pero las personas pueden llegar a estar “asintomáticas y la intensidad de las recurrencias, si las hay, se minimiza”, señaló Appelbaum.
Dado que el PPD puede ser persistente —y no siempre altera la vida cotidiana del paciente—, quienes padecen el trastorno asumen que sus síntomas depresivos más leves son solo rasgos de su carácter.
“Es difícil convencer a las personas de que no son solo los negativos de la familia o los que siempre están de mal humor”, aseveró Jessi Gold, psiquiatra de San Luis, pero si alguien presenta angustia o síntomas que interfieren con la vida diaria, entonces es lógico buscar tratamiento en lugar de limitarse a decir: “Así soy yo”, añadió.
Stern se siente identificada. Cuando sus allegados le preguntaban cómo estaba, ella respondía que bien, pero, según narró, “una profunda tristeza se apoderaba de mí y me hacía saber que no estaba bien en absoluto”.
Stern instó a buscar ayuda a quienes se sienten constantemente desmotivados, apáticos o sin interés por las cosas que disfrutaban antes.
“Tal vez te sientas solo, pero no lo estás”, concluyó Stern.
c.2023 The New York Times Company