El impulso de crear una comida a veces llega por oleadas. El domingo te pasas horas estofando costillas y el jueves no tienes la fuerza de voluntad ni para hacer ramen. Cuando eso pasa, es bueno tener un congelador lleno de, pues costillas estofadas. Es más barato que pedir comida a domicilio, no necesitas invertir casi nada de energía en recalentar y se siente como un acto de cuidado, tu “yo” del pasado que cuida a tu “yo” del presente.
El congelador es la mejor fuente de platillos precocinados, comidas caseras que solo hay que calentar y, desde luego, postres para cuando se te antoja algo dulce. (Además de que es un excelente lugar para guardar muchos ingredientes).
Y apilar platos en el congelador es tan sencillo como saber qué se conserva mejor y cuándo comerlo.
¿Qué puedo congelar?
Se puede congelar cualquier cosa, aunque algunos alimentos son más adecuados que otros y todos empiezan a perder sabor, textura y aroma con el tiempo. Así que no es exactamente una cuestión de si se puede, sino de si se debe.
La forma en que el agua se convierte en hielo determina en gran medida lo que conviene congelar. Cuando los ingredientes frescos con mucha agua se congelan, sus paredes celulares se rompen, alterando su textura. La cocción hace algo parecido, por eso, con sus paredes celulares rotas, los platillos total o parcialmente preparados mantienen su integridad en el congelador.
¿Cuánto tiempo debo congelar algo?
La respuesta corta es un año como máximo, no porque la comida se estropee, sino porque tendrá un sabor triste. (Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades tienen una tabla de almacenamiento de alimentos en frío, para plazos más precisos). De dos a seis meses es mejor para garantizar la calidad. También lo es envolver bien los alimentos. La exposición al aire helado hace que los alimentos se deshidraten y se vuelvan más duros e insípidos (lo que se conoce como quemadura por congelación). El oxígeno de ese aire también puede oxidar los alimentos y hacer que las grasas se vuelvan rancias. Sigue estos consejos para un almacenamiento ideal de los alimentos y asegúrate de etiquetar y fechar cada artículo con cinta adhesiva o de pintor y un marcador permanente, para que no estés preguntándote qué es cada cosa.
¿Cuánto tiempo aguanta la comida?
Mientras el congelador esté a una temperatura igual o inferior a cero grados, las bacterias no pueden desarrollarse. La mejor forma de saber si algo está en buen estado es olerlo y tocarlo una vez descongelado. Si huele a podrido o rancio, y no tiene la textura que debería —piensa en pescado blando y harinoso—, tíralo a la basura. Si no estás seguro, prueba un poco. Si sabe bien, disfrútalo.
Pero recuerda: el congelador no es una máquina del tiempo. Si se mete en el congelador un guiso sobrante que está a punto de echarse a perder, al descongelarse no se va a convertir en un platillo impecablemente fresco. Una vez descongelado, volverá a su estado desagradable.
¿Cuáles son los mejores alimentos para congelar?
Sopas, guisos y estofados: Cualquier cosa líquida, blanda o que viene en salsa se mantiene intacta en el congelador. Los caldos, las sopas (cremosas, con trozos o caldosas) y los guisos de todo tipo (desde el curry hasta los chilis) pueden guardarse en recipientes herméticos resistentes con al menos un centímetro de espacio en la parte superior. La carne estofada o las verduras como las acelgas deben cubrirse uniformemente con su salsa. Las albóndigas se conservan especialmente bien si se guardan en salsa, y los frijoles recién hechos mantienen su textura cremosa y tierna si se guardan en su líquido almidonado de cocción a fuego lento.
Lo ideal sería descongelarlos durante la noche en el refrigerador, pero estos platos pueden descongelarse con rapidez si se sacan directamente del congelador. Pon el recipiente herméticamente cerrado bajo un chorro de agua caliente hasta que se desprenda el bloque de hielo y luego colócalo en un cazo. Añade un par de centímetros de agua, ponlo a fuego medio-alto, tápalo y cuece a fuego lento, rompiendo de vez en cuando el hielo, hasta que todo burbujee uniformemente durante unos minutos.
Guisos y tartas dulces o saladas: La lasaña y todo lo que se le parezca —carne, verduras o algún almidón en capas con salsa— son héroes del congelador. Los guisos ya cocinados pueden envolverse bien en sus platos, luego desenvolverse, cubrirse con papel de aluminio y calentarse en el horno. Las sobras pueden dividirse en porciones y guardarse en recipientes más pequeños, luego puedes sacarlas y meterlas en el microondas u hornearlas hasta que hiervan. Un guiso con componentes cocidos, como salsa de tomate y carne o crema de brócoli y arroz, puede montarse en el plato, envolverse y congelarse, y luego cocinarse en el horno.
Las tartas de doble corteza deben prepararse con la masa cruda y el relleno refrigerado. Todo ello debe congelarse destapado hasta que esté duro como una roca, y luego envolverse bien hasta que se hornee en su estado congelado. La quiche debe hornearse por completo y congelarse entera o en porciones. Descongélala en el refrigerador y luego caliéntala en el horno.
Todo tipo de dumplings: Todas las delicias de dos bocados envueltas en masa (“pot stickers”, samosas, mandu, pierogies, lumpia, rollitos de pasta filo y platillos similares) entran en una categoría especial de alimentos aptos para el congelador. Todos pueden prepararse con rellenos crudos o cocidos y congelarse sin tapar en una bandeja hasta que se endurezcan, antes de transferirlos a recipientes herméticos. Luego se pueden hervir, freír, cocer al vapor, sofreír u hornear directamente desde su estado congelado.
Postres: Los dulces caseros tienen que complementar tu reserva de helados. El merengue, la gelatina, los postres de nata como los trifles y los productos delicados horneados como los bizcochos o los tuiles no aguantan bien, pero casi todos los demás postres sí. Las galletas pueden congelarse como masa o totalmente horneadas. Las bolas y las rebanadas de masa deben meterse al horno congeladas; las galletas listas para comer saben frescas cuando se calientan en un horno tostador. Los pasteles y panes pueden conservarse enteros o en rebanadas, y los que tienen una miga muy fina se conservan especialmente bien.
Los cupcakes, brownies y otras barritas, wafles, hojaldres de crema sin relleno (y sus primos, los gougères salados) se conservan bien en recipientes herméticos y se descongelan rápidamente a temperatura ambiente. En el caso de los productos destinados a consumirse calientes, una pasada rápida por el horno tostador refresca su textura crujiente.
Abastecer un congelador puede parecer una tarea para planificadores minuciosos, pero es muy útil para quienes no trazan un plan de comidas semanal. Cuando hayas hecho mucha cantidad de un platillo que se congela bien, envuelve bien las sobras y mételas al congelador. Y cuando estés demasiado cansado para cocinar, caliéntalas y deléitate con la comida que preparaste con tanto cariño.
c.2023 The New York Times Company