Cada día se aplican más vacunas en América Latina. Hasta el 26 de junio, según The World in Data, Chile y Uruguay ya habían aplicado al menos una dosis a poco más del 60% de su población; y les seguían Argentina (34%), Brasil (33%), México (23%) y Colombia (22%).
A pesar de ello, desde hace semanas varios de estos países enfrentan un dramático aumento de nuevos contagios. Entre abril y junio, Argentina, Colombia, Brasil, Uruguay y Costa Rica, entre otros, han experimentado el mayor número de casos registrados (más de 2.000 al día aprox) desde que inició la pandemia.
Y lo mismo ocurre con las hospitalizaciones. De acuerdo con los datos del gobierno colombiano, el porcentaje de camas ocupadas en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) es del 97.4% mientras que las camas en hospitales en general están ocupadas en 90.6%. En Argentina, según datos del Ministerio de Salud, el porcentaje de camas ocupadas en terapia intensiva es de 72.8%, mientras que en Brasil esa cantidad supera el 80%.
Irónicamente, Chile y Uruguay, los dos países de la región con el mayor porcentaje de personas vacunadas, son también dos de los más impactados por esta nueva ola de contagios.
En Uruguay, de acuerdo con su último reporte epidemiológico (13 de junio), el mes de mayo de 2021 fue el peor en términos de infecciones e ingresos a UCIs, además de una cifra récord en su tasa de mortalidad: 140 por cada 100.000 habitantes. A inicios de junio, el médico José Luis Fajardo dijo a Euronews que ocho de cada 10 pacientes intubados fallecían en ese país. Por su parte, de acuerdo con su reporte del 26 de junio, en Chile se registran días con más de 8 mil nuevos casos y, hasta inicios de junio, el porcentaje de camas ocupadas en UCIs superaba el 95%.
La región enfrenta un escenario complejo. Pero, a pesar de lo contradictorio que pueda parecer, este aumento en los contagios no es resultado de la falta de eficacia de las vacunas sino, en realidad, de una combinación de factores que hacen que el impacto de la vacunación sea más lento o limitado.
La vacunación no avanza con la rapidez necesaria
Para que haya una disminución importante en el número de contagios es necesario vacunar a la mayor cantidad de personas (entre el 60% y 70% de la población, según especialistas) y en el menor tiempo posible, lo cual, dadas las limitaciones de infraestructura, accesibilidad y disponibilidad de vacunas, se ve lejano para la mayoría de los países.
Aunque Chile y Uruguay han logrado vacunar totalmente al 54% y 45% de su población, respectivamente, hasta el 24 de junio otras naciones como Honduras, Venezuela, Guatemala, Haití y Paraguay no habían vacunado ni al 2%.
Esto ha sucedido, en parte, porque la región tiene como común denominador una amplia desigualdad social y una mermada capacidad del Estado para atender los casos graves, por un lado, y, por otro, una gran dependencia del extranjero para poder acceder a las vacunas.
La directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa F. Etienne, señaló hace unos días que la región tiene una dependencia excesiva a las importaciones, lo cual es causa y consecuencia de la bajísima producción local de recursos sanitarios; solo el 4% de insumos médicos (incluidas las vacunas) se producen en América Latina y el Caribe, aseguró.
Pero hay otras variables que explican que el avance de la vacunación no esté controlando los contagios del todo. En los países en los que la infraestructura y la disponibilidad de vacunas es mejor, la cantidad de la población puede ser una limitante pues no es lo mismo vacunar a grupos pequeños, como el personal de salud o los adultos mayores, que a grupos poblaciones más amplios, como los menores de 50.
En el caso de Chile “la población objetivo menor a 50 años es cercana a los 9 millones de personas -tamaño seis veces mayor a la población de 70 y más años-, por lo cual es esperable que tome más tiempo lograr el aumento de cobertura en ese grupo etario”, dice su informe epidemiológico.
Así lo explica Christian García Calavaro, médico con doctorado en Salúd Pública de la Universidad de Pittsburg, Estados Unidos, y académico de la Universidad de Santiago de Chile: “Cuando hay grupos mejor protegidos pero son pequeños, la latencia en el efecto a nivel poblacional demora en reflejarse. En el resto de la población el virus sigue circulando, varios enferman y algunos de ellos lo hacen gravemente y fallecen, es lo que estamos viendo en Chile”.
De manera que, pesar de que haya una buena vacunación en ciertos grupos de población, el hecho de que quede una buena cantidad de personas susceptibles, hará que el virus siga circulando.
Por eso es que se siguen viendo contagios y hospitalizaciones en grupos poblacionales todavía no vacunados, como las personas menores de 50 años. Y al mismo tiempo, se registran disminuciones en las hospitalizaciones de los grupos de adultos mayores, vacunados en su mayoría.
En México, por ejemplo, según el medio de periodismo de datos Serendipia, entre febrero y junio de 2021, “las muertes por covid-19 de adultos mayores disminuyeron en 28 por ciento. Este periodo coincide con la campaña de vacunación contra esta enfermedad en el grupo de edad integrado por personas mayores de 60 años”.
Entre más lenta es la vacunación, más posibilidad hay de que lleguen nuevas variantes
El hecho de que el proceso de vacunación avance lentamente tiene consecuencias. Una de las más importantes, y que puede dificultar la disminución de contagios, es la llegada de nuevas variantes que puedan hacer que el virus se replique más rápidamente.
La Organización Mundial de la Salud las categoriza como variantes de interés (VOI), si son más contagiosas, o de preocupación (VOC), si además de producir más contagios también generan enfermedad más severa o una posible resistencia a las vacunas disponibles.
La variante C.37 (Lambda), registrada en Perú a finales del 2020, tiene la categoría de VOI. Pasó de unos cientos de casos en diciembre de 2020 a convertirse en la variante dominante del país, responsable de más del 80% de los contagios y reportada ya en otros siete países de América Latina y el Caribe.
Hay otras variantes en la categoría VOC, como la P.1 (Gamma), reportada por primera vez en Brasil en noviembre de 2020 y, más recientemente, la variante B.1.617.2 (Delta), originada en la India en octubre de 2020, responsable de la más reciente alza de decesos en ese país, que ya se ha reportado en países como Argentina, Chile, México y Perú.
El hecho de que hayan aparecido las variantes en esas zonas no es fortuito. Lo que se ha visto es que las variantes suelen aparecer en lugares densamente poblados y donde la tasa de vacunación es baja. Hasta ahora, no ha aparecido una variante para la cual no funcionen las vacunas disponibles, pero es cierto que mientras que el virus siga circulando, habrá mayor posibilidad de que suceda.
Por eso, para Christian García Calavaro, una de las tareas pendientes para la región es aumentar la trazabilidad, es decir, buscar e identificar casos para cortar la cadena de transmisión. “Esto es como los incendios forestales, cuando los bomberos apagan un gran incendio quedan atentos a pequeños focos para actuar rápidamente y evitar que ocurra otro. Eso es exactamente lo que debemos hacer nosotros con los casos de coronavirus”.
Aunque se vacune a mucha gente, los contagios seguirán si no hay medidas sanitarias
Los números de nuevos casos en varios países de América Latina muestran claramente que las vacunas no son la varita mágica para detener la transmisión del virus. Los especialistas coinciden en que, para que los contagios disminuyan, la vacunación debe ir acompañada de una contención de movilidad y de las medidas sanitarias conocidas: lavado de manos, sana distancia y uso de cubrebocas.
La razón es que las vacunas tienen una gran capacidad para impedir que las personas desarrollen enfermedad grave y mueran por covid-19, pero no tienen el mismo poder para impedir que las personas se infecten. Y, como ya se sabe, entre más infectados haya, más posibilidad que de que surjan otras variantes más contagiosas y que sea menos probable controlar la pandemia en poco tiempo.
Así lo explica la Organización Mundial de la Salud: “Aunque la vacuna contra covid-19 evitará enfermedades graves y la muerte, todavía no sabemos hasta qué punto evita que te infectes y transmitas el virus a otras personas. Cuanto más permitamos que el virus se propague, más oportunidades tendrá el virus de cambiar”.
Por eso resulta tan importante reforzar las medidas sanitarias una vez que las personas están vacunadas en vez de relajarlas, como han hecho varios países.
“En Chile, se dieron ciertas facilidades y permisos oficiales para trasladarse de un lugar a otro, y lo que se vio en verano es que en los lugares más turísticos aumentaron los casos y en marzo empezamos a ver esta nueva ola de contagios, justamente a la vuelta de vacaciones”, dice García Calavaro.
“Las personas siguen la norma, el problema es que la norma permite la movilidad a través de permisos para actividades que no son esenciales o que podrían realizarse a la distancia (…) Ahí ha estado el error: en el diseño de esa política pública”, dijo el especialista.
En otros países ocurren políticas similares. En Colombia, el plan de reapertura económica del gobierno ha implicado la reapertura de cines y grandes eventos como conciertos con aforo limitado, a pesar de que más de 130 organizaciones médicas han exigido el fortalecimiento de medidas.
“A pesar de que en América Latina se encuentran nueve de los 10 países con más muertes diarias de covid-19 per cápita, la mayoría de los gobiernos no están respondiendo con medidas de salud pública más estrictas, como los cierres”, expone un artículo publicado en The British Medical Journal.
Vacunar no es suficiente. La eficacia de las vacunas, probadas en miles de personas en diferentes países, puede ayudar a que menos personas mueran por covid-19, pero los especialistas de América Latina ya pueden asegurar que si no es acompañada por políticas de salud pública que contengan la movilidad, la región seguirá lejos de controlar la pandemia.