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Tomar bebidas frías no te da gripe ni dolor de garganta

Contrario a lo que se suele pensar, beber líquidos o alimentos fríos no afecta la salud ni provoca infecciones respiratorias. Es más probable que una persona enferme por respirar aire frío durante mucho tiempo que por los efectos de una bebida congelada.

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Foto: Freepik

Para muchos, no es extraño haber crecido escuchando a nuestros padres alertarnos sobre las bebidas frías -o alimentos como el helado o el hielo- para evitar un resfriado o una infección en la garganta. Si enfermas en invierno es porque “seguramente bebiste cosas frías”, nos solían decir. Y aunque se considera una idea generalizada, la realidad es que no tiene fundamento científico. La evidencia muestra que lo que comemos, por muy frío que esté, no tiene prácticamente ningún impacto en que enfermemos. En la mayoría de los casos en los que una persona adquiere un resfriado es por la presencia de algún virus y el contacto con otras personas, más que con lo que come o bebe.

Una de las posibles razones de que persista la idea de que las enfermedades respiratorias (el resfriado común, faringitis, laringitis, bronquitis aguda, sinusitis, o neumonía) surgen por el frío es el hecho de que miles de personas enferman durante las temporadas invernales. Simplemente en Europa mueren alrededor de 250 mil personas cada año debido a las infecciones respiratorias durante el invierno.

Pero más que las bebidas frías, las causas tienen que ver con otras situaciones. De acuerdo con un artículo del investigador W. R. Keatinge, hay dos elementos importantes: por un lado, durante el invierno la gente suele reunirse en lugares cerrados y poco ventilados, lo cual aumenta la posibilidad de que ocurran infecciones cruzadas; y, por otro lado, el enfriamiento de la mucosa de la parte superior del tracto respiratorio reduce su habilidad de responder a infecciones. Por lo tanto, más que cuidarnos de las bebidas frías, es mucho más pertinente mantenernos abrigados y proteger a nuestra nariz del aire frío.

El mito sobre los productos fríos

En un artículo publicado en 2015, los investigadores del Reino Unido Eccles y Wilkinson revisaron la evidencia publicada hasta el momento sobre las formas en las que el frío puede tener efectos en una persona, como son: el enfriamiento de la nariz y del tracto respiratorio superior al respirar aire frío, y el enfriamiento de la boca y del tracto digestivo superior por la ingestión de bebidas y alimentos fríos.

Tras analizar distintos artículos, los autores concluyen que la ingesta de bebidas o alimentos fríos no provoca infecciones. “No se ha encontrado ninguna evidencia científica o clínica que apoye la idea de que la ingesta de productos fríos, como los helados, predisponga al dolor de garganta o al resfriado común. Por el contrario, en lugar del dolor de garganta existe un uso tradicional de productos fríos como el helado y los caramelos de hielo como terapia para reducir el dolor postoperatorio de la garganta tras una amigdalectomía en los niños”, explican.

Esto es así porque los alimentos fríos disminuyen la temperatura de las terminaciones nerviosas del dolor en la garganta y, por otro lado, encienden los receptores del frío conocidos como TRPM8 (las siglas del termorreceptor de potencial transitorio subfamilia melastatina número 8). Cuando estos receptores se activan con temperaturas inferiores a los 25°C, se produce un efecto analgésico. De ahí que el mentol, por ejemplo, un estimulante de los receptores del frío TRPM8, sea también uno de los tratamientos más populares para el dolor de garganta.

El médico Andi Khomeini Takdir Haruni coincide en la falta de sustento científico para culpar a las bebidas frías de los resfriados: “No existe una correlación directa entre consumir hielo o bebidas frías, y la tos, los resfriados o la gripe (…) La baja temperatura corporal no causa la gripe o la tos. Son causados por muchas cosas, pero la mayoría de las veces por los virus”, dijo en una entrevista a Vice.

Resulta que hay virus que suelen circular más en la temporada invernal, como los de la influenza (A H1N1 o A H3N2), parainfluenza (que provoca bronquiolitis, bronquitis y algunos tipos de neumonía), sincicial respiratorio (causa infecciones en los pulmones y vías respiratorias en niños pequeños y adultos mayores) o adenovirus (causan enfermedades respiratorias y otras, como las gastrointestinales). De manera que en invierno coinciden dos situaciones: por un lado, estos virus circulan con mayor regularidad y, por otro, las personas se reúnen en espacios cerrados y mal ventilados, lo que propicia un escenario perfecto para su contagio, tal y como lo vimos con el virus SARS-CoV-2 que provocó la pandemia.

Los efectos de respirar aire frío

Si bien no son los alimentos fríos los que nos enferman, sí hay algunos estudios que plantean una posible relación entre respirar aire frío y la incidencia de algunas enfermedades respiratorias: cuando respiramos, calentamos y humedecemos el aire conforme pasa a través de la nariz y las vías respiratorias. Eccles y Wilkinson plantean que “cada día nuestra nariz calienta, filtra y humidifica unos 14.000 litros de aire cada día. Este aire contiene polvo contaminado con material infeccioso, como virus, bacterias y hongos”, por lo que la nariz y las vías respiratorias superiores suelen ser las zonas del cuerpo más vulnerables a infecciones.

Para defenderse de ellas, tienen dos mecanismos de defensa principales: por un lado, la limpieza mucociliar, que es cuando la mucosa nasal se autolimpia a través del movimiento continuo de la capa de moco que recubre las vías respiratorias y, por otro lado, la respuesta inmunitaria innata local que incluye a los leucocitos fagocíticos, que son los que eliminan partículas invasoras como virus y bacterias. “De manera que el enfriamiento de las vías respiratorias compromete estos dos mecanismos de defensa respiratoria y predispone a la infección respiratoria”, explican. Respirar aire frío “ralentiza la limpieza mucociliar e inhibe la fagocitosis de los leucocitos”.

Así que hay diferencias importantes entre los efectos de comer algo frío y respirar aire frío. Mientras que el enfriamiento de la boca y la garganta por ingerir alimentos y bebidas frías dura unos cuantos minutos, el enfriamiento de las vías respiratorias por respirar aire frío involucra más tiempo, mayor cantidad de aire frío en el cuerpo y, en consecuencia, más efectos sobre las defensas que tiene el organismo contra infecciones respiratorias.

Cómo sí evitar un resfriado

Lo que muestran los estudios es que la mejor forma de reducir los impactos del frío en la salud es reducirlo, procurando ambientes cálidos en interiores, así como usando ropa adecuada en exteriores. Keatinge explica que un buen ejemplo son los habitantes de las regiones más frías del mundo, que se toman muy en serio el objetivo de mantener el calor tanto en el interior como en el exterior: “Los habitantes de Yakutsk, en el este de Siberia, la ciudad más fría del mundo, llevan una enorme cantidad de ropa de piel con muchas capas por debajo, y no muestran un aumento de la mortalidad cuando la temperatura desciende hasta los -48°C”.

Como ya explicamos, dado que respirar aire frío sí puede aumentar la incidencia de enfermedades gripales, como el resfriado común o la bronquiolitis (cuando se acumula moco en las vías aéreas más pequeñas de los pulmones, conocidas como bronquiolos), Eccles y Wilkinson proponen cubrir la nariz, de manera que las vías respiratorias no queden expuestas a la temperatura del ambiente.

Otro elemento importante, y que exige la atención de las autoridades sanitarias de cualquier país, es la mejora de las condiciones de vida en las zonas con temperaturas más extremas. “Las casas más cálidas, la mayor disponibilidad de coches privados o un mejor abrigo mientras se espera el transporte público al aire libre, han contribuido al deceso de mortalidad durante el invierno”, explica Keatinge. Por lo tanto, es importante proveer de políticas de salud que permitan que cualquier individuo pueda enfrentar el frío, sobre todo los que viven en condiciones más vulnerables.

Finalmente, la mejor respuesta ante varios virus que producen enfermedades respiratorias son las vacunas. La viróloga Andrea Rivas, de la Universidad de San Sebastián, en Chile, plantea que si bien “el contagio de influenza es relativamente fácil, ya que se transmite por aerosoles, es decir, a través de partículas y secreciones de aire de una persona enferma (…) si uno se encuentra inmunizado contra el patógeno, existe una barrera formada por el sistema nervioso que fue estimulado y que protege contra la enfermedad”. Por lo tanto, si queremos evitar las enfermedades respiratorias, vacunarnos, abrigarnos cubriendo la nariz y evitar los espacios cerrados, concurridos y con mala ventilación, pueden ser recomendaciones mucho más efectivas que evitar las bebidas frías a toda costa.

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