En el Perú, el 61% del gasto de bolsillo para cubrir una atención médica se hace en farmacias, centros de diagnóstico y laboratorios. La mayoría resuelve una dolencia en la botica más cercana a su casa y constata ahora que los precios de las medicinas suelen ser cada vez más altos. ¿Por qué? El principal factor es el poder del monopolio de cadenas de boticas y el desamparo en el que quedaron los usuarios frente a los abusos de un grupo empresarial en una posición de privilegio.
En el 2018, cuando el Grupo Intercorp se fusionó con su competidor Quicorp, se hizo dueño del 83% de cadenas de boticas del país. Ese mismo año, el Colegio Químico Farmacéutico de Lima y diversas organizaciones civiles advirtieron que la posición de dominio de Intercorp era un riesgo potencial de abuso contra los consumidores. Se plantearon entonces mecanismos para vigilar los precios de las medicinas, pero el debate fue relegado en el Congreso de la República.
Un estudio realizado por OXFAM un año después de la fusión empresarial de las cadenas de boticas advirtió una primera maniobra perjudicial para los consumidores: Mifarma e Inkafarma- cadenas ahora de propiedad del Grupo Intercorp- ofrecen primero los medicamentos genéricos de sus propias marcas a precios más altos que los genéricos que ya existían en el mercado. Esta situación ha continuado y se agravó durante el estado de emergencia por la pandemia de COVID-19, como informamos en un reportaje publicado el 7 de mayo pasado.
Este tipo de maniobra y el incremento de precios sin justificación no son sancionados por el Estado. Las normas que sancionan el abuso de posición de dominio en el Perú no comprenden las prácticas explotativas contra del consumidor, como los precios abusivos. “Tenemos un grave problema, el Instituto Nacional de Defensa del Consumidor y de la Propiedad Intelectual (Indecopi) no está defendiendo al consumidor, sino a las empresas. Su propia norma no expresa lo que el nombre de la institución significa”, dice Javier Llamoza, decano del Colegio Químico Farmacéutico Departamental de Lima.
En esta entrevista, Llamoza, farmacéutico de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica e investigador en Acción Internacional para la Salud, plantea mecanismos de regulación de precios para bienes tan esenciales como los medicamentos.
¿Cómo funciona el negocio de las cadenas de boticas?
En los años noventa se creó la denominación botica y se le dio a todas las personas la oportunidad de abrir y administrar este tipo de negocio con la condición de que contrataran a un farmacéutico para que se haga cargo del rol sanitario. Así aparecieron decenas de boticas y cadenas de boticas en el país. Las cadenas tienen una ventaja sobre las boticas y las farmacias individuales de barrio porque al tener una economía de escala, es decir, al comprar al por mayor, adquieren los productos a un precio mucho más bajo comparados con una farmacia pequeña. Así se fueron posicionando y ganando terreno.
Antes del 2018, las cadenas de boticas eran una vitrina para vender medicamentos. Los nuevos fármacos que desarrollaban las grandes farmacéuticas como Bristol, GSK, Roche o Abbott eran colocados en las cadenas de boticas, que tenían convenios para venderlos y obtener un porcentaje de ganancias. Los laboratorios nacionales también colocaban en estas cadenas sus genéricos. Hasta ese momento muy pocas cadenas maquilaban.
¿Qué significa maquilar?
Quiere decir que los dueños de las cadenas de boticas encargan a laboratorios que fabriquen medicamentos genéricos y luego les ponen sus propias marcas. Por ejemplo, encargan naproxeno y lo venden con su marca. Así le fijan un precio más alto que el genérico que ya existía en el mercado.
¿Antes del 2018 quiénes hacen esto en el Perú?
Pocas empresas. Lo hacía Quicorp, que era dueño de las cadenas de boticas Mifarma, BTL y Fasa; es decir, de dos laboratorios y la distribuidora más importante del país: Química Suiza. Ellos podían maquilar. Pero en ese momento solo maquilaban pocos productos.
Con la fusión del Grupo Intercorp y Quicorp se volvió una práctica constante y perjudicial para los usuarios...
Sí, en febrero de 2018, frente a la ausencia de una ley que prevenga las fusiones y adquisiciones empresariales, el Grupo Intercorp pudo absorber a su competidor Quicorp que tenía tres cadenas de boticas, dos laboratorios y una gran distribuidora. Con esa operación logró concentrar el 83% de las cadenas de boticas del país y obtuvo una posición de dominio de este mercado.
¿Qué cambios tuvo esa fusión para el negocio de las cadenas de boticas y para los usuarios?
Comenzaron a maquilar muchos más productos y a ofrecer como primera opción de compra sus propios medicamentos. Las cadenas de botica dejaron de ofrecer los medicamentos de otros laboratorios que antes eran sus proveedores porque no tenía sentido vender productos de sus competencia. Eso impactó en la industria farmacéutica nacional porque la ventana para colocar muchos de sus productos eran las cadenas de boticas. Ahora estas preferían producir productos con sus propias marcas. Los usuarios se vieron perjudicados porque esta posición de dominio les permitió elevar sus precios.
Un usuario ya no puede comprar un medicamento sin antes tener que exigir al vendedor de la botica que ofrezca los precios de todos los productos genéricos...
Como ahora existe una posición de dominio, las grandes cadenas - Mifarma e Inkafarma- pueden colocar el precio que estimen conveniente a sus productos y muchas veces es mucho más alto del que tienen algunos genéricos que ya tenían una trayectoria en el mercado. Además, venden estos productos como primera opción. En el año 2019, Oxfam hizo un estudio con una muestra estadísticamente significativa que comparó qué es lo primero que se le ofrece a un ciudadano en una cadena de botica cuando va por un medicamento. La investigación demostró que lo primero que se ofrece es el genérico de su marca a un precio cinco o seis veces más alto del precio de los genéricos con trayectoria. No se ofrecen los productos de menor precio como primera opción.
¿Por qué los genéricos de “marca” de las cadenas de boticas son más costosos que los otros genéricos?
La diferencia de precios no es justificada porque ambos son genéricos. Incluso, en algunos casos, los genéricos de su marca y los genéricos de otros laboratorios fueron fabricados en el mismo lugar, en la misma máquina, pero aún así son más costosos. Por ejemplo, los laboratorios que fabrican nuevos fármacos cargan dentro del costo del producto el gasto por innovación y desarrollo (I+D). Incluso en este caso, el alto precio que le ponen al medicamento innovador es cuestionable. En el caso de los medicamentos genéricos que una cadena de botica maquila es peor. No invierte en estudios, no tiene patentes de exclusividad. Las cadenas de botica simplemente van al laboratorio, encargan un millón de tabletas y luego definen el precio que quieren colocarle a estos productos. Como en el Perú no existe una regulación de precios, pueden ponerle el precio que desean. El propio Ministerio de Salud puso esto en evidencia. No hay justificación para esos precios altos. Sin embargo, no hay sanción para las empresas que ponen precios abusivos.
¿Por qué el Indecopi no ha podido intervenir hasta ahora?
Vivimos en un sistema de libre mercado. Lo que te indica la ley es que se puede sancionar el abuso de posición de dominio que perjudique la competencia entre empresas, pero no prácticas explotativas contra los consumidores. Esto es algo ilógico. Indecopi significa Instituto Nacional de Defensa del Consumidor y de la Propiedad Intelectual. El nombre de este organismo debería cambiar porque no se está defendiendo al consumidor, sino a la empresa. Su propia norma no expresa lo que el nombre de la institución significa.
Ante esta situación ¿Qué reformas debería impulsar el Congreso?
Algo clave que ya estaba aprobado, pero que fue cuestionado y hasta ahora no termina de salir es la ley de control previo de fusiones empresariales para evitar que otros servicios y otros bienes se queden en las manos de una sola empresa. En el futuro, un inversionista puede venir, comprar todas las clínicas y tener una posición de dominio que abuse de los usuarios. El mercado debe tener varios operadores para que exista competencia.
El año pasado aprobó la ley de fusiones empresariales...
Sí. La ley fue aprobada, salió un decreto supremo, pero la Comisión Permanente del Congreso la cuestionó. Está en manos del Congreso aprobarla y ratificarla para evitar que otros servicios caigan en una posición de dominio que es riesgosa para cualquier economía.
¿Qué otras alternativas tenemos?
El Indecopi debe reestructurarse y comenzar a defender al consumidor.
Hay que pensar también en un mecanismo de regulación de precios. El Perú quiere entrar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y muchos de los países que integran la OCDE regulan los precios de sus fármacos.
Lo hacen porque son bienes esenciales...
Sí. Para ejercer el derecho fundamental, como el derecho a la vida, se debe ejercer el derecho a la salud y para lograrlo todos los medicamentos deben estar accesibles y disponibles. Si esto no ocurre, estamos atentando contra derechos fundamentales. El ciudadano siempre va a buscar la forma de comprar sus medicamentos cueste lo que cueste. Van a empeñar y vender, por ejemplo, cuando se trate de cáncer. Detrás de esa compra hay dolor y sufrimiento. Por eso, los países regulan el precio de los medicamentos. En el Perú tenemos que pensar la forma de cómo regular el precio. Para eso, el Estado, la sociedad civil y las empresas tienen que sentarse a dialogar y buscar la mejor forma de regulación. En Colombia, por ejemplo, se saca un promedio del precio de un medicamento tomando como referencia economías similares a las del país.
¿En el Perú, nunca se ha intentado regular los precios de los medicamentos?
Antes de los noventa había un control de precios, pero esa no es la solución. Lo que se debe hacer es regular el precio. Controlar un precio es poner un precio a todos por igual y no debe ser así. Hay flexibilidades que deben existir.
El 61% del gasto de bolsillo en el Perú para costear una atención médica se realiza en boticas, farmacias y laboratorios. ¿Por qué se da esta situación?
Si el ciudadano prefiere ir a una botica es porque detrás hay un sistema de salud que tampoco está funcionando bien. Hay que cambiar el modelo, el Estado tiene que asegurar la disponibilidad de medicamentos. Hemos atravesado por muchos años un desabastecimiento de fármacos que ha hecho que el ciudadano tenga que pagar de su bolsillo. Más del 70% de las recetas que se atienden en el mercado privado corresponden al sector público que, por muchas razones, no le entregó esas medicinas al paciente.
Desde el año pasado las boticas y farmacias del país deberían ofrecer primero genéricos, pero no se está cumpliendo del todo con esta medida...
Cuando ya estaba por salir el primer informe de cómo había resultado el proceso de la marcha blanca para que todas la boticas y farmacias comiencen a ofrecer los medicamentos genéricos de la lista fijada por el Estado empezó la pandemia y ya no se sabe si funcionó o no.
En medio del estado de emergencia, las cadenas de boticas han utilizado el delivery para vender sus productos e incluso a través de esta modalidad siguen direccionando la compra...
Sí. Todos los medicamentos que se ofrecen en las boticas y farmacias deben ser reportadas en el observatorio de precios de medicamentos de la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) para que el ciudadano pueda tener la información necesaria para tomar la decisión que más le conviene. Algo que detectamos es que cuando se pide el delivery, te dan una marca de un medicamento que ni siquiera aparece en el Observatorio y ahí hay una falta porque debería aparecer. Las boticas y farmacias están obligadas a subir la información. Tenemos que analizar qué está pasando. Probablemente en el delivery se están ofreciendo marcas que nunca se han reportado y esa es una falta grave.
Los vendedores de las cadenas de boticas tienen varias maniobras que perjudican a los usuarios...
Sí. Ellos practican varias estrategias que ya son sancionadas en el mundo. Por ejemplo, venden una caja completa de cierta marca de medicamento porque les dan una comisión. Eso induce a que ofrezcan el más caro o un medicamento que no necesariamente es el mejor para tratar al paciente. Pasa mucho con los fármacos que no requieren receta médica.
A raíz del reportaje de Salud con lupa, InRetail nos dijo en un breve correo que el Estado subvenciona las medicinas que se venden en sus farmacias y que las cadenas de boticas compran los productos a precios entre cinco y seis veces más altos que el Estado. ¿Esta es una razón válida para la diferencia abismal de precios finales que fijan para el consumidor?
No. En primer lugar, el Estado no subvenciona el precio de los medicamentos, lo que sucede es que compra a mayor escala y consigue menores precios. Ahora, las cadenas de boticas también compran a gran escala. Por eso, no es una justificación para la gran diferencia de precios que evidenciaron.