Hace cuatro días, la doctora Ángela Uyen cumplió años, en Bruselas, Bélgica, donde trabaja como asesora de políticas de salud en Médicos sin Fronteras, una organización internacional que vela por la integridad de poblaciones precarias. No hubo torta. Uyen se la pasó viendo televisión y charlando por videollamada con sus padres quienes viven en su Arequipa natal. Hace ocho meses que no sale de casa y que la vida es algo que se repite. Aunque reconoce que la cuarentena estricta ha impactado en su salud mental es consciente de sus privilegios. Más allá de su situación laboral, el Estado belga les ha dado todas las facilidades posibles a sus habitantes.
Facilidades que también quiere para su patria. “Quienes hacemos salud pública lo hacemos para que todos tengan el mismo acceso a la salud”, dice. Ahora que las jornadas de vacunación ya empezaron en el Perú, Uyen se alegra porque representa un alivio para los trabajadores de la salud, pero no deja de ser crítica con los grupos de prioridad en el Plan Nacional de Vacunación ni con el acaparamiento de las vacunas de parte de los países ricos.
Desde el inicio no ha estado muy de acuerdo con el Plan Nacional de Vacunación. ¿Cuáles son sus observaciones? ¿En qué cojea?
¿Cuál es el objetivo de nuestra estrategia? Primero es el qué quiero y luego cómo lo hago. Si lo que quiero es reducir mortalidad, darle un respiro a mi sistema de salud debo ir a quienes mueren más. A quienes ocupan más camas en el sistema de salud. En este caso son dos poblaciones claramente descritas desde el inicio de la crisis: personal de salud, porque tienen un riesgo de exposición ocupacional y los mayores de 60 años.
¿A qué apunta la estrategia del Ministerio? A la funcionalidad del Estado, cuando lo lógico es que la vacuna proteja de la muerte a quienes están muriendo más.
Sin embargo, los adultos mayores han sido considerados como segunda prioridad…
Así es. ¿A qué apunta la estrategia del Ministerio? A la funcionalidad del Estado, cuando lo lógico es que la vacuna proteja de la muerte a quienes están muriendo más. Han incluido a los trabajadores de salud, pero se han priorizado a los miembros de mesas electorales, las Fuerzas Armadas, la Policía, los serenos. Me hace pensar que se quiere llegar a una normalidad relativa. Por lo menos para las Elecciones Generales. Entiendo la coyuntura. Pero, ¿qué tanto riesgo biológico pueden tener los miembros de las Fuerzas Armadas, la Policía y los serenos? Son normalmente gente joven. No se los suele llevar la Covid-19. Pasa en mucha menor medida de lo que le ocurre a un anciano. Me parece que los estamos pasando a un segundo plano. Seguro dirán: ¿Qué tanta utilidad pueden tener para la población económicamente activa? No quiero ni pensar que ese sea el criterio.
Sería muy perverso por decir lo menos.
No es tan raro. Lo he visto en Bélgica. Aquí el Gobierno nos pidió ayuda en los geriátricos. Los geriátricos son el criterio número uno, porque es donde más gente se ha muerto en el mundo. Fuimos muchos a trabajar allí. Pero cuando el paciente se ponía mal y necesitábamos ir a un hospital uno llamaba para conseguir una cama y te preguntaban: ¿de qué edad es tu paciente? Si era muy mayor no te lo aceptaban. Es muy triste lo que ha sucedido en esta crisis porque el adulto mayor ha quedado completamente relegado. Se ha convertido en la última prioridad de la sociedad.
La sociedad está atentando contra sus padres, abuelos, y maestros.
En Perú lo que tenemos que pensar es… ¿vamos a inocular a una población joven que no tiene tanto riesgo de morir? Porque la transmisión va a continuar. Esto no va a prevenir la infección. No quiero ni pensar que la gente vaya a sentirse protegida con la vacuna y deje de usar mascarilla o se olvide de la distancia. Es un riesgo grande. Se puede instalar la idea del ‘ya estoy protegido’, incrementando la transmisión. Y que ello golpee a los vulnerables no vacunados.
Varias autoridades están dando ese mal ejemplo. En su momento Trump, Bolsonaro e incluso el presidente de México se niega a usar mascarilla, porque ya se vacunó. Habría que ser bastante claros en el hecho de que la vacuna evitará que te enfermes, pero no que te contagies…
Muchas vacunas funcionan así. Lo que queremos es que se evite la muerte o la severidad de la enfermedad. La idea es que la Covid se pueda convertir en una gripe cualquiera. Pero hay otro tema grande: el sistema de salud está sobrecargado, nuestras camas están full. Habría que ver quiénes están en esas camas UCI. La situación no va a cambiar mientras no se vacune a quienes ocupan esas camas.
¿Siente que no se han cuestionado esas prioridades?
Por lo menos de cara al público no he visto ningún cuestionamiento. Ahora sé que tienen un comité consultivo de expertos y no sé qué tanto van a reflexionar sobre estos aspectos. Personalmente lo dudo por la coyuntura electoral. Creo que es su prioridad. Es un gobierno de transición y tienen elecciones a cuestas. Elecciones que dudo mucho deseen postergar por todas las suspicacias que puedan generar. Si quieres proteger a quienes van a guiar el proceso electoral protégelos de transmisión, no de mortalidad necesariamente. Dales buenas N95, mejora sus condiciones.
¿Qué le genera este cambio de estrategia del Plan Nacional de Vacunación en el que primero no se consideraba a los pacientes con VIH y cáncer y después sí? Un cambio de decisión en cuestión de días.
Yo no sé si lo que ocurrió en ese caso fue que tomaron directamente las indicaciones del fabricante. Porque sabemos que el ensayo de Sinopharm excluyó a personas con VIH y cáncer. Puede que haya sido una cuestión muy mecánica. Onusida, que es la mayor organización internacional de VIH, ya dijo que las vacunas son seguras. Pfizer incluyó casi 200 pacientes en sus ensayos. Y no hubo nada inusual. Una persona con VIH si está en TARGA es inmunocompetente. Probablemente pudieron haber dicho que los pacientes que no estén en TARGA serían evaluados por el médico. No sé lo que pasó, pero lo que sí me parece es que los cambios de política abruptas o las incoherencias de políticas en salud generan desconfianza. Y en una época de tanta incertidumbre lo que menos necesitamos es generar más desconfianza.
Los geriátricos son el criterio número uno, porque es donde más gente se ha muerto en el mundo. Fuimos muchos a trabajar allí. Pero cuando el paciente se ponía mal y necesitábamos ir a un hospital uno llamaba para conseguir una cama y te preguntaban: ¿de qué edad es tu paciente? Si era muy mayor no te lo aceptaban.
En este orden de prioridades para recibir la vacuna, ¿dónde ubicaría a la población venezolana que supera el millón de habitantes en el Perú?
La población migrante es una población vulnerable por muchos motivos. Son más propensos a hacer enfermedad. Y son los que menos acceso al sistema de salud tienen. Ya sea porque no tienen dinero ni papeles o no pueden acceder a un seguro. Y además por el estigma. ¿En dónde colocarlos? En el actual Plan de Vacunación cualquier cosa es mejor. Prioridad 1 debería ser personal de salud y adultos mayores. Prioridad 1-b podrían ser migrantes, población nativa. Todas estas poblaciones que son marginadas.
La llegada de las vacunas a países vecinos ha provocado casos de corrupción. El ejemplo más cercano es Ecuador donde se han vacunado primero a familiares de políticos o gente con influencia en general. ¿Estamos a salvo de eso?
No. Claro que no. Esto va de la mano con el plan. Sé que muchos van a decir: las Fuerzas Armadas están ayudando a vacunar. Bueno, ¿pero son las Fuerzas Armadas o el personal de salud de las Fuerzas Armadas? Hay un tema de definiciones en el plan actual que no queda claro. Si no hablamos con definiciones claras y números todo será confuso. La transparencia nos llevará a un mejor control. Y no solo es ese tipo de control sino el control sobre los bienes. En Chile, por ejemplo, hubo un robo de vacunas de una congeladora. Se tiene que poner un grado de responsabilidad en los gobiernos locales y regionales. No todo puede estar centralizado.
De las 27 millones de dosis de vacunas entregadas hasta ahora, los países con más recursos han acaparado el 99,3%. ¿Qué nos indica en este proceso histórico?
Lamentablemente la inequidad ha sido muy fuerte. Al inicio cuando la pandemia comenzó se dijo: vamos a necesitar solidaridad global. El único Plan de Vacunación 100% eficaz es el que llega a todas las personas. Por eso se creó el mecanismo COVAX. ¿Quiénes producen? El sector privado. ¿Qué puede pasar? Que quien tiene dinero accederá primero. La OMS pensando en esto con la colaboración de GAVI, una asociación internacional que tiene como meta la inmunización de los países en desarrollo, dijo: vamos a crear un mecanismo para centralizar todas las compras de manera que podamos distribuir de acuerdo a las necesidades. Pero el primer mal ejemplo fue Estados Unidos. Fue el primer país poderoso que no quiso firmar el acuerdo de COVAX, sentando un pésimo precedente para la salud global. Lo único que podía quebrar la iniciativa COVAX era que los países empezaran a hacer trámites directos con las farmacéuticas. Eso fue lo que pasó. Mientras COVAX lanzaba advertencias, apelando a una distribución equitativa, muchos países optaron por ambas opciones: ir a COVAX y además tener un trato bilateral para acaparar más dosis. Lo que ha sucedido es que los países ricos han acaparado más dosis de las que necesitan.
Al inicio cuando la pandemia comenzó se dijo: vamos a necesitar solidaridad global. El único Plan de Vacunación 100% eficaz es el que llega a todas las personas. Por eso se creó el mecanismo COVAX. ¿Quiénes producen? El sector privado. ¿Qué puede pasar? Que quien tiene dinero accederá primero.
¿Y dónde se encuentra parado el Perú en esa pugna?
Perú es un país de medio ingreso: ni somos candidatos para recibir COVAX gratuitamente ni podemos comprar todas las vacunas. Es lo que los economistas llaman Middle income trap: la trampa de los países de medio ingreso. Es un reto que llegue a todos los países. Hay algo interesante allí: en estos meses los gobiernos se están reuniendo en la Organización Mundial del Comercio (WTO por sus siglas en inglés). Hay una solicitud presentada por India y Sudáfrica. ¿Qué proponen? Están pidiendo que se exceptúen las patentes para tratar Covid-19. Es decir, quitarles la patente a las vacunas, a los test, a las drogas. Se necesita desanudar el actual cuello de botella en lo que respecta a la producción. No hay más vacunas. Ni Pfizer puede producir tantas.
Además del acaparamiento de los países ricos también están los monopolios farmacéuticos. Ambos se han comportado como siempre. Su accionar no ha variado mucho a pesar de la crisis.
En efecto, las farmacéuticas mantienen su enfoque habitual: maximizar ganancias. Ese es su objetivo. Muchas de las herramientas que se están desarrollando han recibido muchísima financiación pública en su etapa de investigación. Y a pesar de esto las patentan y no las venden. En ese sentido la industria farmacéutica te va a decir: gracias a la propiedad intelectual es que nosotros invertimos en investigación. En realidad esto ha sido creado con recursos estatales, además de la financiación filantrópica. Es momento de que hagamos un llamado para que se abran las patentes. No podemos permitir que todas estas herramientas para Covid-19 se conviertan en un lujo para unos pocos. Sea países o poblaciones. Así no se pelea contra un virus.
Para mucha gente este lote de 300 mil dosis es muy pequeño respecto a nuestra población. Pero si revisamos los primeros lotes de los países de la región resulta que contamos con la cantidad máxima junto a Argentina.
A veces cuesta entender de cuánta gente estamos hablando, y más aún si hablamos de una población como son los trabajadores de salud. Es muchísimo. Cada trabajador de salud puede ver a muchísimos pacientes. Aunque les parezca poco a algunos, el efecto de lo que están haciendo hoy es enorme en el sistema de salud.
¿Con la llegada de las vacunas terminarán las teorías de conspiración?
A veces las palabras sobran. Quienes quieran no van a escuchar. Pero hay que apelar al pensamiento crítico. Si la vacuna no fuera segura, si la vacuna matara, ¿no estaríamos escuchando historias de terror en Estados Unidos donde se han dispuesto 27 millones? La seguridad ha sido la prioridad en cada uno de los casos de los ensayos clínicos. Las teorías de conspiración no van a parar porque surgen y se multiplican en épocas de crisis. Surgen más cuando hay incertidumbre. Y esta pandemia está llenísima de incertidumbre. Es más lo que no sabemos que lo que sabemos. Pero lo poco que sabemos hay que decirlo claro.