Según una de las entrenadoras de la selección femenil de fútbol de Estados Unidos, entre las muchas técnicas que ayudaron al equipo a ganar el Mundial de 2019 hubo una estrategia un poco inusual: prestar atención a los ciclos menstruales de las jugadoras.
Más de un año antes de la Copa del Mundo, las atletas empezaron a hacer un seguimiento meticuloso de sus periodos. Después de unos meses, “nos dimos cuenta de que alrededor del primer día del ciclo, algunas jugadoras estaban débiles”, comentó la entrenadora, Dawn Scott. “Quedó claro que algunas jugadoras tenían síntomas menstruales bastante graves que impactaban en su recuperación y a final de cuentas en su rendimiento”.
Por lo tanto, el equipo definió una estrategia para trabajar con sus ciclos y así darles más tiempo para recuperarse entre los entrenamientos durante las fases de menor energía, mencionó Scott, quien describió como prestar atención a estos detalles permitió que las jugadoras rindieran al máximo incluso en los momentos más inactivos del mes. Según Scott, en la final del Mundial, a pesar de estar en la fase premenstrual de baja energía de su ciclo, la mediocampista Rose Lavelle anotó el gol de la victoria contra los Países Bajos. Su periodo empezó al día siguiente.
“La gente cree que es solo fisiología femenina, que no hay nada que podamos hacer al respecto”, afirmó Scott. “Pero se puede hacer mucho”.
La práctica de planificar los entrenamientos en función del ciclo menstrual para optimizar los resultados, conocida como “sincronización menstrual”, también se ha extendido al mundo de la preparación física. En 2021, el rastreador de estado físico Whoop lanzó funciones para ayudar a las mujeres a sincronizar sus entrenamientos y ciclos. El verano pasado, Nike puso en marcha un programa de sincronización menstrual en su aplicación Training Club. Las búsquedas en Google del término “sincronización menstrual” han aumentado en el último año y la misma etiqueta ha suscitado más de 294 millones de visualizaciones en TikTok, donde preparadores físicos e influentes publican entrenamientos adaptados a cada fase del ciclo. Algunas mujeres han compartido que incluso adaptaron sus horarios de trabajo a sus ciclos: por ejemplo, rechazando fechas límites para las entregas durante las fases de baja energía.
Sin embargo, la evidencia de que este régimen de entrenamiento funciona para mejorar la condición física, por no hablar de si ayuda en otras facetas de la vida, son demasiado inconsistentes como para ser persuasivos, según expertos. Como mucho, los estudios han confirmado lo que muchas mujeres saben por instinto: el ciclo menstrual corresponde a cambios en la energía, el estado de ánimo y el estrés.
Muchos de los consejos también son poco prácticos, pues los ciclos varían de una persona a otra e incluso de un mes a otro, explicó Kathryn Clancy, profesora de Antropología Biológica de la Universidad de Illinois, campus Urbana-Champaign, quien se especializa en salud reproductiva.
O, como dijo Clancy sin rodeos: “¿Te mides las hormonas todos los días? ¿De verdad sabes cuándo tu cuerpo lúteo está produciendo la mayor cantidad de progesterona? Es probable que no. Esto plantea la pregunta: ¿con qué te sincronizas?”.
Cómo se supone que funciona la sincronización menstrual
La menstruación promedio dura entre 21 y 35 días y consta de cuatro fases hormonales distintivas: folicular, ovulatoria, lútea y menstrual (sangrado). Los cambios hormonales de cada fase no solo influyen en los órganos reproductores, sino en “casi todas las células del cuerpo”, comentó Shruthi Mahalingaiah, doctora especialista en fertilidad del Hospital General de Massachusetts y profesora de Salud Medioambiental y Reproductiva en la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard.
En la fase folicular, el estrógeno y la hormona foliculoestimulante empiezan a aumentar, lo cual promueve que los ovarios nutran un óvulo para su liberación y engrosa el útero para su llegada, explicó Mahalingaiah. Según los defensores de la sincronización menstrual, en esta fase el cuerpo está en su mejor momento para recibir estrés y puede recuperarse con mayor rapidez. Juliana Antero, investigadora del Instituto Francés del Deporte, encabeza un programa del Ministerio de Deportes de Francia llamado Empow’her, el cual personaliza los programas de entrenamiento de las atletas profesionales con base en sus ciclos para los Juegos Olímpicos de 2024. Antero comentó que, a manera de anécdota, ha observado “una explosión de energía” durante esta fase entre las atletas, lo cual significa que “soportan mejor las cargas de entrenamiento de alta intensidad, corren más rápido y tienen mayor potencia”. Como parte de su régimen de entrenamiento personalizado, las actividades de mayor intensidad se programan durante la fase folicular.
Después de la liberación del óvulo —la ovulación— viene la fase lútea, la cual se caracteriza por altos niveles de la hormona progesterona, responsable de mantener un entorno estable en el útero para el óvulo fecundado. La fase lútea puede asociarse con síntomas del síndrome premenstrual, como hinchazón y falta de energía. Según Stacy Sims, una fisióloga del deporte y la nutrición y exatleta que estudia los ciclos menstruales y el rendimiento de las atletas profesionales, en este periodo el cuerpo puede estar mejor preparado para actividades de menor intensidad con un mayor tiempo de recuperación entre los entrenamientos.
Sin embargo, los ciclos casi no siguen los patrones supuestamente típicos de picos y puntos más bajos, afirmó Clancy, quien también es autora de “Period: The Real Story of Menstruation”. “Si observamos los ciclos hormonales de cientos de personas, no vamos a encontrar a nadie que sea como dice el libro de texto”. Por ejemplo, algunas mujeres no ovulan durante algunos ciclos o tienen múltiples incrementos de estrógenos. Además, sigue sin estar claro si la sincronización menstrual tiene sentido para las mujeres que utilizan métodos anticonceptivos hormonales.
Antero y Scott reconocen la falta de investigación en el método, el cual, según señalaron, es un síntoma de un vacío más amplio en la investigación sobre la salud de la mujer. Uno de los principales objetivos del programa Empow’her es llenar ese vacío, aseguró Antero, quien planea publicar los resultados del programa de entrenamiento después de las Olimpiadas.
‘Es inviable para la gente común y corriente’
Para muchas mujeres que no entrenan para un evento deportivo profesional, tan solo realizar una rápida sesión de ejercicio ya parece una tarea monumental sin tener que hacer que dependa del ciclo menstrual, opinó Kelly Roberts, fundadora de la comunidad de corredoras recreativas Badass Lady Gang.
Según cálculos de Roberts, de las más de 1500 mujeres que entrenó el año pasado, tan solo cinco tenían el tiempo y los horarios necesarios para sincronizar sus ciclos. “Simplemente es inviable para la gente común y corriente”, afirmó.
Las personas que tienen irregularidades en el ciclo menstrual debido al síndrome de ovario poliquístico o al trastorno disfórico premenstrual deben hablar con un doctor sobre los mejores horarios de entrenamiento para sus síntomas, comentó Ava Mainieri, exdirectora de investigación de Tia, un proveedor de atención médica para mujeres.
Para Mainieri, la mayor ventaja de esta tendencia es que ha aumentado la “alfabetización corporal”, para que las mujeres tengan más información sobre el funcionamiento de sus ciclos.
“Ahora las mujeres entienden que pueden sentir un síntoma específico durante este tiempo debido a esta razón específica y por eso se van a tratar con más cariño”, comentó. “Esa parte es muy bonita”.
c.2023 The New York Times Company