Género

Los embarazos adolescentes aumentarán durante la pandemia

Si en sus hogares la mayoría de padres de familia evita conversar sobre sexualidad con sus hijos, ¿cómo conseguirán los adolescentes la información que necesitan para tomar decisiones responsables durante la pandemia? Según el Ministerio de Salud, la atención sobre salud sexual y reproductiva para adolescentes ha disminuido en un 67% a nivel nacional durante el primer semestre del 2020, en comparación al año pasado.

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Trece de cada 100 adolescentes entre 15 y 19 años se convierten en madres o tiene un primer embarazo al año en el Perú.
Flor Ruiz

A Reyna* le hablaron sobre pastillas anticonceptivas en alguna clase de la escuela. Sin embargo, la información la dejó con más dudas que respuestas: no le quedó claro los efectos que tendrían en su cuerpo, cómo tomarlas y, mucho menos, dónde conseguirlas. A los 16 años, Reyna quedó embarazada. Lizbeth, de 14 años, aprendió acerca de la menstruación en una campaña educativa de una marca de toallas higiénicas en su colegio. Mientras que su mamá prefiere no hablarle de “esos temas” porque no quiere incitarla a tener sexo, algunos muchachos mayores que ella le hacen bromas constantes sobre su virginidad. Galia, que cursa el segundo año de secundaria, recuerda la primera vez que vio un condón. Sus compañeros compraron preservativos y los llevaron al salón de clases. Ahora, cuando recuerda ese episodio, dice que estuvo bien porque al menos ya sabe cómo es. En su casa y en su escuela no se habla de salud sexual.

Reyna, Lizbeth y Galia no se conocen, pero comparten las mismas barreras que el resto de adolescentes en el Perú para acceder a información que les permita comprender mejor sus cuerpos, sus deseos y tomar decisiones responsables al respecto. La falta de educación sobre métodos anticonceptivos en nuestro país tiene como resultado que todos los años 13 de cada 100 adolescentes entre 15 y 19 años de edad se conviertan en madres o tengan un primer embarazo, según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) del 2018. Esta cifra es un promedio que se mantiene desde hace 20 años.

En el 2017, hubo un total de 122.144 madres adolescentes que tienen en común la pobreza y poco acceso a la educación. De ellas, 24 de cada 100 viven en zonas rurales y en situación de pobreza y 45 de 100 solo llegaron a culminar la educación primaria.

En la pandemia, las dificultades de los adolescentes para acceder a atención en salud integral, que incluye salud sexual y reproductiva, han sido mayores. Según el Ministerio de Salud (Minsa), estas atenciones cayeron en un 67% a nivel nacional en el primer semestre de 2020 en comparación con el mismo periodo del 2019. En cifras totales, se pasó de atender a 110.195 adolescentes a 35.980.

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En el 2017, un total de 122.144 adolescentes se convirtieron en madres en el Perú. Ellas tienen en común la pobreza y el poco acceso a la educación.
Flor Ruiz

Educación sexual por teleconsultas

En el Acuerdo de Gobernabilidad Nacional para el Desarrollo Integral del Perú 2016-2021 está la meta de reducir a 11% el embarazo en adolescentes. Pero hubo pocos avances en ese objetivo como lo demuestra el 12.6% de madres adolescentes, según el censo del 2018. Entre los diversos factores que explican este problema está el déficit en la implementación y el acceso a servicios diferenciados para el adolescente, los que consisten en ofrecer espacios donde accedan a atención en salud integral, que incluye orientación y consejería en salud sexual y reproductiva.

Desde el inicio de la pandemia, en marzo, el personal de estos servicios se ha reducido en un 30% y no se están haciendo consultas presenciales, sino teleconsultas. En abril se registró una baja del 73% en atenciones en planificación y consejería, según la Dirección Ejecutiva de Salud Sexual y Reproductiva del Minsa.

Uso de métodos anticonceptivos
en parejas adolescentes

Enero Julio
Preservativos 16.563 6.971
Dispositivo Intrauterino (DIU) 22.364 10.609
Implante 487 278
Inyectable trimestral 2.473 2.078
Fuente: Minsa

Las diferencias entre las cifras de enero y julio muestran que menos adolescentes sexualmente activos han tenido acceso a métodos anticonceptivos que brinda el Minsa. Los preservativos se recogen en farmacia, pero en la pandemia fue más complicado obtenerlos. En el caso del DIU o el implante, que deben ser aplicados en consultorio, fue más complejo acceder a ellos pues hubo menos personal y capacidad para atención. En cambio, las cifras del inyectable trimestral no han sufrido una variación tan importante. Esto se explicaría porque al haberse aplicado en marzo, antes del inicio de las medidas de aislamiento social, recién fue necesaria otra dosis entre junio y julio, cuando las instalaciones del Minsa empezaron a reactivarse.

En el contexto de la pandemia se está llegando a los menores de edad a través de teleconsultas, telemonitoreo, visitas domiciliarias específicas y el seguimiento de los adolescentes que están en los planillones de atención de planificación familiar de los centros de salud, según Guillermo Luis Atencio La Rosa, director ejecutivo de Salud Sexual y Reproductiva del Minsa.

La línea gratuita 113 es la central a través de la cual los adolescentes pueden pedir consejería en métodos de planificación. No existe una alternativa exclusiva para menores de edad. Salud con lupa pidió a Papayita informa, colectivo de adolescentes que divulga temas de salud sexual y reproductiva, llamar a esta línea. La central brinda cinco opciones de atención. El número 3 corresponde a gestantes, planificación familiar y nutrición en tiempos de COVID-19. Al responder piden el número de DNI, luego atienden la consulta y derivan a la persona a un centro de salud cerca a su domicilio.

Una adolescente con sospecha de embarazo puede llamar a esta central, dar su número de DNI para identificar qué hospital o centro de salud le corresponde por su dirección y luego contactarse vía telefónica con la obstetra a cargo para acordar la atención presencial.

Matilde Cobeña, de la Defensoría del Pueblo, se muestra escéptica sobre estas herramientas cuando se trata de adolescentes. “Si ya es difícil que vayan cuando es presencial, ahora que están en casa sin poder salir, mucho menos van a llamar frente a sus padres para preguntar sobre salud sexual y reproductiva. El contexto es desafiante y habría que plantear nuevas formas de atender las necesidades de los y las adolescentes”, asevera.

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Los adolescentes sexualmente activos han tenido menos acceso a píldoras y anticonceptivos durante los primeros meses de la emergencia sanitaria del COVID-19.
Shutterstock

Los espacios desaprovechados

Según la Ley de Atención Integral de la Salud del Adolescente, a partir de los 14 años, un menor de edad puede solicitar información y métodos anticonceptivos, aunque no tenga seguro de salud y sin la compañía de sus padres o un adulto, salvo cuando se requiere de una intervención médica. En la práctica, los adolescentes son obligados a ir con un adulto o el personal que los atiende no suele estar calificado para darles la información que requieren.

El año pasado, Milagros, quien ahora tiene 18 años, intentó que los especialistas en temas de salud sexual y reproductiva que atienden a adolescentes del hospital Sergio Bernales de Collique fueran a dar una charla en su colegio. Le pidieron que fuera el director quien envíe un oficio con la solicitud. Tramitó el pedido ante el director, la subdirectora e incluso a algunos profesores, pero nadie le hizo caso y la charla nunca se llevó a cabo. Recuerda ese episodio con desazón. Era alcaldesa escolar, por lo que pensó que podía hacer algo por sus compañeras, pero no fue escuchada.

En el 2019, funcionaban 2.931 establecimientos de salud con servicios diferenciados para adolescentes (SDSA) en el país y de estos solo 308 en la modalidad de servicios diferenciados con ambiente exclusivo. Según la norma técnica para la atención integral de la salud de adolescentes, todos los establecimientos, ya sean un hospital o un centro de salud, deben atender a los adolescentes. Sin embargo, cuando se trata de servicios diferenciados exclusivos, desde el Minsa se señala que estos se darán de acuerdo a la disponibilidad de personal e infraestructura. Durante la cuarentena, la mayoría de estos servicios cerraron y ahora se brindan por teleconsulta. A partir de junio empezaron a reactivarse en algunas regiones.

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La mayoría de madres adolescentes abandonan los estudios durante el embarazo, lo que perpetúa la pobreza y la falta de oportunidades educativas para ellas y sus hijos.
Shutterstock

El colegio es otro espacio desaprovechado para brindar información oportuna y completa sobre educación sexual y prevención del embarazo adolescente. “En el colegio te dan información tan general que muchos adolescentes que inician su vida sexual lo hacen mal, porque no saben usar métodos anticonceptivos. Una de mis compañeras salió embarazada a los 15 años, intentó continuar en el colegio, pero llegaba tarde y otras veces no iba porque su bebé se enfermaba. El año pasado jaló tres cursos y ahora ya no estudia”, dice Milagros, quien vive en Carabayllo y cursa el quinto de secundaria.

En cuanto a acciones puntuales para prevenir el embarazo adolescente desde el aula, el Ministerio de Educación tenía previsto este año capacitar a más de 100.000 profesores de secundaria en sexualidad, identidad, cambios en la pubertad y adolescencia, igualdad de género, relaciones afectivas libres de violencia, y planificación del proyecto de vida en adolescentes. Con el inicio de la pandemia, esta capacitación tuvo que suspenderse.

“Este año no es posible, pero, por supuesto, que cuando las cosas se organicen nuevamente sigue siendo una prioridad para nosotros”, indica Diana Rodríguez, coordinadora del área de tutoría del Minedu.

La alternativa, en tanto, ha sido realizar capacitaciones de manera virtual para docentes tutores, especialistas de tutoría, familias y alumnos a través de webinars, redes sociales y a través de la plataforma Aprendo en casa. Hasta el 19 de agosto, 500 docentes habían asistido a estos talleres.

Respecto a los contenidos acerca de educación sexual de Aprendo en casa, las adolescentes entrevistadas para este reportaje señalaron que no los perciben como tales, no les quedan claros o les parecen incompletos. Según el Minedu, no se abordan como una temática específica dentro del espacio de tutoría, sino que son parte de la currícula y están divididos en temas como la prevención de la violencia y las enfermedades de transmisión sexual.

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Las capacitaciones a docentes en temas de sexualidad y planificación del proyecto de vida del adolescente, entre otros aspectos, se suspendieron por la pandemia.
Andina

La información oportuna es clave

Las regiones de la Amazonía peruana tienen los índices más altos de embarazo adolescente en el país. Encabeza la lista Loreto con 32% del total de casos. En este departamento 3 de cada 10 adolescentes entre 15 y 19 años de edad son madres o están embarazadas por primera vez. Esta situación está directamente relacionada con la pobreza y el abuso, refiere Pilar Villegas de la Asociación Kallpa, que desde 1990 trabaja en la selva en la prevención de VIH y salud sexual y reproductiva con adolescentes.

Las familias numerosas ven como una salida a su situación de pobreza y hacinamiento que una de las hijas consiga pareja para que se puedan mantener y ayuden al resto. Por eso es que desde muy chicas pueden salir embarazadas, sobre todo de hombres mayores que incluso pueden ser sus profesores. Ha habido casos en los que los docentes abusaban de sus alumnas a cambio de un regalo. Incluso tenían sus habitaciones cerca de los colegios, indica Villegas.

Los prejuicios juegan en contra de las adolescentes que buscan información sobre educación sexual. “Si una mujer sabe usar un condón, entonces se piensa que ha estado con un montón de hombres. Creo que las charlas sobre salud sexual tienen que ser para los padres de las zonas rurales que son de mente cerrada y viven como en otra época. En mi caso, me siento aliviada de haber aprendido, porque cuando inicie mi vida sexual nadie me va a poder engañar”, dice Chris, una joven de 17 años que vive en el distrito de San Juan Bautista, en Loreto. Ella se prepara para postular a la universidad, pues quiere estudiar enfermería, e impulsa “Somos jóvenes maravillosos”, una organización cuyo objetivo es prevenir el embarazo adolescente en su comunidad.

Tener hijos a una edad temprana puede truncar un proyecto de vida, sobre todo si se vive en una situación de pobreza, refiere Chris. Ella recuerda que el año pasado, cuando estaba en quinto de secundaria, tuvo una compañera que faltaba mucho a clases porque tenía hijos. “Son pocos los padres que apoyan a sus hijas cuando salen embarazadas, les echan la culpa”, dice. Felizmente, este no fue el caso de Reyna, quien cuenta con el apoyo de su madre para seguir en el colegio tras salir embarazada.

Aunque se convirtió en madre a temprana edad, Reyna persiste en sus estudios. Le gustaría seguir la carrera de administración. Dice que no le asustan los retos, si ya antes empujó el cochecito de su bebé y a la vez cargó la mochila del colegio, siente que está lista para el próximo reto. Además del apoyo de su familia, ella forma parte del programa Red Mami de la Asociación Taller de los niños, que trabaja en San Juan de Lurigancho desde hace 42 años.

Sara Cifuentes, gerente de Gestión y Desarrollo de la organización, cuenta que el trabajo de Red Mami consiste en un seguimiento de dos años a las jóvenes madres en el que se busca su bienestar y desarrollo personal, pues son juzgadas en cada espacio al que van: en el hospital las obstetras les dicen que no se quejen, a muchas las echan de sus casas y otras deben quedarse en hogares donde han sufrido abusos. En ese acompañamiento, han encontrado que un factor común en los casos atendidos es la poca comunicación sobre sexualidad en los hogares.

“Algunas cuentan que cuando les dejaba de venir la regla y se daban cuenta de que podrían estar embarazadas, seguían usando toallas higiénicas para que sus mamás no se dieran cuenta”, dice Cifuentes.

En la mayoría de los casos, las adolescentes de Red Mami buscaron resolver sus dudas sobre sexualidad con los amigos o en Internet, pero no de la mano de un adulto que las guíe. Si bien no es solo este el factor que determina la tasa de embarazos entre menores, queda claro que la desinformación y los canales oficiales poco adecuados para comunicarse con los jóvenes deriva en que el embarazo adolescente no disminuya, perpetuando círculos de violencia y pobreza que ya llevan dos décadas en el país sin registrar descensos.

* Las adolescentes que brindaron sus testimonios para este reportaje solicitaron mantener sus apellidos en reserva. Algunas, también, pidieron modificar sus nombres para evitar ser identificadas. Accedimos a ellas a través de Girl Gov Perú, Asociación Taller de los niños, Unicef y Asociación Kallpa.

Ley discrimina a los adolescentes

  • El Código Civil señala a los adolescentes menores de 16 años como incapaces absolutos y como incapaces relativos a los adolescentes mayores de 16 y menores de 18 años.
  • La incapacidad cesa para las personas mayores de 16 años por matrimonio y en el caso de mayores de 14 termina cuando se convierten en padre o madre.
  • El marco legal desconoce la capacidad evolutiva de la población adolescente según la neurociencia y lo desprotege, según Magaly Ascate, Oficial de Salud Adolescente de Unicef Perú.
  • Muchos operadores de salud interpretan la ley considerando que como los adolescentes son incapaces se requiere de la presencia de un apoderado para cualquier tipo de atención de salud, lo que incluye el acceso a información en temas de salud sexual y reproductiva, desconociéndolos como sujetos de derechos, advierte Ascate.
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