Los anuncios de “atraso menstrual” que empapelaban los postes de las calles de Lima se trasladaron durante la pandemia al formato virtual. En Internet abundan páginas web con el eufemismo “¿No te baja tu regla?” que prometen una “solución inmediata y segura” previa comunicación por Whatsapp. Cuando Estela (18) decidió no seguir con su embarazo porque su novio se desentendió de la paternidad, buscó uno de esos anuncios y dio con una clínica de Jesús María, un distrito de clase media limeño, que le pareció segura.
Debido al aislamiento social obligatorio no podía salir de casa y tuvo que confiar en las indicaciones que le daban a través de mensajes de texto. Le cobrarían 4000 soles por un legrado uterino. Aceptó las condiciones porque no quería que sus padres notaran su estado. Pidió dinero prestado a sus amigas y depositó la mitad de lo acordado a la cuenta bancaria que le indicaron. Y no supo más. Bloquearon todos sus mensajes. La habían estafado.
Durante la cuarentena, cuando el Perú se convertía en uno de los países con más contagios de coronavirus del mundo, a la bandeja del correo electrónico de Serena Morena llegaron numerosos mensajes de mujeres agobiadas que habían comprado pastillas por Internet “para regular la regla” y estaban adulteradas o que habían sido estafadas con altas sumas de dinero como Estela. Desde Ayacucho, les escribió una chica que se había lanzado del segundo piso de un consultorio clandestino, donde le practicarían un aborto, para evitar ser atrapada por la policía.
Si en tiempos normales, abortar en el Perú era muy difícil – la mujer puede ser castigada con hasta dos años de cárcel según el Código Penal (salvo que el embarazo ponga en riesgo su vida)–, actualmente, las restricciones de movilidad y suspensión de servicios por la pandemia han limitado aún más el acceso a un aborto seguro y han expuesto a muchas a situaciones límite. Encerradas y con pocas opciones para decidir, buscan respuestas en grupos de apoyo de Internet.
Las Serena Morena son un colectivo feminista que da acompañamiento a mujeres que deciden abortar sin pedir ninguna retribución económica. Lo hacen desde el 8 de marzo del 2017 cuando se dieron a conocer en una marcha por el Día Internacional de la Mujer pegando carteles en las paredes con un discreto e-mail inscrito. Su consigna es dar toda la información y el soporte emocional a las mujeres en ese momento crítico de sus vidas, cuando se sienten más solas que nunca.
Puntualmente, las acercan al uso correcto del misoprostol, un fármaco indicado para el tratamiento de úlceras gástricas, que, administrado con cierta dosis, provoca también contracciones en el útero y auto induce el aborto, y está avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un método de aborto seguro en una guía publicada en su portal web.
El protocolo de acompañamiento de las Serenas se da de forma remota y no ha cambiado desde que comenzó la pandemia. La única diferencia es que antes las mujeres podían alquilar un cuarto de hotel para realizar el proceso con mayor privacidad y ahora lo tienen que hacer en confinamiento arriesgándose a ser descubiertas.
–Lo primero que hacen cuando te escriben es excusarse, te dicen “mi enamorado me dejó”, “me falló el método”, “mi esposo me golpea”, “no me alcanza la plata para tener un hijo más” y les explicamos que no estamos aquí para juzgarlas –dice Mayela (26), obstetra de profesión, una de las primeras integrantes de Serena Morena, que hoy tiene una red de más de quince acompañantes en Lima, Arequipa, Huánuco, Huancayo y Ayacucho.
El primer contacto siempre se da a través de Signal, una app de mensajería privada segura para proteger a la mujer en caso su celular caiga en manos equivocadas. Le hacen varias preguntas como cuándo le vino la última menstruación, cuántas semanas tiene de gestación (el procedimiento solo se lleva a cabo hasta las 12 semanas), si se hizo una ecografía para descartar un embarazo ectópico (si el embrión se ha formado fuera de la cavidad uterina), y, lo más importante: le preguntan cómo se siente y si está segura de su decisión.
Si la respuesta es positiva, proceden a darle información sobre la administración de las doce pastillas de misoprostol, que, antes de la pandemia, podían obtenerse en Internet a través de Woman on Web –un portal europeo que envía por correo postal la dosis a las mujeres de bajos recursos que no pueden comprarlo–, luego, le detallan lo que sucederá en su cuerpo: “En las primeras doce horas sentirá dolor por las contracciones, habrá sangrado vaginal abundante con coágulos y tejidos y, finalmente se expulsará el saco gestacional”, dice un video explicativo de la página de Serena Morena.
–No hacemos el acompañamiento con la intención de decirle a la mujer qué hacer con su vida. Hay algunas que reciben la información y luego deciden ser madres y no hay ningún problema (…) Le queremos devolver a la mujer el poder de decidir sobre su cuerpo y fortalecer su autonomía –dice Magdalena (26) que se unió a las Serena para darle a las mujeres la asistencia que ella no tuvo cuando abortó a los 19 años.
Estaba en el segundo ciclo de la universidad y estaba sola. Investigando llegó a un médico que le cobró 500 dólares por el misoprostol. Años después, se sentiría estafada cuando se enteró que podía haber comprado la dosis en la farmacia a 60 soles.
– El silencio termina favoreciendo a esta industria lucrativa y perversa que crece alrededor necesidad de las mujeres. Hay mucho personal de salud involucrado –agrega.
Mayela tampoco tuvo a alguien que le diera información. Se embarazó a pesar de que se cuidaba con el implante anticonceptivo (este método tiene 99% de efectividad) y se realizó el aborto buscando consejos en un foro de mujeres en internet. No quería ser madre. No estaba lista. Falló dos veces en el proceso. Nadie la guió en el uso correcto de las pastillas.
–A las obstetras nos dicen que debemos priorizar y valorar la salud de la mujer. Si las Serenas no la ayudamos, va a terminar marcando el número de esos carteles de atraso menstrual y nadie sabe lo que podría pasarle. Y lo peor no es la muerte, lo peor son las complicaciones que le generará un procedimiento mal hecho. Algunas terminan con el aparato reproductor vaciado –agrega Mayela, quien en su servicio como personal de salud ha visto de todo: una joven a la que el vendedor de la farmacia le ofreció el misoprostol a cambio de sexo oral, otra a la que estafaron inyectándole suero fisiológico, una escolar de secundaria que llegó a su guardia con una infección severa porque sus amigas le habían raspado el útero con cucharitas.
Hablar en público del aborto sigue siendo un tabú en el país, aunque son miles las mujeres que deciden no seguir el camino de la maternidad por múltiples y muy personales razones. El año pasado, el Instituto de Opinión Pública (IOP-PUCP), a pedido del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (PROMSEX), realizó un estudio que reveló que al menos un millón de peruanas, una de cada cinco, había abortado en la clandestinidad siendo la intervención quirúrgica y el uso del misoprostol los métodos más usados.
Sin embargo, cuando la mujer es pobre y no tiene recursos puede recurrir a medidas extremas como las que citó la antropóloga Delicia Ferrando en su libro “El aborto clandestino en el Perú” (2006): “Se introducen en la matriz infusiones de yerbas, sustancias jabonosas, lejía, alambres, palitos de tejer. Se provocan caídas o golpes físicos en el vientre que se propinan ellas o sus parejas”. Fueron los testimonios que le dieron los sanitarios que conocían de cerca el problema.
–Este es un tema de salud pública. El derecho al aborto no debería pasar por la voluntad del proveedor de salud o por la decisión de un señor que viste sotana– dice Magdalena quien cree que acercar a las mujeres información sobre su salud reproductiva evitaría muchas muertes por abortos inseguros.
Según un artículo publicado en la Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública, el número de hospitalizaciones anuales por abortos inducidos en el país ha bajado en los últimos veinte años de 54,200 (1989) a 28,652 (2013) y esto respondería “al incremento del uso clandestino de misoprostol, que tiene un menor riesgo de complicaciones en comparación con otros procedimientos”.
Cuando las Serenas empezaron su activismo hace tres años, en América Latina ya existían otros grupos similares de acompañamiento como Las Comadres de Ecuador, Las Socorristas de Argentina, Las amigas de la casa de Chile, Las Parceras de Colombia. Las peruanas han dado información a más de mil mujeres hasta hoy.
Las Serenas creen que, en un país que criminaliza a la mujer que decide interrumpir un embarazo no deseado y donde proliferan negocios de aborto clandestinos que ponen en riesgo su vida, es un deber darles información sobre métodos seguros de aborto como el uso de misoprostol. La abogada Brenda Álvarez, especialista en igualdad de género, considera que lo que hacen no está fuera de la ley:
– Proveer información es un derecho que figura en la Constitución. El Tribunal Constitucional protege el derecho a buscar, acceder y difundir información siempre y cuando provenga de una fuente veraz e imparcial.
El acompañamiento de las Serena termina diez días después cuando la mujer se realiza una ecografía que confirma que está bien de salud. Algunas terminan ahí el vínculo, otras como Ki (28) se suman al colectivo.
– Me sorprendió su nivel de organización y su compromiso, no lo estaban haciendo por un beneficio económico o por reconocimiento, sino porque realmente creen que las mujeres tenemos el derecho de decidir sobre nuestros cuerpos – dice la joven que se realizó el aborto a los 24 años tras contactar con una Serena–. Me hablaron con mucha cercanía: “Cuando lo realices tómate una manzanilla, pon música que te relaje, ten compresas de agua tibia a la mano, no comas nada muy pesado”. Tener a alguien que despeje tus dudas, te da mucha seguridad.
–Existe un secretismo poderoso entorno al aborto. La que lo hizo echada en una camilla maltrecha en condiciones infrahumanas tiene que guardar silencio porque ‘qué van a pensar los demás’ –dice Magdalena–, nos han disciplinado para no decir nada si nos acosan, si nos violan, si abortamos. Pero basta que una hable para que todas hablen, y de esa forma podamos transformar esa culpa social que nos calla.
Colectiva por la Libre Información para las Mujeres: una línea gratuita sobre el aborto
La Línea de Aborto Información Segura entró en funcionamiento en mayo de 2010. Es la primera iniciativa de difusión de información confiable y gratuita sobre el aborto en el Perú. Desde su lanzamiento ha atendido las llamadas de más de 13 mil mujeres que buscaban orientación sobre cómo acceder al uso del misoprostol para interrumpir un embarazo no deseado. En la pandemia, la necesidad de información no cesó. Por el contrario, se ha incrementado.
La Colectiva por la Libre Información para las Mujeres, la organización detrás de esta iniciativa, estima que las llamadas que reciben se quintuplicaron desde que se decretó el estado de emergencia debido a que la restricción del libre tránsito al inicio de la cuarentena dificultó que las mujeres pudiesen acceder a las farmacias por métodos anticonceptivos y al Anticonceptivo Oral de Emergencia (AOE) para prevenir un embarazo.
A partir de abril, los teléfonos habilitados por la colectiva empezaron a recibir llamadas de mujeres con embarazos en el segundo trimestre (el procedimiento con misoprostol es seguro y eficaz para el aborto hasta la semana 12 de embarazo, según la Organización Mundial de la Salud). Muchas expresaron que su ciclo menstrual sufrió cambios durante el aislamiento, otras que la limitación para acceder a servicios de ginecología y ecografías impidió que pudiesen confirmar su embarazo. La situación no va a mejorar debido a la falta de información clara desde el Estado respecto a los servicios de salud sexual y reproductiva disponibles que facilitan el acceso gratuito a métodos anticonceptivos y al AOE, refiere Fátima Valdivia, antropóloga de la Colectiva por la Libre Información para las Mujeres.
Aunque el panorama se presenta complicado, la colectiva continuará con su línea gratuita de información sobre el aborto y el uso del misoprostol —incluyendo síntomas que se presentan durante el proceso, restricciones y posibles complicaciones— para que las mujeres decidan en base a evidencia científica y no se expongan a riesgos.
Las personas que atienden los teléfonos de la Línea de Aborto Información Segura lo hacen de manera voluntaria y gratuita, es decir, no reciben ningún pago por esta labor, y en el completo anonimato para resguardar su integridad física y psicológica. No realizan acompañamiento presencial, todo es a través de llamadas telefónicas. Desde que empezó la pandemia, ellas no han podido canalizar la ansiedad que les genera atender las llamadas de desesperación de mujeres que no quieren continuar su embarazo en un contexto de miedo generalizado al contagio del COVID-19. Tienen conversaciones de contención emocional por Zoom con sus compañeras de la colectiva, pero antes del coronavirus estas eran más efectivas porque eran presenciales.
DATOS:
- La Colectiva por la Libre Información para las Mujeres difunde información sobre el aborto y el misoprostol en http://abortoinfosegura.com/blog/
- Teléfonos y horarios de atención: lunes (951-612-663 de 7 p.m. a 10 p.m.), martes (998-098-540 de 9:30 p.m. a 12:30 a.m. y jueves (951-612-663 de 8.am. a 11 a.m.).