Medio ambiente

El Amazonas se seca y una ciudad exige ser declarada en emergencia

Iquitos no soporta más. Sin combustible, sin alimentos, sin luz, con una racha de accidentes fluviales y naufragios, una de las principales ciudades de la selva peruana le ha pedido al Gobierno ser declarada en emergencia por el déficit hídrico debido al descenso extremo del río Amazonas. Esta sequía alarmante modifica la naturaleza de los ríos, deja sedimentos peligrosos para la navegación y tiene una explicación vinculada al Fenómeno de El Niño y la deforestación.

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Una toma aérea del río Nanay en su desembocadura al Amazonas.
Foto: Cisco Ramírez / Facultad de Ciencias Forestales-UNAP

El descenso extremo del río Amazonas ha encendido una alarma. No es normal que se haya secado tanto. Su espejo de agua llegó la última semana a los 106.06 metros sobre el nivel del mar y a diario registra una reducción de 5 a 10 centímetros de caudal, según cifras del Centro Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi). Las fotos lo hacen ver como un pequeño meandro en extinción. Y lo mismo con sus afluentes: el Nanay, el Itaya, el Yavarí, el Marañón, el Ucayali, el Huallaga.

Esto ha producido que las embarcaciones no puedan transportar la misma carga sobre sus aguas; accidentes con 11 muertos hasta el momento; que la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP) suspenda sus clases presenciales a falta de combustible para trasladar a los alumnos y el desabastecimiento de alimentos de primera necesidad en las comunidades de la Amazonía. La región ha pedido la declaratoria de emergencia. El gobierno los hace esperar.

El Amazonas es el río más caudaloso del mundo. Sus aguas llegan a descargar alrededor de 6.700 kilómetros cúbicos anuales al océano —8.500 metros cúbicos por segundo—y posee el 20% de reserva de agua dulce del mundo, según cifras de la organización internacional World Wildlife Found. Con el inicio de la temporada de estiaje este caudal ha descendido. “Ocurre todos los años y va a ocurrir toda la vida, no es excepcional”, explica Marco Paredes, jefe del Senamhi en la región Loreto.

Sin embargo, la situación extrema que atraviesa se debe a otro factor: “Con el fenómeno del Niño del 2023 toda la humedad de la Amazonía se fue hacia Piura, Tumbes. Por lo tanto, las lluvias no han sido regulares. Al no tener humedad y lluvias constantes no se completó el ciclo”, agrega Paredes. Si con las lluvias de los meses de febrero, marzo y abril, el Amazonas debió crecer unos 10 metros, por ejemplo, solo llegó a 8. “Con esto, lo que ocurre es que, una vez que pasa el periodo creciente (cuando el río se carga), nos damos cuenta de que la vaciante (el descenso del río) ha empezado con una deficiencia de 2 metros”, finaliza. El Amazonas empezó con desventaja el estiaje.

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El río se aleja cada vez más de la playa del río Nanay.
Foto: Cisco Ramírez / Facultad de Ciencias Forestales-UNAP

A ello se suma la deforestación. Cuantos menos árboles hay, menor reserva de agua habrá para la temporada de sequía. “Los bosques cumplen un papel fundamental. Cuando empieza a llover fuerte en la zona de San Martín, por ejemplo, y cae en los bosques, estos absorben como una esponja, evitan que se inunden las ciudades y sueltan el agua para esta temporada de vaciante. ¿Qué tenemos ahora? Que hay grandes productores en la agricultura que han sembrado eliminando los bosques, pero cada vez que hay una lluvia, por más pequeña que sea, se inundan”, dice Paredes. En los últimos 20 años, la Amazonía perdió 54,2 millones de hectáreas de bosques, según la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada.

Dependientes del combustible

Iquitos, una ciudad de más de 800 mil habitantes, es una región cuyas actividades dependen del petróleo. Los generadores de energía de Electroriente S.A., la empresa encargada de proveer energía eléctrica a la región Loreto, funcionan a base de combustible. El retraso o la no llegada de este puede generar que la ciudad se apague. Y si el río sigue descendiendo, como ya lo ha advertido Senamhi, no solo la energía eléctrica se cortará, sino también las actividades en otros sectores.

Algunas entidades ya lo han advertido. A través de un comunicado del 7 de setiembre la UNAP suspendió las clases presenciales de las facultades de Agronomía, Ciencias Biológicas, Ciencias Forestales, Farmacia y Bioquímica e Industrias Alimentarias. “Debido a la escasez de diésel en la ciudad de Iquitos que sirve para abastecer a la flota de ómnibus de docentes, estudiantes y trabajadores”, se lee.

Los accidentes y emergencias, por otro lado, se reportan a diario. Un bote que transportaba combustible explotó en el poblado de Caballococha, en la provincia de Ramón Castilla, el 7 de setiembre. Las aguas estaban demasiado bajas y el bote chocó con un tronco. El trabajador identificado como Patrick Abad Cenepo (28) falleció debido a las quemaduras. Lo mismo ocurrió el 4 de setiembre con una embarcación que trasladaba a 48 pasajeros sobre el río Ucayali, afluente del Amazonas. Demasiado peso para el poco caudal que registra el río. El bote golpeó un tronco en la base, volcó y fallecieron 6 tripulantes, la mayoría de ellos profesores que retornaban de Pucallpa luego de dar la prueba única nacional de docentes. Otra embarcación impactó con un banco de arena cuando navegaba en la confluencia de los ríos Nanay e Itaya, en Loreto, 4 mujeres fallecieron a inicios del mes de setiembre.

Los descensos extremos de los ríos siempre implican un cambio en su morfología. Nunca vuelven a ser los mismos. La reducción del caudal produce estos sedimentos que se quedan como pequeñas islas y hacen más lento el caudal. “En algunas zonas la vegetación crece y estabiliza los sedimentos. Cuando llega la temporada de lluvias, estas islas encuentran mayor resistencia al agua. Son sedimentos que alguna vez emergieron, rápidamente la vegetación creció y el agua no la pudo mover. En el Amazonas es así como nacen las islas”, explica Jorge Abad, especialista en dinámica de ríos de la Amazonía y doctor en ingeniería por la universidad de Illinois.

La investigación titulada Morphodynamics of Anabranching Structures in the Peruvian Amazon River revela que cada 22 kilómetros el Amazonas se parte, se bifurca. Aparecen estas islas o se forman canales. La geodinámica del río se modifica, aunque no lo noten. “En el Amazonas no ves cambios de un momento a otro, en una década sí podrían verse pero esos cambios no son drásticos. Su dinámica es mucho más predictiva. Y eso es lo peligroso, las islas siguen ahí, también los canales y no se ve la afectación, pero si uno se acerca con una lupa, probablemente los canales en el Amazonas sí se están adaptando”, explica Abad. Que el río se mueva o cambie, finaliza, implica que la ciudad deba adaptarse. El problema es si los habitantes no lo notan.

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Los sedimentos que la vaciante deja en el río se vuelven peligrosos para la navegación.
Foto: Cisco Ramírez / Facultad de Ciencias Forestales-UNAP

Los afluentes

La temporada de vaciante del Amazonas implica también la reducción de sus afluentes. El río Huallaga está en el umbral rojo: 109.74 m.s.n.m. Lo normal sería que llegue hasta 112 pero su descenso, según la estación de Lagunas, en Alto Amazonas, continúa. El Marañón se encuentra en los 115.50 m.s.n.m., también en el umbral rojo, según la Estación ubicada en San Regis. El río Nanay registra un espejo de agua de 121.70 m.s.n.m. con alerta roja también. El caso del río Ucayali es particular. Los medios locales, además de advertir su descenso, han mostrado la preocupación de que pueda estar cambiando de curso, volviendo al de antes. Si esto ocurre, la población ubicada en el barrio La Hoyada, donde las construcciones e invasiones de terrenos han crecido en los últimos años, podría verse perjudicado.

El Ucayali, a diferencia del Amazonas, señala el especialista en dinámica de ríos, es más rápido debido a que no tiene “brazos”, canales que lo bifurquen. Si a esto se suma la sedimentación que se forma con la vaciante, el río se moverá. El siglo pasado la región sufrió un desastre cuando este afluente meándrico se llevó los pueblos de Barrio Iquitos, San Pedro, San Isidro y Pucallpillo. Hoy las advertencias los vuelven a poner en alerta.

En el puerto de Imacita, en la provincia de Bagua, en la región Amazonas, el río Marañón ha dejado una playa de piedras. Hay poca agua. Wrays Pérez, presidente del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís, pueblo originario de la Amazonía que se alimenta de los ríos Santiago y Cenepa, afluentes del Marañón, señala que las temperaturas extremas y el descenso de los ríos se han mostrado este año con mayor fuerza. “Está afectando el transporte fluvial, ya no se puede llevar la misma carga”, explica. La historia de los wampís cuenta que hace décadas cuando los ríos y cochas se secaron, la población tenía que caminar hasta la laguna Upano a recoger agua. Allí vivía una boa inmensa que no permitía que toquen el recurso. Las condiciones actuales no son tan extremas; sin embargo, siendo estos pueblos dependientes del transporte fluvial, hace falta la asistencia de las autoridades en situaciones de emergencia.

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Desembocadura del río Itaya al Amazonas.
Foto: Cisco Ramírez / Facultad de Ciencias Forestales-UNAP

A la espera de la ayuda

El coordinador de operaciones de emergencias de Loreto, Martín Flores Tornero, ha presentado el expediente que pide la declaratoria de emergencia de la región por déficit hídrico ante la Presidencia de Consejo de Ministros (PCM), luego de que fuera aprobado por el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci). Ni los accidentes, ni las alertas hacen reaccionar al gobierno.

Las evidencias están a la vista: el desabastecimiento de alimentos y combustible en poblados como Caballococha, Santa Rosa, Tres Fronteras, Huepí, San Pablo. En Tamanco, una localidad de la provincia de Requena, una avioneta fluvial no pudo aterrizar para recoger a una gestante en riesgo. La madre tuvo que viajar vía fluvial. El puerto de la estación San Joaquín Omaguas, en el distrito de Nauta, está ahora a 500 metros del río. Y las captaciones de agua en los distritos de Requena, Iquitos, Santa Rosa y Caballococha tiene problemas para su funcionamiento.

El Gobierno Regional de Loreto espera la declaratoria de emergencia para empezar a dragar el Amazonas y permitir que ingresen embarcaciones grandes, según dio a conocer Flores Tornero. Una medida cuestionada debido al cambio de la dinámica de los ríos cuando descienden y crecen. Sin embargo, la necesidad ha comenzado a apremiar en la región del norte.

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