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Cannabis medicinal: ¿cómo debe ser el control de calidad del cultivo artesanal?

La ley que permitirá a asociaciones de pacientes cultivar cannabis ya existe, pero aún no se define cómo se controlará su calidad. Expertos indican que analizar cada producto derivado sería difícil y caro.

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El 70% de los pacientes de cannabis no obtiene este medicamento a través de farmacias. Garantizar la calidad del cultivo asociativo y artesanal es clave para darles seguridad.
Foto: EFE

"Puedo dar fe de que mi hijo toma aceite de cannabis casero hace más de seis años y he notado mejoría. Él está bien, pero sigue siendo importante hacer el control de calidad", dice Ana Álvarez, presidenta de la Asociación Buscando Esperanza.

En julio del 2021, cuando se promulgó la ley que permitirá el cultivo asociativo de cannabis medicinal en Perú, no había ninguna mención al control de calidad de los derivados del cannabis. Sin embargo, las asociaciones de pacientes que se dedican al cultivo artesanal pidieron que ese paso fuera incluido en el reglamento. Se trata de un último sello de garantía.

Los controles que Ana realiza periódicamente a su hijo Anthony, diagnosticado con esclerosis tuberosa, le muestran que el cannabis medicinal le ha sido beneficioso. Y aunque no tiene dudas al respecto, ella —al igual que otras madres— quiere tener la confirmación de que los productos que brindan a sus familiares son seguros. Además, sabe que hay negocios que venden derivados del cannabis a través de las redes sociales y pueden aprovecharse de las personas.

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Alrededor de 30 familias integran el colectivo Buscando Esperanza, que cultiva de manera artesanal cannabis para el tratamiento de niños con enfermedades crónicas.

Según información del portal Sativa Info, el 70% de los pacientes de cannabis obtiene este medicamento a través de vías no reguladas. Este grupo, que comprende más de 16 mil personas inscritas en el Registro Nacional de Pacientes Usuarios de Cannabis (RENPUC), es justamente el que podría ser vulnerable a estafas que pongan en riesgo su salud. Por eso, formalizar a las asociaciones de cultivo artesanal resulta vital para ofrecer opciones seguras a la población.

No es fácil determinar, solo revisando una botella de aceite de cannabis o probando su sabor, si se trata de un buen producto. Quienes pertenecen a comunidades de pacientes han escuchado de distintos tipos de estafas por productos de mala calidad, que ofrecen concentraciones de cannabinoides que finalmente no resultan verídicas o que no son las más apropiadas para el paciente.

—Es importante saber la fuente, de dónde sale el producto. Que sea de cultivadores que tengan experiencia. Tienen que saber si es dominante el CBD o el THC, y qué porcentaje tiene esa planta o ese aceite de cada uno —explica Luis Gavancho, presidente de la Asociación Ámbar, quien lleva más de diez años cultivando cannabis de forma orgánica.

El tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD) son los compuestos químicos más conocidos del cannabis, pues son los que se encuentran en mayor proporción en la planta. El primer cannabinoide tiene efectos psicoactivos y ha demostrado propiedades para tratar dolores crónicos. El segundo, en cambio, suele utilizarse para aliviar la ansiedad.

En el proyecto de reglamento de la ley de cultivo asociativo, se señala que las asociaciones deben realizar el análisis de calidad de los derivados del cannabis como parte del procedimiento para obtener su licencia de producción artesanal. Además, se indica que el Centro Nacional de Calidad del Instituto Nacional de Salud, así como otros laboratorios públicos y privados autorizados, podrán brindarles el servicio de análisis. “Para ello deben implementar las metodologías apropiadas para la identificación de sus componentes incluyendo las impurezas”, dice el documento.

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A pedido de las asociaciones de pacientes, el control de calidad ha sido incluido en el proyecto de reglamento de la ley de cultivo asociativo de cannabis medicinal.
Foto: EFE

A la fecha, no está especificado cómo se cumplirá con este control de calidad para licenciar a las asociaciones dedicadas al cultivo artesanal de cannabis. Esta es una preocupación para los pacientes y sus familiares, quienes temen que los procedimientos —si no están bien planteados— se conviertan en una nueva traba para el acceso al medicamento.

—Hablar de analizar cada uno de los derivados va a ser titánico y económicamente demandante. En mi humilde opinión, el control debe ir dirigido a la flor, la materia prima que es lo más importante al inicio de la cadena —dice a Salud con lupa el químico farmacéutico Sandro Cusihuamán, del Centro de Estudios del Cannabis. Según explica, ese debería ser el requisito para licenciar a las asociaciones, con la posibilidad de que luego se puedan realizar otros análisis a los productos finales.

Los análisis de control de calidad sirven, entre otras cosas, para precisar la cantidad de cannabinoides en las muestras o para identificar la presencia de metales pesados o microorganismos patógenos. Actualmente, el Instituto Nacional de Salud (INS) cuenta con una metodología aprobada para realizar el primer tipo de análisis. Sin embargo, al no estar aprobado el reglamento, las muestras procedentes de las asociaciones de cultivo artesanal aún no pueden llegar a esa institución para ser evaluadas.

Pasos por definir

Según explica Miguel Grande, director ejecutivo del Centro Nacional de Control de Calidad del INS, los derivados del cannabis que llegan importados, ya tienen una metodología de análisis determinada por sus productores. Cuando las muestras proceden del mercado informal, se aplica la metodología desarrollada por el Centro Nacional de Control de Calidad.

—Hemos logrado identificar y cuantificar cinco cannabinoides de todo el universo que tiene la planta de cannabis. De ellos, verificamos principalmente los dos cannabinoides que establece la norma, que son el CBD y el THC —indica Miguel Grande. De esa forma, comenta, han podido identificar productos que son falsificados.

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El Instituto Nacional de Salud analiza aceites y extractos alcohólicos de cannabis para identificar cannabinoides en estos productos.
Foto: Ministerio de Salud

Esa misma metodología se aplicaría cuando se apruebe el reglamento y los productos del cultivo artesanal de cannabis pasen por control de calidad. Sin embargo, por el momento solo hay procedimientos aprobados para analizar dos tipos de muestra: aceites y extractos alcohólicos. Para analizar resinas o flores del cannabis, el INS tendría que elaborar otro método.

—Medir las diferentes proporciones de THC o CBD por planta es fundamental. Además, el control microbiológico de las flores. Se ha visto flores en el mercado negro con hongos, insectos, pelos de animales, etc., por el mal almacenamiento. Te indican que son calidad A1, pero terminan estafando —señala Sandro Cusihuamán, quien ha realizado distintas investigaciones sobre el consumo de cannabis en Cusco. Su experiencia reafirma su propuesta de priorizar el control de calidad de la materia prima como son las flores o las resinas del cannabis.

En entrevista con el medio EnConsulta.pe, el químico farmacéutico Pedro Wong, vicepresidente de la Sociedad Médica del Cannabis, opinó que se puede seguir el ejemplo de los procedimientos que se siguen con las fórmulas magistrales —donde se valora el Certificado de Control de Calidad (COA) de las materias primas— para la evaluación de la producción artesanal. Desde el lado de los pacientes y los cultivadores, esa opción se percibe como la más razonable.

—El Estado debería dar [a las asociaciones de cultivo] las mismas facilidades que dan a las farmacéuticas, que no analizan sus productos derivados sino la materia prima importada —comenta Ana Álvarez. Hasta el momento, los productores artesanales de cannabis solo han podido analizar sus muestras en el extranjero, ya que aún no hay un laboratorio en Perú que esté acreditado para darles ese servicio.

Los pacientes de cannabis y sus familiares tienen dos grandes preocupaciones: el costo que tendrán los análisis de control de calidad y los criterios de la entidad a cargo de ese control.

Posibles trabas

La Asociación Ámbar, a la que pertenece el cultivador Luis Gavancho, logró realizar análisis de control de calidad de sus productos dos veces en Estados Unidos. Para eso fue necesario que médicos cercanos a la asociación actúen como intermediarios, pues además de estos profesionales, las pruebas solo se ofrecen a empresas certificadas.

—Los análisis que hemos hecho son de cannabinoides y terpenos [sustancias que dan aroma y sabor a las plantas], que cuestan aproximadamente 200 dólares por muestra. Un análisis completo, que también evalúa contaminantes y metales pesados, costaría 800 dólares por muestra —cuenta Gavancho, cuyos productos de cannabis han recibido premios internacionales.

La asociación pagó por analizar resinas y un extracto de cannabis para la vía sublingual. El alto precio para obtener Certificados de Control de Calidad (COA) en el extranjero hace imposible pensar que puedan analizar cada uno de los productos que elaboran. Por eso, los pacientes y sus familiares exigen que el control de calidad sea planteado de forma que no resulte otra traba para el acceso al medicamento.

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Resultados de los análisis realizados en Estados Unidos para la Asociación Ámbar.
Fuente: Sativa Info

—El Ministerio de Salud debería subvencionar los análisis de control de calidad, pues las asociaciones brindan un servicio que el Estado y las farmacéuticas han demostrado que no pueden garantizar —dice Ana Álvarez, madre cultivadora.

Esta afirmación tiene sustento. De acuerdo a datos de la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid), recabados por Sativa Info, solo el 30% de los pacientes de cannabis registrados adquiere este medicamento en farmacias o boticas. Esto se puede explicar porque el 90% de los establecimientos autorizados para la venta de cannabis están en Lima; pero además porque en el mercado formal no hay una oferta suficiente de productos que se administren por vía inhalatoria y contengan THC.

Como este cannabinoide resulta tan importante para quienes sufren de dolor crónico, los pacientes cuestionan que el Ministerio de Salud divulgue información sobre él que no se basa en evidencia. En un video difundido el 24 de mayo por el Instituto Nacional de Salud, el químico farmacéutico Miguel Grande declaró que el THC es un componente del cannabis que “debemos evitar”.

—No se debe permitir en este tipo de productos [aceite de cannabis medicinal] más del 1% de este THC. Al ser un producto farmacéutico, la acción principal es la analgesia, pero debemos evitar que sea adictivo —dijo el director del Centro Nacional de Control de Calidad.

Esta declaración no fue bien recibida por los pacientes de cannabis, muchos de los cuales consumen —asesorados por médicos— distintos derivados del cannabis con concentraciones de 20% o más de THC. Como explicamos en el especial Cannabis en el botiquín, es cierto que el uso regular de sustancias con efectos psicoactivos puede provocar una dependencia psicológica, pero el alcohol o el tabaco pueden además generar dependencia orgánica. Por eso mismo, estos resultan más adictivos que la marihuana.

Es necesario precisar también que ni la ley de cannabis medicinal ni la ley de cultivo asociativo ponen un límite a la cantidad de THC para el uso terapéutico. Tampoco se impone una dosis exacta de este cannabinoide, pues se entiende que el caso de cada paciente es distinto.

Al ser consultado sobre ese punto por Salud con lupa, Grande precisó que su equipo se limita a realizar las mediciones de cannabinoides y que serán las normativas las que determinen cuáles son las cantidades autorizadas.

Para las asociaciones de cultivo, se trata de desinformación. Y tratándose de la entidad encargada de evaluar el control de calidad de sus productos —sin el cual no podrán tener una licencia—, su preocupación es más que entendible.

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