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Foto: Brayan Ramos
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Cocinas pequeñas y compras duplicadas: los equipos que la Municipalidad de Lima entregó a las ollas comunes

La Municipalidad de Lima compró 1,909 cocinas de dos hornillas por más de S/313 mil, que resultaron inadecuadas para las necesidades de las ollas comunes y, en varios casos, duplicaron equipos ya entregados por el Midis. Además, adquirió 1,291 congeladoras por casi S/970 mil, que fueron repartidas sin logística y promovidas como herramientas de emprendimiento, pese a que la norma prohíbe su uso para fines distintos a la alimentación comunitaria.

Yovane Paredes enciende la vieja cocina que la olla común “Niño Jesús” pudo comprar con sus propios recursos. En el local de San Juan de Miraflores, pone a hervir agua y comienza a preparar los alimentos que repartirá entre decenas de vecinos. A pocos metros, la cocina que les entregó la Municipalidad de Lima permanece embalada en un rincón. “Nuestras ollas no entran en esas hornillas. Y si entran, es un peligro: se pueden voltear por el peso y lo poco firme que es esa cocina”, explica.

Lo mismo ocurre en la olla común “Virgen de Fátima”, en San Juan de Lurigancho. Allí, Eva Laguna y su equipo cocinan más de 60 raciones diarias. Sin embargo, la cocina que recibieron del municipio solo permite usar una olla pequeña. “Nos dijeron que la usemos para emprendimientos, pero esta cocina es muy chiquita”, afirma.

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La cocina entregada por la Municipalidad de Lima no tiene el tamaño suficiente para sostener dos ollas medianas al mismo tiempo.
Foto: Brayan Ramos

El 13 de septiembre de 2024, la Municipalidad Metropolitana de Lima adjudicó la compra de 1,909 cocinas semi-industriales de dos hornillas mediante una licitación pública. El contrato, valorizado en S/313,076, fue otorgado a Cubissa Industrial S.A.C., una empresa fundada en 2020 con escasa experiencia como proveedora del Estado. Aunque compitió con otras tres compañías con mayor trayectoria en la venta de utensilios y equipos de cocina, Cubissa fue la única que cumplió con los requerimientos técnicos establecidos en las bases. Las otras postulantes fueron descalificadas por no cumplir con las medidas exigidas para las cocinas o no acreditar las características técnicas de las bandejas solicitadas.

El principal problema salta hoy a la vista: las cocinas entregadas por la Municipalidad no tienen el tamaño ni la potencia que necesitan las ollas comunes. Pero no se trata de un error de fabricación, sino de una decisión tomada desde el inicio del proceso. La propia ficha técnica de la licitación lo establecía: cocinas de 66 centímetros de largo y 36 centímetros de ancho, con solo dos hornillas, diseñadas para ollas de hasta 25 centímetros de diámetro. Esa capacidad resulta insuficiente para las ollas comunes, que requieren recipientes mucho más grandes para alimentar a decenas de personas cada día.

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La mayoría de ollas comunes cocina en recipientes grandes porque atiende a entre 50 y 60 personas al día.
Foto: Leslie Searles

“Una sola de nuestras ollas ocupa las dos hornillas, no hay forma de cocinar ahí. Es una cocina doméstica, pensada para una persona o una familia pequeña”, explica Olga Pariona, de la olla común “San Agustín”, en San Juan de Miraflores. Javier Landeo, representante de la olla “Siempre con Dios”, coincide: “La compra debió ser de cocinas industriales, porque nuestras ollas son más grandes. No cocinamos para dos o tres personas, sino para 50 o 60”.

En la olla común “O.C. Sector Las Lomas”, también ubicada en San Juan de Miraflores, ocurre lo mismo. “Esa cocina sirve para hervir agua en una tetera o para usar una sartén pequeña. Las ollas con las que cocinamos no entran. Por eso la tengo guardada”, cuenta Cristel Mejía.

Durante visitas realizadas por Salud con lupa a al menos siete ollas comunes en San Juan de Lurigancho y San Juan de Miraflores, la observación fue la misma: las cocinas entregadas no se ajustan a las necesidades reales de estas organizaciones vecinales. “Nos dijeron que esa cocina sirve para hacer cachangas o café y vender. Pero para ollas grandes, no se puede usar”, comenta Gilberto Arias, presidente de la olla común “Dos pueblos unidos” en San Juan de Lurigancho.

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Una sola olla ocupa las dos hornillas y sobresale del borde de la cocina entregada por la Municipalidad de Lima. Su tamaño no llega ni a la mitad del de la cocina antigua que aún usan las integrantes de la olla común “Niño Jesús”.
Foto: Brayan Ramos

Compras duplicadas

Otro aspecto crítico en la compra de cocinas realizada por la Municipalidad de Lima es que coincidió con una adquisición similar que ya estaba en marcha por parte del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis). A través del Núcleo Ejecutor de Compras del Sector Metalmecánica (NEC) del Ministerio de la Producción, el Midis había optado por cocinas más grandes y funcionales, diseñadas específicamente para atender las necesidades de las ollas comunes.

Estas cocinas son de tipo semi-industrial, cuentan con tres hornillas, están fabricadas en acero inoxidable y pueden funcionar tanto con balón de gas GLP como con conexión a gas natural. Sus dimensiones —168.6 cm de ancho, 60.4 cm de alto y 59.6 cm de profundidad— ofrecen el espacio necesario para ollas de gran tamaño, a diferencia de las cocinas más pequeñas y limitadas que al final compró la municipalidad. Además, el Midis no solo distribuyó cocinas, sino kits completos que incluían también cubiertos, utensilios y otros implementos esenciales para preparar alimentos en grandes cantidades.

A pesar de estar al tanto del proceso de adquisición que ya había iniciado el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), la Municipalidad de Lima optó por seguir adelante con su propia compra de cocinas, sin coordinar ni alinear las especificaciones técnicas para complementar el esfuerzo del gobierno central.

El Midis había iniciado su proceso el 30 de junio de 2024. Más de un mes después, el 9 de agosto, la municipalidad lanzó su propia convocatoria. La diferencia entre ambos procesos no solo fue temporal, sino también presupuestal: mientras el Núcleo Ejecutor Central (NEC) —órgano ejecutor del Midis— estimó el valor de cada cocina en S/2,404.81, la comuna limeña las adquirió por apenas S/164 por unidad.

Según información publicada en la web, el NEC realizó cuatro convocatorias de compra dirigidas a micro y pequeñas empresas (MYPE) entre junio y diciembre de 2024: el 30 de junio, 2 de agosto, 17 de septiembre y 19 de diciembre. En total, se adjudicaron contratos por más de S/70 millones para la adquisición de 143,798 bienes de cocina. En tres de esas convocatorias se compraron 13,026 cocinas semi-industriales; en la cuarta convocatoria solo se destinó recursos para la compra de estantes.

Las entregas comenzaron en septiembre de 2024 y se extendieron hasta enero de 2025, según reportes del propio gobierno. Los kits ya han sido distribuidos en ollas comunes de 17 distritos de Lima Metropolitana, entre ellos San Juan de Lurigancho (395 kits), Carabayllo (131), Lurigancho (122), Puente Piedra (58), Ancón (32), Cieneguilla (52), Villa El Salvador (12), entre otros.

Así, varias ollas comunes de Lima terminaron recibiendo cocinas por duplicado.

La superposición de entregas se hace evidente al revisar las fechas de las actas de entrega. Por ejemplo, la olla común “El Mirador de Julio C. Tello”, en Carabayllo, recibió el 27 de diciembre de 2024 un kit completo del Midis. Solo un día después, el 28 de diciembre, la Municipalidad de Lima le entregó una cocina más pequeña, de solo dos hornillas.

Algo similar ocurrió en San Juan de Lurigancho. La olla común “Nuevo Renacer de San Isidro” recibió el 28 de diciembre la cocina con balón de gas entregada por el municipio. Dos días más tarde, el 30 de diciembre, el Midis le entregó una cocina más grande, de tres hornillas, junto con el resto de utensilios. Esta duplicidad se repitió en varias ollas comunes, con intervalos de apenas días o semanas entre una y otra entrega.

La distribución de cocinas por parte de la Municipalidad de Lima se realizó en tres fechas distintas, como se puede ver en las transmisiones en vivo de sus canales digitales: el 7 de octubre, 18 de noviembre y 28 de diciembre de 2024. En cada uno de estos actos públicos, el alcalde Rafael López Aliaga destacó que las cocinas permitirían a las mujeres iniciar sus propios emprendimientos.

“Porque esto [la cocina] les da independencia, permite que ustedes produzcan y que puedan vender también su producción”, afirmó en noviembre, durante un evento en la Plaza de Armas.

Sin embargo, esa idea no se encuentra reflejada en los documentos oficiales. En las actas de entrega firmadas por las representantes de las ollas comunes, se establece claramente que tanto la cocina como el balón de gas deben ser utilizados exclusivamente por la olla común y solo para cumplir con los fines que esta tiene. Además, se especifica que los bienes deben permanecer en el local, incluso si cambian de responsables, y no pueden trasladarse ni usarse para fines personales.

Cubissa: la empresa beneficiada

Las cocinas de la marca Cubissa, entregadas por la Municipalidad de Lima entre octubre y diciembre de 2024, cuentan con una garantía de 12 meses que cubre cualquier defecto de fabricación. Sin embargo, muchas de ellas no están siendo utilizadas, no por fallas técnicas, sino porque no responden a las necesidades reales de las ollas comunes.

Cubissa es una empresa relativamente nueva. Inició operaciones en julio de 2020 y, según su registro en la Sunat, su principal actividad económica es la fabricación de productos metálicos. En 2023 fue proveedora de exprimidores de limón para EsSalud y de ollas de acero para el programa Cuna Más. En noviembre de 2024 obtuvo el contrato más lucrativo de su historial: el suministro de cocinas semi-industriales para la Municipalidad de Lima.

La empresa fue fundada por Margarita Zúñiga Mercedes, Elena García Cortegana y Darlene Muguerza Coronado, quien actualmente se desempeña como gerente general.

Durante el proceso de selección, Cubissa compitió con tres empresas: Ensigna S.A.C., Grupo Peruano de Negocios Romas S.A.C. y J y N Proveedores S.A.C. Aunque ninguna de ellas tenía experiencia previa en la venta de cocinas, sí contaban con un historial más amplio como proveedoras del Estado, especialmente en la venta de utensilios, menaje, víveres y otros bienes similares.

La justificación de la compra aparece en las bases del proceso. Según el documento, las visitas realizadas por el programa municipal Hambre Cero detectaron que muchas ollas comunes de Lima cocinan más de 60 raciones diarias usando equipos inadecuados: cocinas con fuego débil que dificultan la cocción o terminan quemando los alimentos. En algunos casos, incluso, todavía se cocina a leña, lo que expone a las cocineras al humo y pone en riesgo su salud. Por ello, se planteó la necesidad de adquirir cocinas semi-industriales que mejoraran las condiciones de trabajo y seguridad.

Sin embargo, en la práctica, las cocinas compradas no cumplieron ese propósito. Son equipos pequeños, con poca potencia y capacidad, que no se ajustan a la realidad de las ollas comunes, donde se preparan alimentos para decenas de personas todos los días.

La cocina de la municipalidad no es apta para los recipientes grandes que usan las ollas comunes. En cambio solo puede usarse para tareas menores, de uso personal o doméstico.
La cocina entregada por la municipalidad no es apta para los recipientes grandes que usan las ollas comunes. Solo sirve para tareas menores, propias de un uso familiar.
Fotos: Brayan Ramos

El problema con las cocinas del Midis

Aunque las cocinas entregadas por el Midis sí cumplen con las características necesarias para ser utilizadas en las ollas comunes, muchas aún no pueden usarse porque no han sido instaladas. El motivo es que el Núcleo Ejecutor de Compras (NEC), la instancia encargada de gestionar este proceso, no ha enviado a los técnicos responsables de ponerlas en funcionamiento.

“Nos dijeron que no podíamos conectarla hasta que viniera el técnico. Pero ya han pasado más de dos meses y no viene nadie”, cuenta Eva Laguna, representante de la olla común Virgen de Fátima.

Hasta el 3 de marzo, el Midis había entregado cocinas y kits a 898 ollas comunes en Lima Metropolitana. Sin embargo, muchas de estas cocinas permanecen almacenadas, sin uso, debido a la demora en la instalación.

“Estoy esperando desde enero al técnico”, reclama Gladys Rafaele, presidenta de la olla común Corazón Sagrado.

El problema no es menor. Las dirigentas han recibido la advertencia de no conectar las cocinas por su cuenta, ya que cualquier falla provocada por una mala instalación anula la garantía del equipo. “Cuando nos la entregaron, el señor dijo que no podíamos usarla todavía porque faltaba que un técnico la arme. Mientras tanto, no podemos meterle mano. Pero no sé hasta cuándo vamos a esperar. La cocina sigue ahí guardada”, dice Gilberto Arias, de la olla común Dos pueblos unidos.

Congeladoras: otra compra con problemas

En mayo de 2024, la Municipalidad de Lima adquirió 1036 congeladoras por casi un millón de soles, con el objetivo de apoyar a las ollas comunes de la ciudad. El proceso de compra se desarrolló entre el 14 de marzo —cuando se publicó la convocatoria— y el 16 de mayo, fecha en que se firmó el contrato con la empresa ganadora: Industrias Roland Print S.A.C. (INROPRIN S.A.C.).

Sin embargo, todo el proceso se ejecutó sin un marco legal claro. Recién el 10 de junio, casi un mes después de firmado el contrato, se aprobó la Ordenanza N° 2624, que formalizó la entrega de bienes a las ollas comunes. Esta norma estableció que el objetivo era “mejorar la gestión de los alimentos perecibles y reducir el desperdicio, a través de la adquisición y dotación de bienes muebles”.

Solo dos días después de publicada la ordenanza, el 12 de junio, se realizó la primera entrega de congeladoras. Las entregas continuaron durante los meses siguientes.

INROPRIN ganó el contrato tras competir con otras seis proveedoras y presentar la oferta más baja para entregar 1,036 congeladoras por S/775,964. Posteriormente, el 2 de octubre, la municipalidad firmó una adenda para adquirir 259 congeladoras adicionales por S/193,991. En total, la empresa facturó S/969,955. Los equipos, marca Miray, cuentan con una garantía de 12 meses.

Pero más allá de los cuestionamientos legales y administrativos, la entrega misma dejó escenas preocupantes. En agosto, durante un acto público realizado en plena Plaza de Armas de Lima, representantes de diversas ollas comunes tuvieron que cargar las congeladoras sin ningún tipo de asistencia logística por parte de la municipalidad. Las imágenes generaron indignación en redes sociales y medios de comunicación.

La situación fue tan criticada que el alcalde Rafael López Aliaga tuvo que ofrecer disculpas públicas. “Algunas de ustedes tuvieron que llevar su congeladora arrastrándola. Yo lamento esa falta de logística. Les pido disculpas”, reconoció en un acto realizado en septiembre.

Cristel Mejía, presidenta de la olla común Sector Las Lomas de San Juan de Miraflores, vivió ese episodio en carne propia. Fue citada con cinco compañeras a las 10 de la mañana frente a la municipalidad. Esperaron más de cuatro horas bajo el sol. Luego, sin ayuda ni herramientas, arrastraron la congeladora hasta donde estaban los vehículos.

“No hubo nadie de la municipalidad que nos ayudara a cargar ni había herramientas para moverla. Solo nosotras mismas, empujando, jalando como podíamos. Ese día ayudé a siete compañeras más a llevar sus congeladoras”, cuenta Cristel.

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Representantes de una olla común empujan por la pista la congeladora entregada por la Municipalidad de Lima durante un acto público en agosto de 2024.
Foto: Difusión

Aunque las congeladoras fueron promovidas como una solución para conservar alimentos, las autoridades municipales también las presentaron como una oportunidad para emprender. Durante los actos públicos, la gerenta de Desarrollo Humano, Isabel Ayala, señaló que servirían como un “medio de ingresos económicos” y para iniciar un “negocio propio”. El alcalde también declaró que estos bienes buscaban impulsar “emprendimientos propios” desde las ollas comunes.

Sin embargo, ese discurso no se encuentra respaldado por la normativa vigente. La Ordenanza N° 2624 no autoriza el uso de las congeladoras para fines comerciales. Por el contrario, establece que los bienes deben ser utilizados exclusivamente para fortalecer el funcionamiento de las ollas comunes, fomentar su sostenibilidad y atender las necesidades básicas de sus beneficiarios, sin importar quiénes integren la directiva o representen a la organización.

Las bases del proceso de licitación también son claras: la adquisición tiene como fin “contribuir al cumplimiento de los fines y objetivos de las ollas comunes para los beneficiarios más necesitados y la población más vulnerable de Lima Metropolitana”. En sus antecedentes, se señala que la necesidad de congeladoras surge por la falta de condiciones adecuadas para almacenar alimentos perecibles. No hay mención alguna a la promoción de negocios propios.

Por esta razón, algunas dirigentes como Cristel Mejía prefieren no usar todavía las congeladoras. Tienen temor de que se interprete como un uso indebido y se las retiren. “No queremos que piensen que las estamos usando para otra cosa”, afirma.

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El marco legal poco claro para el uso de la congeladora genera temor entre las integrantes de una olla común de San Juan de Miraflores que quieren usarla como parte de un emprendimiento.
Foto: Brayan Ramos

Ese temor no es infundado. La misma ordenanza establece, en su artículo 12, que las gerencias municipales encargadas deben verificar que los bienes se usen conforme a los fines establecidos. Y en caso de detectar un uso inadecuado, el artículo 11 indica que se notificará a la olla común para que devuelva el bien en un plazo máximo de cinco días hábiles.

Pese a estas observaciones y a las deficiencias en la entrega, la municipalidad continuó con nuevas compras. La noche del 27 de marzo, adjudicó un contrato a la empresa Multinegocios Internacionales Sudamerica S.A.C por S/ 383,160 para la compra de 465 congeladoras más. El contrato aún no se ha suscrito. Multinegocios compitió con otras 5 empresas y ganó porque el precio que presentó en su oferta económica fue el más bajo.

Las compras públicas realizadas por la Municipalidad de Lima para apoyar a las ollas comunes han estado marcadas por demoras, falta de coordinación logística y cuestionamientos al marco legal que las respalda. Estos casos reflejan la necesidad de mejorar la planificación y supervisión en la ejecución de este tipo de adquisiciones, especialmente cuando están dirigidas a poblaciones en situación de vulnerabilidad.

El silencio de la Municipalidad de Lima

Para este reportaje, Salud con lupa se comunicó el 26 de marzo con la gerenta de Desarrollo Humano de la Municipalidad de Lima, Isabel Ayala, para solicitarle una entrevista sobre la compra de cocinas y congeladoras destinadas a las ollas comunes. Hasta el cierre de esta edición, no hubo respuesta. En una investigación previa sobre la compra de alimentos para estas organizaciones, la Municipalidad respondió con un comunicado en tono amenazante, advirtiendo posibles demandas en lugar de brindar explicaciones.

Salud con lupa envió también un cuestionario al Núcleo Ejecutor de Compras del Sector Metalmecánica (NEC) del Ministerio de la Producción sobre las compras de cocinas que le encargó el MIDIS. No obtuvimos respuestas, pero conseguimos acceso a la información a través de la ley de transparencia.