Esta es la primera entrega de una investigación colaborativa entre El Foco y Salud con Lupa.
En la mañana del último viernes, luego de terminar su guardia, la enfermera Carmen repitió la rutina que había realizado los dos días anteriores. Salió del área de Emergencia del hospital Edgardo Rebagliati, donde atiende a pacientes infectados con la COVID-19, y se dirigió a la playa Miller, lugar en que EsSalud ha levantado una estructura temporal para aplicar la vacuna que inmunizará a su personal médico de primera línea. Carmen hizo su cola para ser inoculada con la vacuna de Sinopharm, pero, luego de identificarse, recibió por tercera vez la misma respuesta: usted no figura en el padrón.
“Somos varias colegas de Emergencia que seguimos sin aparecer. Se acuerdan de nosotros cuando nos piden dar el pecho ante la pandemia, pero nos dejan desprotegidas. Es como si para nuestras autoridades no existiéramos”, dice Carmen, quien pidió el anonimato ante el temor de represalias.
Lo que cuenta Carmen no se trata solo de una apreciación personal. Colgado en las rejas de la entrada a la playa Miller, hay un afiche con un código QR para que el personal de salud lo escanee y pueda ingresar su número de DNI, fecha de emisión y, así, ver el día que le corresponde vacunarse. Cuando Carmen ingresó todos sus datos, la respuesta del sistema fue: no válido.
Las vacunas de Sinopharm llegaron el domingo 7 y dos días después comenzó el proceso de vacunación. Fue un despliegue mediático pocas veces visto. Las cámaras de televisión registraron cómo las personas a cargo de jefaturas recibían la primera dosis. Sin embargo, la realidad en las afueras de los hospitales era totalmente opuesta: caos y desorden. En el hospital Rebagliati se comenzó por vacunar a personal administrativo y trabajadores médicos que no eran de la primera línea.
Es así cuando desde el Sindicato Base de Enfermeras del hospital Rebagliati decidieron armar una lista de personal de la primera línea que habían sido ignoradas. Hasta el viernes, la nómina estaba en 200. En este registro figuran personal de Hospitalización, Emergencia, UCI, Pediatría y la Central de Esterilización. “Desde el primer día no hubo planificación estratégica de la vacunación. El martes se han vacunado personas que no están en contacto directo con los pacientes infectados. Los administrativos también tienen derecho a vacunarse, pero hay una prioridad. Hubo un desorden total”, señaló Flor Bazán, secretaria del sindicato.
El viernes en que la licenciada Carmen hizo su cola para recibir la vacuna no se registraron protestas grupales en el exterior de la playa Miller, como sí sucedió en los días anteriores. Esta vez los reclamos fueron individuales. Y es que para ese momento en EsSalud ya habían creado un software instalado a una tableta para coordinar mejor la vacunación. Según testimonios recogidos, la razón para no seguir con la protesta es que la consideran una pérdida de tiempo y una mayor humillación porque ninguna autoridad asume la responsabilidad.
“Cuando fuimos a vacunarnos la respuesta fue: ‘no estás en el padrón’. Le preguntamos a los médicos encargados a quién debíamos reclamar y nos mandaban con nuestra jefatura. Ahí nuestra jefa simplemente nos decía que ya había mandado su lista y que era responsabilidad de Recursos Humanos. Nadie se hacía responsable y solo nos decía que esperemos. Nos sentimos humillados porque el mensaje del gobierno era que Emergencia y UCI sería prioridad”, señaló otra enfermera de Emergencia del Rebagliati.
Pero, hay otro motivo que también desmotiva continuar con las protestas: las represalias. El mensaje llegó con una resolución emitida el jueves 11 de febrero por el gerente general de EsSalud, Alfredo Barredo, donde advierte a todos los funcionarios y servidores del seguro social a no “causar o promover desórdenes y/o realizar conductas, actitudes, o cualquier otro acto que perjudique o atente contra el proceso de vacunación”. Su incumplimiento, según la resolución, “generará responsabilidades administrativas, civiles y penales, según corresponda”.
“Nos enviaron ese documento que, en la práctica, nos impide denunciar públicamente las fallas. Ahora solo lo podemos hacer a través del canal interno de la Oficina de Integridad. Prácticamente nos quieren callar. No quieren que hagamos ningún tipo de reclamo porque lo consideran un atentado a la vacunación”, mencionó un enfermero del Rebagliati, cuyo nombre, pese a trabajar en la primera línea, no aparece entre los primeros vacunados.
Este miedo a las represalias por parte de la Gerencia General de EsSalud ha llevado a canalizar sus reclamos de manera anónima a la prensa o a través de videos con sus trajes de protección para no ser reconocidos. En uno de estos videos, colgado en Facebook, el personal de salud del área de Hospitalización del Rebagliati envía un mensaje con carteles que dice “estoy esperando en primera línea poder vacunarme. Es mi derecho”.
En el caso de los médicos, Rosa Quillay, presidenta del Cuerpo Médico del Rebagliati, también denunció la ausencia de personal que trabaja cara a cara contra la COVID-19. La cifra exacta de médicos perjudicados todavía no se tiene. “Fue todo un desorden el primer día. Médicos de Emergencia e intensivistas no aparecían en el padrón. Pero a través de cada área y jefatura estamos presionando para que los médicos que faltan sean incluidos cuanto antes, dijo Quillay.
Desde el área de Comunicaciones del Hospital Rebagliati reconocieron problemas en el padrón de personal de salud que debía ser vacunado con prioridad. No obstante, aseguraron que los problemas se estaban resolviendo y se completará con la llegada de las 700 mil dosis restantes.
El último sábado la licenciada Carmen acudió por cuarto día consecutivo a la playa Miller para ver si EsSalud ya la había considerado en el padrón de personas de la primera línea para recibir vacuna. Esta vez su nombre sí aparecía, y ese mismo día fue vacunada.