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El valor de las plantas y rituales del pueblo Wayuu durante la pandemia

El pueblo indígena Wayuu, en La Guajira (Colombia), ha enfrentado la crisis sanitaria sin el respaldo del Gobierno. El uso de mascarillas, el conocimiento sobre las plantas medicinales y rituales han servido para contener el avance del virus en una de las zonas con menos agua potable del país.

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Una indígena wayuu baila la Yonna en la comunidad Jepimana en zona rural de Maicaco (Colombia).
EFE/Carlos Ortega

Cuando la covid-19 ya empezaba a golpear Colombia, una anciana de la Alta Guajira soñó que el virus iba a llegar a las comunidades indígenas e iba a matar a mucha gente. Fue entonces cuando el pueblo Wayuu comenzó a protegerse, combinando su medicina y los protocolos básicos como el uso de mascarillas y el lavado de manos.

En el sueño, los espíritus le decían que para prevenir la muerte era necesario que bailasen la yonna, la danza reservada para agradecer o armonizar el territorio; se dieran baños con hierbas naturales como la bija, y llevaran una pulsera roja, color que simboliza la sangre del parto y la primera menstruación.

Los Wayuu habitan en la península de la Guajira, situada al norte de Colombia, y representan al 20.5 % de la población indígena del país. Además de basar su economía en la cría y el pastoreo de ganado caprino, y en el cultivo en huertas, son reconocidos por su trabajo textil, pues para ellos es como un arte que les permite expresar cómo conciben la vida.

"Cuando llega la pandemia nosotros no estábamos preparados de ninguna manera", cuenta la autoridad tradicional de la comunidad de Jepimana, María Cristina Epieyuu. Entonces, los indígenas redujeron sus contactos y en muchos casos dejaron de ir a los núcleos poblados a vender sus artesanías, sus mochilas y bolsos elaborados con hilos de colores que son casi su único sustento.

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Un grupo de indígenas que preparan las plantas tradicionales wayuu en la comunidad Jepimana en zona rural de Maicaco (Colombia)
EFE/Carlos Ortega

Poco acceso a servicios de salud

En 2020, la covid-19 no atacó con tanta fuerza a La Guajira, pero en marzo de este año la curva de contagios se disparó y solo ahora se comienza a aplanar.

En este departamento, donde viven 880 mil personas, se han reportado 41.894 casos de covid-19 y 1.317 fallecidos por esta enfermedad, aunque la falta de documentación de casos entre los indígenas es muy grande. "En la comunidad Wayuu hubo personas que murieron, pero no sabemos exactamente si fue por covid porque no se hicieron pruebas", dice Aura María Epieyuu, maestra de Jepimana. Ella misma padeció la enfermedad y dice que controló la enfermedad con hierbas tradicionales en casa.

"Para la gripe y la congestión, Epieyuu cuenta que se cocina la raíz de wararat junto a la hierba de anamú, y se toma en infusión tibia, pero cuando comenzaron las alertas por el coronavirus todos los wayuu recomendaron beber bija porque aleja los malos espíritus y las enfermedades. "Así la ciencia no haya comprobado su efectividad para nosotros ha sido de bastante ayuda", asegura.

Desde la lógica occidental creemos que la sanación nos la provee el médico, pero para algunas comunidades indígenas es el sabedor ancestral el que les provee la sanación y la posibilidad de recuperar su armonía", subraya el jefe de la Oficina de Promoción Social del Ministerio de Salud, Alejandro Cepeda.

El valor de las plantas

La etnia Wayuu tiene varias prácticas medicinales que han empezado a estudiarse desde hace algunos años. En 2015, un estudio realizado por el profesor de la Universidad de la Guajira, Jairo Rafael Rosado Vega, en los municipios de Riohacha, Manaure, Maicao y Uribia, determinó que existen 175 plantas asociadas al tratamiento de un gran número de enfermedades que aquejan a los indígenas.

Los resultados obtenidos permitieron identificar una gran biodiversidad florística ligada a los mitos y creencias de los Wayuu, y la influencia de un conjunto de animales de los cuales se derivaría la transmisión y generación de las enfermedades que los aquejan.

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Cuando la covid-19 ya empezaba a golpear Colombia, una anciana de la Alta Guajira soñó que el virus iba a llegar a las comunidades indígenas y que iba a matar a mucha gente. Fue entonces cuando el pueblo wayuu comenzó a protegerse con su medicina y mascarillas.
EFE/Carlos Ortega

Durante la pandemia, los territorios indígenas de La Guajira se blindaron con medicinas tradicionales que se elaboran a base de raíces, cortezas, flores, hojas o tallos de plantas que crecen en la región. La 'malua' o también conocida como bija usada para curar la fiebre, el resfriado y calmar la tos, junto a otras plantas como el eucalipto y el matarratón han sido sus aliadas.

Los conocimientos de la medicina ancestral Wayuu y del uso de las plantas están en manos de Ouutsü (Piache-Médica) y Alüjülii (Yerbateras), consideradas las especialistas más respetadas entre las comunidades.

Este año los Wayuu dieron un paso importante con la creación de su ‘Vademécum de plantas medicinales’, una cartilla que recopila sus conocimientos para que varias comunidades indígenas puedan utilizar las plantas propias del territorio y sabiduría a su alcance como recursos de salud.

La escasez de agua

El agua siempre ha sido escasa en La Alta Guajira, una región caracterizada por paisajes áridos y desérticos. Los wayúu viven en rancherías dispersas a lo largo de 15.300 kilómetros de desierto. Esto ha significado un reto continuo en el abastecimiento del recurso.

En la ranchería de Jepimana, que está a medio camino entre la capital departamental, Riohacha, y la denominada capital indígena del país, Uribia, falta agua y electricidad. El molino que sacaba el agua subterránea llevaba años dañado, así que las 25 familias de Jepimana y sus animales dependían de un pozo manual con poca capacidad. Este año la ONG Oxfam pudo ayudarles a sustituirlo como parte de un programa de prevención de covid-19 financiado por la Agencia Europea de Cooperación.

El problema no es aislado. Aunque existen 1.200 pozos y molinos en el departamento de La Guajira, el 70% se encuentra inoperativo por falta de mantenimiento. El programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Colombia ha ido capacitando a integrantes indígenas en trabajos técnicos para reparación y mantenimiento de molinos de viento y pozos de agua en los últimos años, pero hace falta que se convierta en una política pública del Estado para que se consolide.

La vacunación

El Gobierno está empezando a incluir el saber ancestral en su intervenciones sanitarias en la zona. "Hay que entender que las condiciones de salud propias y las 'occidentales' son complementarias, no excluyentes y ninguna tiene que estar por encima de la otra", dice Alejandro Cepeda.

Ahora el reto es la vacunación. En Jepimana, casi todos están vacunados aunque ha sido un tema bastante complejo. "Hubo muchos mitos acerca de la vacuna y hay otras mentes que son muy débiles que dicen que no porque la vacuna es lo que les va a matar", explica la líder de Jepimana, Virtud Epieyuu.

En La Guajira se está llevando a cabo la vacunación masiva. Desde el 15 de junio, el gobernador Nemesio Roys Garzón anunció que este departamento tendría un plan de vacunación diferencial. Todas las personas mayores de 16 años tienen acceso a la vacuna sin regirse por los grupos de edad como lo hacen en el resto del país. Según cifras parciales del Ministerio de Salud, ya se ha vacunado a 112.500 indígenas de Colombia.

"Queremos apoyar la sabiduría ancestral, pero también ser conscientes que la vacuna es una acción complementaria para salvaguardar su vida y la de sus comunidades", apunta Cepeda.


Con información de Agencia EFE

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