Los catorce distritos de la provincia de Grau, en Apurímac, dependen de dos centros de salud: Vilcabamba, en una localidad del mismo nombre y el San Camilo de Lellis, en Chuquibambilla, la capital del distrito. Este último es un centro de salud de categoría I-4 inaugurado en abril de 2018, apenas dos años antes del inicio de la pandemia. Grau no cuenta con ningún hospital. El covid-19 desnudó las falencias de su sistema sanitario de tal manera que debieron instalar su centro de aislamiento temporal en un terminal terrestre, en Chuquibambilla. Es allí donde los contagiados son atendidos.
Si bien Grau presenta 1,059 infectados hasta el 16 de junio de 2021, según el área de Epidemiología de la Dirección Regional de Salud (Diresa) de Apurímac, la sensación de vulnerabilidad es amplia. Se trata de una región donde la incidencia de pobreza monetaria creció de 29.1% en el 2019 a 35.5% en el 2020 a raíz de la crisis. Una región donde el 26.9% de los hogares no accede a los servicios básicos, de acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) y la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) de 2020.
La politóloga apurimeña Esmelida Zea, quien justamente vive en Chuquibambilla, en la provincia de Grau, considera que la insatisfacción social, aunada a la desconfianza en las instituciones públicas y al hecho de considerar al cajamarquino Pedro Castillo como “alguien del pueblo” hizo que la sierra peruana se inclinara por su propuesta mayoritariamente. “Las personas sienten que los representa porque sus orígenes son los mismos. Además, es alguien que no ha ocupado cargos públicos y, por tanto, no cuenta con antecedentes de corrupción”.
En la primera vuelta, Castillo ganó en 81 de los 84 distritos de Apurímac, y quedó en segundo lugar en los tres restantes. En la segunda vuelta, el resultado fue igual de arrasador: 81.465% a favor de Castillo y tan solo 18.535% a favor de Fujimori. Zea considera que hay un factor fundamental: el trabajo de hormiga del Magisterio educativo. En Grau, de hecho, cuentan con el Instituto Pedagógico Gregorio Mendel. No existe otro centro de estudios superior. “Los profesores son la base social del distrito. Casi todos estudian para ser maestros. Me animaría a decir que cada familia tiene por lo menos un docente. No es extraño que hayan optado por Castillo. El centralismo limeño tal vez no lo entienda, pero nosotros sí”, afirma Esmelida Zea.
Apurímac es una de las reservas mineras del Perú. Sin embargo, ello no ha significado un desarrollo palpable en la región. Grau colinda con Cotabambas, provincia donde se asienta el proyecto Las Bambas. Un proyecto que ha estado caracterizado por tensiones y conflictos. “Somos una de las regiones más pobres del país a pesar de tener minas de cobre. Si bien Keiko Fujimori prometió entregar el 40% del canon minero a la población de las áreas de influencia, aquí la gente tiene muy claro lo que ella representa. Ella está ligada a las grandes empresas. Es más factible que Castillo exija lo que nos corresponde”.
Fue precisamente en Cotabambas, en el distrito Haquira, en la institución educativa N° 50684 José Carlos Mariátegui donde Fuerza Popular no obtuvo un solo voto. De 190 electores hábiles, 175 marcaron el rostro de Pedro Castillo o el símbolo de Perú Libre. No hubo votos en blanco, pero sí 15 votos nulos.
Cajamarca: la región fragmentada
Cuando se habla de una región se suele generalizar a la población. Cajamarca es uno de esos casos donde el análisis requiere mayor profundidad. A pesar de que Pedro Castillo nació en Puña, en el distrito de Tacabamba, provincia de Chota, en Cajamarca no obtuvo una mayoría abrumadora como sí en la sierra sur del país. En la segunda vuelta, Castillo obtuvo el 71.280% de los votos mientras que su contrincante, Keiko Fujimori, alcanzó el 28.720%.
“Es una región compleja, con varias realidades. Diría que partida. Mientras la Cajamarca del Norte es una zona conectada con la costa y el oriente peruano, la Cajamarca del sur está aislada”, dice Gianfranco Vigo, comunicador para el Desarrollo cajamarquino y, además, consultor en temas sociopolíticos. Eso puede comprobarse con nitidez en los resultados de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
Existen distritos donde Fuerza Popular logró un apoyo importante como Cajabamba (44.295%) o Contumazá (39.163%), y otros donde rozó el 30% como San Miguel (28.918%) o Jaén (30.017%). “La educación superior se concentra en provincias como Jaén o Cajamarca. En primera vuelta esas provincias optaron por candidaturas como las de Hernando de Soto o Rafael López Aliaga. Esas poblaciones evalúan otras variables para determinar su voto”, agrega Vigo.
Por su parte, la cajamarquina Teresa Santillán, abogada especialista en gestión pública, sostiene que hay un componente racial que también influye en la elección. “En Cajamarca se sigue sufriendo discriminación. Es algo que en la sierra sur ya se superó, pero aquí todavía hay desdén por las personas del campo como Pedro Castillo”. En Cajamarca la tasa de analfabetismo es alta. Según el censo de 2017, el 14.8 de la población no sabe leer ni escribir.
En Chota, cuna de las rondas campesinas, Castillo consiguió 85.917% mientras Fujimori tan solo un 14.083%. No obstante, ha sido Hualgayoc, la provincia donde el candidato de Perú Libre barrió con la elección: 90.401%. Fujimori, en tanto, no llegó a los dos dígitos: 9.599%. Hualgayoc no solo es un lugar donde las rondas campesinas son la base social, sino también es una zona aquejada por la minería. “Las mineras de Hualgayoc fueron parte del soporte económico financiero del virreinato del Perú. Los pasivos mineros que se carga desde aquella época persisten hasta la actualidad. Por eso Hualgayoc es antiminera. Los conflictos socioambientales han ido en escalada, y las personas confían en que Castillo paralice ciertos proyectos”, explica Teresa Santillán.
Según el último reporte de la Defensoría del Pueblo de mayo pasado, Cajamarca presenta ocho conflictos sociales, seis de ellos activos y dos latentes. En algunos incluso no ha habido diálogo entre las autoridades y la ciudadanía. Es el caso de las comunidades de Bambamarca, Chugur, Hualgayoc, Pulan y Querocoto donde no se han entregado los resultados de las muestras de sangre de 211 personas para conocer el impacto de la minería en sus organismos. También están demandas que datan de hace una década, como la declaración de inviabilidad del proyecto de exploración minera Conga de la empresa Yanacocha debido a la presunta contaminación de cuatro lagunas consideradas como cabeceras de cinco cuencas hidrográficas.
Son 12 las mesas de votación donde Pedro Castillo le ganó a cero a Keiko Fujimori. Ocho provienen de Chota, dos de Hualgayoc, una de San Ignacio y una de la provincia de Cajamarca.
Cusco: un cambio de sistema
Cusco se ha erigido como otro de los bastiones de Perú Libre en las recientes elecciones generales 2021. En la segunda vuelta, Pedro Castillo se hizo con el 86.560% mientras Keiko Fujimori obtuvo el 13.440%. De las trece provincias, Keiko no ganó en ninguna. De hecho, su mejor resultado se registró en Cusco provincia donde arañó el 30%: 74,858 votos que significaron un 28.447%. Otro dato destacable: en siete de las trece provincias del Cusco, el partido cuyo símbolo es el lápiz superó el 90% de las preferencias.
Una tendencia que podía advertirse por algunos incidentes en la campaña, como cuando la candidata Fujimori se vio obligada a cancelar un mitin a fines de mayo debido al rechazo que suscitó entre la población cusqueña. El antifujimorismo, según dicen varios analistas, es el partido político más grande del Perú. Pero el escaso apoyo a Fuerza Popular también tendría que ver con un voto antisistema. “El voto del sur suele ser distinto al resto del país. Históricamente a lo largo del siglo XX hubo una resistencia al modelo hegemónico y al status quo. Hay un pasado innegable de movilizaciones campesinas que exigen una reestructuración política y social”, cuenta la politóloga y socióloga cusqueña Lucila Rozas.
En el Cusco la incidencia de pobreza monetaria extrema creció de 3.6% en el 2019 a 8.2% en el 2020. Pero no solo el Estado de Emergencia ha mellado el poder adquisitivo de la gente. Hay problemas anteriores que no solo no se reducen, sino que se agravan. Un ejemplo es el porcentaje de anemia en niños de 6 a 35 meses. Si en el 2012 era un 50.7%, en el 2019 aumentó a 57.4%. Lo mismo ocurre con el porcentaje de hogares que no cuentan con acceso a servicios básicos: desde el 2017 no ha podido bajar del 34%. Se trata pues de zonas con un déficit histórico de oportunidades.
Después de Loreto, Cusco es la región con más conflictos sociales del Perú: 22 en total, de los cuales 15 están activos y siete latentes. Inclusive presenta un caso nuevo que data del mes pasado. El 15 de mayo, miembros de la comunidad campesina de Ccollana, distrito de Velille, provincia de Chumbivilcas bloquearon la carretera de acceso a la empresa minera Hudbay por varias razones: desean ser incluidos como área de influencia directa del proyecto y, además, piden una indemnización por daños ambientales y sociales.
Lucila Rozas cree que otro punto que inclinó la balanza a favor de Pedro Castillo fue la esterilización forzada de más de 300 mil mujeres durante el gobierno de Alberto Fujimori. “Ha habido una negación sistemática de que esto haya sucedido de parte de Keiko Fujimori. Negarlo es quitarles la posibilidad de conseguir justicia”, explica. En Chumbivilcas, donde se creó una asociación de mujeres afectadas por las esterilizaciones, Fuerza Popular obtuvo un 3.542%. Son doce las mesas de votación donde Perú Libre se impuso a cero a Fuerza Popular. La mitad provienen de la provincia de Chumbivilcas. Ya no sorprende.
Cusco, además, es la región más golpeada por la pandemia en lo que a turismo se refiere. Según el Instituto Peruano de Economía, entre septiembre de 2019 y septiembre de 2020 se perdieron 89 mil 754 puestos de trabajo. Urge impulsar el turismo de manera responsable, y atender la fractura social entre el campo y el espacio urbano.
Ayacucho: cuando el terruqueo no funciona
Luego de Puno (89.256%), Huancavelica (84.810%) y el Cusco (83.198%), Ayacucho es la cuarta región donde Pedro Castillo obtuvo un mayor dominio en la segunda vuelta: 82.637%. En ocho de las once provincias el profesor rural superó el 80% de las preferencias. Ello a pesar de que uno de los ejes de campaña de Fuerza Popular fue relacionar a Perú Libre con el terrorismo. Como se sabe, la primera acción de Sendero Luminoso fue asaltar la oficina electoral de Chuschi, en Ayacucho, en mayo de 1980. A partir de allí, la escalada de violencia se extendió a la sierra central, y finalmente al resto del país.
Sin embargo, esa asociación no caló en el electorado. En Huanta y Huamanga, dos provincias que padecieron el fuego cruzado del terrorismo y las Fuerzas Armadas, se ubican las tres mesas donde Keiko Fujimori no logró ni un solo voto. La victoria más holgada ocurrió en la institución educativa José de San Martín, en el distrito Vinchos, en Huamanga: 212 votos a favor de Perú Libre y ninguno a favor de Fuerza Popular.
“Si en algún sitio del país la gente está harta de ser considerada terrorista es Ayacucho. Todo este vocabulario de acusación y persecución a los adversarios que impulsó el fujimorismo en los últimos 20 años ha llegado a su techo, y produce reacciones adversas. La derecha se embriagó en su propio sentido de la intolerancia. Creyeron que bastaba con acusar de terrorista a un candidato tibiamente progresista para sacarlo de carrera, y no. El terruqueo ya no funciona”, analiza el sociólogo Guillermo Nugent.
Para Nugent el detalle más revelador de estas elecciones es la extensión del voto andino por un solo candidato. “Es la primera vez en los últimos 20 años que la totalidad de las regiones andina le han confiado su voto a una misma opción. Hay un voto rural es verdad, pero lo abrumador es el voto andino de Cajamarca hasta Puno por Castillo. No recuerdo algo parecido en este siglo”.
Se ha repetido hasta el cansancio que el país está dividido en dos debido al apretado resultado de la segunda vuelta. No obstante, Nugent tiene otra lectura. “Hay una desproporción impresionante entre voto y territorio. El país no está partido en dos. Una pequeña parte del territorio que posee una gran concentración electoral ha votado por Keiko Fujimori mientras que una cantidad parecida de votantes, pero repartida en la mayor parte del territorio se ha decidido por Castillo. Eso debe tomarse en cuenta, porque no es el mismo espacio”, señala.
De las 25 regiones del Perú (incluida la Provincia Constitucional del Callao), Pedro Castillo lideró en 16, en la segunda vuelta. No es una casualidad que las regiones más excluidas y desiguales hayan elegido a un candidato que ha prometido un cambio en el tejido social. Un voto reivindicativo que se ha propuesto acabar con las brechas entre Lima y las regiones. El pedido de Fuerza Popular de anular actas, principalmente de regiones de la sierra, supone desconocer el raciocinio y la voluntad de millones de compatriotas.