A inicios de enero, el Ministerio de Salud confirmó que nos encontramos en una tercera ola de covid-19. El promedio de casos nuevos pasó de unos 3 mil al día (registrados en la última semana de diciembre) a más de 24 mil (en la quincena de enero de 2022); es decir, solo en dos semanas, el número promedio de contagiados por día se multiplicó ocho veces. Pero, mientras los contagios subían de manera exponencial, la tasa de fallecidos solo presentó un ligero aumento.
¿Qué ocurrió en esta tercera ola que la hizo diferente a las demás? Para el epidemiólogo César Ugarte, la clave ha sido la vacunación y no las restricciones sociales, porque estas han sido cada vez menores (por ejemplo, en la tercera semana de enero se eliminó el toque de queda en todo el país). De acuerdo al Repositorio Único Nacional de Información en Salud (Reunis) del Ministerio de Salud, al 16 de febrero, el 82% de la población recibió su primera dosis y el 72%, la segunda. Con respecto a la dosis de refuerzo, cuya aplicación comenzó en diciembre, se alcanza una cobertura del 28%.
Estas cifras confirman un avance en la vacunación en el ámbito nacional; sin embargo, no en todas las regiones se ha avanzado al mismo ritmo. Cuatro de ellas aún no superan el 70% de su población vacunada con la primera dosis. Doce de ellas tampoco alcanzan ese mismo porcentaje para la cobertura de la segunda dosis.
Los niveles más bajos corresponden a la Amazonía. Por ejemplo, Madre de Dios apenas tiene la mitad de su población vacunada con dos dosis. Los más jóvenes son los que menos han sido inmunizados, pero también se observa un importante porcentaje de mayores de 80 años que no ha recibido su esquema completo de vacunación.
Loreto, Amazonas, Ucayali y Puno apenas alcanzan el 55% de población con dos dosis. Salud con Lupa comprobó que en estas regiones la tasa de fallecidos sí tuvo un aumento significativo durante enero, es decir, al inicio de la tercera ola, lo que podría explicarse por el poco avance en su vacunación.
¿Por qué la vacunación avanza de manera desigual? ¿Por qué a nivel nacional aún hay un 30% de personas que no ha recibido sus dos dosis? “Un error descomunal sería pensar que todos los que faltan vacunarse son antivacunas; muchos tienen razones lógicas, pero necesitan ser involucrados por el Estado. En ese 30% están los más vulnerables, por ejemplo, poblaciones indígenas que están siendo olvidadas”, explica el investigador César Ugarte.
Las poblaciones más olvidadas
Al asumir el cargo, el ministro de Salud, Hernán Condori, juró “por las comunidades asháninkas, donde laboro hace más de veinte años; por los aymaras y quechuas, por mis orígenes”. Pero son precisamente las poblaciones indígenas las más ignoradas en el proceso de vacunación, un eje central del sector Salud.
En Ucayali, la directora regional de Salud, Victoria Rivera, explicó que las comunidades indígenas, como los asháninkas, que viven en la provincia de Atalaya, a una hora en avión de la capital del departamento, Pucallpa, son las que menos se han vacunado en la región por la poca información que han recibido. De acuerdo al Reunis, la población vacunada con dos dosis en la referida provincia no llega ni al 30%.
Otra limitación de esta región es su falta de personal de salud. Victoria Rivera ha reconocido que en toda la región solo hay 17 centros de vacunación porque “no podemos vacunar si no hay presencia de un médico”. Según explica, un sector de su población todavía teme que las vacunas contra la covid-19 provoquen algún efecto secundario de gravedad.
En la provincia de Satipo (Junín), donde históricamente están situadas la mayoría de comunidades asháninkas, tampoco se ha logrado vacunar ni a la mitad de su población con dos dosis.
Por su parte, Juan Carlos Mendoza, director de la Dirección Regional de Salud (Diresa) Puno, aseguró que la principal causa de la baja cobertura de vacunación en su región es que las poblaciones quechua y aymara tienen poco acceso a la información ofrecida por los medios de comunicación. A ello se suman los grupos antivacunas y religiosos, que se oponen a la inmunización por sus propias creencias, y que estarían convenciendo a estas poblaciones.
Salud con Lupa también alertó hace unos meses que las mujeres aymaras temían ser esterilizadas sin su consentimiento, como ocurrió hace casi treinta años durante el gobierno de Alberto Fujimori, en esta ocasión a través de las vacunas.
“Las personas no son las que deben adaptarse al sistema de salud, sino al contrario. Durante años, hemos visto cómo los centros de salud solo atendían de ocho de la mañana a una de la tarde, y los que no podían acercarse en esas horas del día ya no recibían atención. Ahora, hay quienes no pueden acudir a los centros de vacunación o no quieren hacerlo por sus propias razones; entonces es el sector Salud el que debe acercarse a ellos”, recomienda el epidemiólogo Ugarte.
¿Qué acciones ha tomado el Gobierno?
El primer ministro Aníbal Torres dijo hace un par de días que, de ser necesario, se realizarán jornadas de vacunación durante las 24 horas del día, una actividad que hasta el mes pasado se llevaba a cabo los fines de semana y era conocida como “vacunatón”. Torres, sin embargo, no ha dado mayores detalles de este anuncio.
En Puno, se han puesto en marcha campañas de comunicación a través de piezas gráficas, en zonas claves como bancos o mercados, y materiales audiovisuales en lenguas originarias. Además, se ha previsto visitar casa por casa a las familias que tengan niños aptos para recibir sus dosis de la vacuna contra la covid-19. Estas estrategias estarían dando resultado porque hasta hace un par de meses Puno era la región con menos dosis aplicadas y ahora ese lugar lo ocupa Madre de Dios. Sin embargo, si consideramos el esquema completo de dos dosis más una de refuerzo, Puno sigue teniendo la menor tasa de cobertura.
Por su parte, las autoridades de salud de Ucayali anuncian que en marzo, cuando bajen las lluvias, realizarán una nueva visita a la provincia de Atalaya con un helicóptero solicitado al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.
En Madre de Dios y Loreto, se están organizando reuniones con autoridades locales, regionales y organizaciones representativas de pueblos indígenas para impulsar la vacunación en estas poblaciones, sobre todo en los menores entre cinco y once años, que están a solo unos días de iniciar sus clases presenciales. Así lo informó el Viceministerio de Interculturalidad del Ministerio de Cultura hace una semana.
Para el investigador César Ugarte la clave es identificar los grupos que no quieren vacunarse y sus problemas, para realizar intervenciones focalizadas y adaptadas a cada población. “Creo que en este tiempo sí se ha avanzado con la vacunación, pero cuando nos acercamos a ritmos más difíciles de alcanzar, las estrategias deberían ser más efectivas. No es lo mismo realizar campañas de vacunación en poblaciones rurales que en Ica o Lima”, dice.