Nadie quiere descubrir que un ser querido o uno mismo tiene cáncer demasiado tarde. Tampoco vivir la impotencia de atravesar esta enfermedad sin el tratamiento adecuado o tener que endeudar a toda la familia para pagar las cuentas de la terapia. Esa es, probablemente, la motivación de quienes deciden adquirir un seguro oncológico: pensar que, si el cáncer llega a sus vidas —como le sucede a más de 69 mil personas cada año en Perú—, tendrán la mejor atención posible. Sin embargo, como muestran las quejas contra Oncosalud difundidas esta última semana, ese deseo no se ve cumplido.
En Twitter, el periodista Enrique Patriau compartió la experiencia que su familia estaba pasando en Oncosalud con el tratamiento de su madre, diagnosticada con cáncer a la vejiga. El elevado costo del internamiento, pese a que la paciente pagó por más de 20 años su afiliación a este programa oncológico, sólo era una parte de la denuncia. “Lo terrible, lo que no se puede disculpar, es que un seguro oncológico sea incapaz de evitar el sufrimiento de sus pacientes. Mi madre ha estado gritando de dolor por horas y no llegaba ni una enfermera”, contó Patriau.
Como explicamos en un anterior informe, Oncosalud no es una aseguradora, sino una Institución Administradora de Fondos de Aseguramiento en Salud (IAFAS). Debido a ello, la empresa del grupo Auna no es supervisada por la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP, pero sí por la Superintendencia Nacional de Salud. Hasta el momento, esta entidad sólo ha sancionado a Oncosalud una vez por no avisar a sus afiliados los cambios de los términos de sus programas, pero la compañía llevó al Poder Judicial la multa de 43 mil soles para no pagarla. Esta misma estrategia usó Oncosalud con las decenas de multas que le impuso el Indecopi en los últimos ocho años.
Luego del testimonio de Patriau, varios usuarios sumaron sus testimonios para expresar su descontento con Oncosalud. Por la larga espera para agendar un chequeo, por lo superficial que era para los afiliados ese chequeo, por los cobros extra de exámenes y consultas pese a pagar por una cobertura, por la ausencia de cuidados paliativos, por las trabas para terminar el contrato.
Estos reclamos, que deben ser evaluados por Susalud, también son una oportunidad para hacernos algunas preguntas. Si contratamos un seguro o programa oncológico, ¿estamos recibiendo lo que nos ofrecieron? Y si estamos pensando en adquirir una póliza, ¿cómo podemos asegurarnos de que el programa cumple con los estándares para la prevención y atención del cáncer?
Entre la publicidad y el contrato
Hace tres años, cuando Carlos* contrató el programa Oncoplus de Oncosalud para su familia, lo hizo convencido por la afirmación que le hizo el vendedor de seguros: “te cubre todo”. En su sitio web, la empresa también indica que Oncoplus cubre 100% del tratamiento oncológico. Pero un asterisco advierte que existen exclusiones y gastos no cubiertos. ¿Cuáles son? Carlos, al igual que muchos otros afiliados, se enteró cuando le pidieron que pague.
—Pasamos el chequeo oncológico [el año pasado] y nos derivaron a consulta con un endocrinólogo y con un dermatólogo. Nos mandaron a la Clínica Delgado y nosotros estábamos confiados en que todo lo teníamos cubierto, pero ahí nos quisieron cobrar. En Oncosalud me dijeron que si bien el plan cubría el 100%, no cubría las interconsultas —cuenta Carlos. Este usuario había viajado de Ica a Lima con su esposa y su hijo para ese chequeo. Después de pagar más de S/ 200 al mes y de invertir en el traslado y la estadía, lo último que esperaba era más gastos.
En este caso, la oferta que le hicieron a Carlos y a su familia al momento de contratar con Oncosalud, guardaba distancia con las condiciones que efectivamente ofrece su programa oncológico.
Cuando una afiliada pidió por WhatsApp que le envíen su póliza, le dijeron que su solicitud sería atendida en cinco a siete días. Luego, le enviaron un enlace donde figura el resumen de las condiciones de su programa oncológico. Otros afiliados cuentan con el mismo resumen, que está disponible en la página web de Oncosalud y consta de casi 60 páginas. En una de ellas, hay un link hacia otra página, donde finalmente sale el detalle de los exámenes oncológicos que cubre la empresa.
Para el médico oncólogo Jesús Anampa, es importante que los seguros oncológicos sean transparentes sobre lo que cubren, pero especialmente sobre lo que no cubren. Y por supuesto, es importante exigir esa información en el contrato antes de afiliarnos.
—Ellos son expertos en cáncer. Saben, por ejemplo, que para el cáncer de mama, necesitas cirugía, quimioterapia, inmunoterapia, etc. Entonces, una póliza debe ser redactada con claridad: ‘el seguro no te incluye esto que es importante o indispensable en caso necesites tratamiento’. Otras veces ofrecen evaluación anual de detección de cáncer, pero no te dicen qué cáncer —explica Anampa.
Ese es un primer punto para revisar. Todos los planes de Oncosalud incluyen chequeos periódicos, que tienen por objetivo la detección temprana de enfermedades oncológicas. Pero para muchos de los afiliados, esas revisiones resultan decepcionantes por su simpleza. Entonces, ¿cómo saber si el chequeo oncológico que nos ofrecen es el adecuado?
La meta: detectar a tiempo
Cuando se trata del cáncer, es crucial la prevención. Podemos eliminar nuestros factores de riesgo, pero nunca descartar por completo las posibilidades de pasar por el cáncer en algún momento de nuestras vidas. Por eso, el principal objetivo para los médicos es la detección temprana, que está relacionada con tasas más altas de curación. Sin embargo, no todos los tipos de cáncer tienen un examen que haya demostrado eficacia para detectar en una etapa temprana la enfermedad.
—Para que un examen de screening [detección] sea implementado tiene que cumplir dos cosas: que efectivamente detecte a tiempo y que esté demostrado que esa detección puede disminuir la mortalidad del cáncer —precisa el oncólogo Jesús Anampa.
Los tipos de cáncer para los cuales hay exámenes de detección temprana son el cáncer de mama, de próstata, de colon, de cuello uterino y de pulmón. Esos son los exámenes que debería ofrecer todo chequeo oncológico.
Aquí es necesario hacer una nueva precisión: cada uno de estos exámenes está dirigido a un perfil de paciente y tiene una periodicidad recomendada. Por ejemplo, las mamografías, que apuntan a identificar a tiempo el cáncer de mama, están consideradas para mujeres a partir de los 40 años, según las guías de la American Cancer Society. En cambio, los exámenes de despistaje de cáncer de cuello uterino están recomendados para mujeres desde los 25 años. Y dependiendo de la edad, el tiempo recomendado entre cada examen también varía. Este también es un criterio a considerar antes de contratar un seguro oncológico.
—Los seguros deberían ser transparentes sobre la edad en la que aplica lo que cubren. Porque si la persona no aplica para la mayoría de exámenes de detección, en realidad no está recibiendo lo que le decía el folleto. Un usuario puede pensar ‘estoy pagando por detección temprana de cáncer’, pero en la práctica su póliza no lo incluye —anota Anampa.
Si una persona tiene 20 años, por ejemplo, no califica para ningún examen de detección temprana. Entonces, si cuenta con un seguro oncológico, su chequeo probablemente incluirá exámenes de rutina para evaluar su condición general de salud, hábitos de vida y para identificar posibles señales de sospecha, pero no una prueba específica para detectar cáncer.
Y claro, como le pasó a Carlos, es probable que las consultas más especializadas no sean cubiertas como parte del chequeo anual que ofrece Oncosalud. A ello se suma que, como reportan diversos afiliados, conseguir cita para el chequeo no es nada sencillo.
El vía crucis de las citas
En junio de 2019, Andrea* tenía agendada su consulta anual en Oncosalud. Había insistido tanto para esa cita que cuando le dieron un horario, no dudó en pedir permiso en el trabajo y poder presentarse en la hora y fecha indicada. Días antes, la empresa se había comunicado con ella por mensajes y llamadas para confirmar el chequeo. Sin embargo, cuando llegó al local ubicado en la avenida Guardia Civil, encontró que todas las citas se habían cancelado porque el edificio estaba sin luz. Su chequeo quedó pospuesto para octubre. Pero el día de la cita, llegaron más malas noticias.
—Nos dijeron que nos iban a reprogramar el examen de sangre. Estábamos molestos. Nosotros trabajamos, era imposible pedir permiso otra vez para atendernos— recuerda Andrea, quien fue a ese chequeo junto a su hermano, también afiliado.
Otros usuarios en redes sociales dan fe de la demora que han encontrado para agendar una simple cita. Una de ellas es la odontóloga Cynthia Espinoza, quien se afilió a Oncosalud en 2016 y no logró pasar por ningún chequeo en los tres años que pagó por el programa oncológico.
—Para afiliarte, te ofrecen todo. Que vas a poder atenderte en todas las sedes del grupo Auna, que vas a tener un chequeo preventivo anual. Pero llamé en diciembre para sacar una cita y me dijeron que tenían disponibles horarios recién en marzo. Luego llamé para confirmar la cita y me dijeron que ya no tenían marzo, que ya para mayo. Era una simple cita de chequeo y nunca me la dieron —contó Cynthia a Salud con lupa.
Si bien Oncosalud es una empresa conocida por llamar hasta el hartazgo para conseguir afiliados, una vez que se firma el contrato, son los afiliados quienes se ven obligados a realizar llamada tras llamada para conseguir la atención de Oncosalud.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, “los programas oncológicos deben diseñarse para reducir los retrasos y los obstáculos al acceso a los servicios de diagnóstico, tratamiento y atención”. Los testimonios compartidos por usuarios de Oncosalud muestran que este programa oncológico está lejos de ese ideal.
La atención que merecemos
Este último sábado, una semana después que su hijo denunciara públicamente el maltrato que recibía en Oncosalud, la madre del periodista Enrique Patriau falleció. El programa oncológico más importante del país no pudo garantizar que esta paciente de cáncer en fase terminal reciba adecuados cuidados paliativos. “Imaginarán que en una emergencia sus familiares, amigos o ustedes mismos posiblemente se enfrenten al dolor del cáncer avanzado sin poder remitirlo. ¿Para eso pagamos?”, había cuestionado Patriau el sábado pasado.
Si el primer objetivo que debería cumplir un seguro oncológico es detectar temprano el cáncer, el segundo es tratarlo cuando se detecta. Y cuando el cáncer está avanzado, esa terapia debe incluir también cuidados paliativos poniendo siempre por delante la dignidad de la persona.
—Ante esos cáncer, se busca: Uno, prolongar la vida. Es decir, aumentar el tiempo de vida de un paciente. Dos, mejorar la calidad de vida. Porque de nada sirve alargar la vida de un mes a dos años cuando van a ser dos años miserables. Es una parte indispensable del manejo oncológico y los seguros deberían ser claros en detallar lo que cubren sobre cuidados paliativos, porque, por ejemplo, el dolor es el síntoma más común en estos pacientes —explica el oncólogo Jesús Anampa.
Además, como cada tipo de cáncer tiene varios tratamientos dependiendo del estadío del paciente, es importante verificar que el seguro oncológico detalla cuáles cuenta y cuáles no cuentan con cobertura para sus afiliados. Esto debería quedar consignado en la póliza y también debería ser informado a las personas al momento de ofrecerles el seguro. De otra forma, los usuarios se enteran de esta noticia de pagos costosos en el momento en el que nadie quiere pensar en dinero: cuando la vida o la salud de un ser querido está en riesgo.
*Se mantienen en reserva los nombres completos de los afiliados y exafiliados a Oncosalud.
Los pendientes con los pacientes de cáncer en el sector público
En marzo de este año, el Gobierno aprobó el reglamento de la Ley Nacional del Cáncer que plantea, entre otros puntos, garantizar la cobertura integral de salud para los pacientes oncológicos. Es decir, que los pacientes puedan acceder a todos los servicios de salud que necesiten para la detección, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Sin embargo, como han denunciado asociaciones de pacientes, el Gobierno no ha cumplido con implementar las disposiciones para que este reglamento se aplique.
Por ejemplo, aún no existen normas técnicas sobre los procesos de evaluación de nuevas tecnologías sanitarias —que incluyen medicamentos y tratamientos innovadores—; el umbral de alto costo que marca el rango de cobertura sobre el valor del tratamiento anual para los pacientes; y la gestión de la red nacional oncológica.