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Perú, entre la esperanza y la incertidumbre por la asunción de Pedro Castillo

Un profesor de escuela rural asumió la presidencia del Perú por primera vez en 200 años de vida republicana. En su discurso, Pedro Castillo reivindicó a las poblaciones excluidas y delineó las primeras medidas de un gobierno que se enfrentará a un Congreso hostil desde el primer día.

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El profesor de escuela rural Pedro Castillo tomó posesión del cargo de presidente de la República y dio un primer mensaje a la nación con reivindicaciones a los excluidos y primeras medidas de su administración.
EFE/El Congreso

El Perú abrió un nuevo ciclo histórico con la toma de posesión de Pedro Castillo, la primera vez en sus 200 años de historia republicana en que el país será gobernado por un profesor de escuela rural, natural de Chota, Cajamarca.

En una jornada cargada de simbolismos, Castillo, de 51 años, se convirtió en el jefe del Estado ataviado con su tradicional sombrero chotano, de paja y ala ancha, un terno con motivos indígenas y con un primer discurso largo y sobrio. Su alocución estuvo cargada de reivindicaciones históricas, promesas de mejoras sociales y propuestas de reforma económica, pero sin estridencias, ni amenazas ni rupturas radicales.

Ante el Congreso, Castillo insistió en sus promesas de mayor gasto público e intervención estatal en la economía, pero reafirmó también la defensa estricta de la propiedad privada y mantuvo su propuesta de formular una nueva Constitución sin romper la legalidad de la vigente.

Familia y jefes de Estado

"Juro por Dios, por mi familia, por mis hermanas y hermanos peruanos, campesinos, pueblos originarios, ronderos, pescadores, docentes, profesionales, niños, jóvenes y mujeres, que ejerceré el cargo de presidente de la República por el periodo 2021-2016. Juro por los pueblos del Perú, por un país sin corrupción y por una nueva Constitución", afirmó el presidente en su juramento.

Castillo juró ante representantes de los poderes del Estado, el Congreso en pleno, sus familiares más cercanos y media docena de jefes de Estado invitados a la asunción como el rey de España, Felipe VI y los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; de Bolivia, Luis Arce; de Chile, Sebastián Piñera; de Colombia, Iván Duque, y de Ecuador, Guillermo Lasso.

En un discurso atípico, Castillo hizo una rememoración histórica de las injusticias que durante siglos hicieron de Perú un país dividido en castas y sostenido por el abuso a esclavos, migrantes y poblaciones indígenas, a quienes reivindicó como sus antepasados.

"Este Gobierno ha llegado para gobernar con el pueblo y para construir desde abajo. Es la primera vez que nuestro país será gobernado por un campesino. (...) Yo también soy hijo de este país fundado sobre el sudor de mis antepasados", afirmó el nuevo mandatario mientras era observado desde las gradas del Congreso por sus ancianos padres, una pareja de jornaleros analfabetos.

Momento crítico

En su discurso, Castillo reconoció que Perú vive un "momento crítico" y delineó las prioridades de su Gobierno para salir de la crisis económica, social, sanitaria y política que vive. En ese sentido, apuntó que los primeros pasos que dará serán para luchar contra la pandemia de covid-19, la reforma e impulso del sistema de salud, la mejora de la educación y la reactivación económica.

Para tranquilizar a la población alarmada tras una muy polarizada y encarnizada campaña electoral y muy temerosa ante las posibles políticas económicas del nuevo Gobierno, Castillo garantizó que el Estado peruano seguirá siendo "garante de la propiedad privada" y que sus planes no buscan "una economía estatista".

Insistió, sin embargo, en que buscará combatir la corrupción, los abusos económicos y los monopolios, en que los proyectos de explotación mineros deberán tener "rentabilidad social" bajo pena de no ser admitidos y en que el gasto público, al menos en educación y salud, deberá multiplicarse.

Frente a la tercera ola

En su mensaje también resaltó la necesidad de que el Perú se prepare para “una tercera ola de contagios” de covid-19. El mandatario recibe uno de los países del mundo más golpeados por la pandemia, con alrededor de 195 mil muertos por esta enfermedad.

Castillo Terrones se comprometió a continuar con el proceso de vacunación iniciado por el gobierno del expresidente Francisco Sagasti, que hasta la fecha ya ha vacunado, con ambas dosis, a más de 4 millones de peruanos. El objetivo del nuevo presidente será llegar a fin de año con más del 70% de la población protegida con dos dosis.

El mandatario anunció la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y aseguró que su administración creará programas para repatriar a los científicos peruanos que tuvieron que emigrar por falta de oportunidades.

Su discurso incluyó varias promesas de obras de infraestructura en salud. Por ejemplo, la entrega de hospitales materno-infantiles, neoplásicos, clínico-quirúrgicos, de medicina tropical y de salud bucal en cada región; y la construcción de hospitales en el distrito de San Juan de Lurigancho en Lima, y en el Vraem.

“La salud física y mental será primera prioridad en el Gobierno, concretaremos un sistema de salud universal, unificado, gratuito, descentralizado y participativo”, anunció Castillo. Este proceso requerirá una comisión integrada por el Ejecutivo y el Legislativo.

Mayor descentralización

El presidente hizo una defensa enfática de la descentralización y de las culturas y los pueblos originarios que habitan en el país, históricamente alejados del poder y discriminados y a quienes dijo representar. En ese sentido, anunció que no gobernará ni residirá en el Palacio de Gobierno, la denominada "Casa de Pizarro", que dijo convertirá en un museo a cargo de un nuevo "Ministerio de las Culturas".

Su discurso fue ampliamente aplaudido por los diputados de su formación, Perú Libre, y recibidos con mera cortesía por el resto del Legislativo, poblado mayoritariamente por diputados recelosos hacia la figura del nuevo mandatario.

Sin gabinete

Durante su alocución, Castillo no hizo ninguna referencia a quiénes formarán su Ejecutivo, una nómina sobre la que ha mantenido un estricto hermetismo. De hecho, en un primer momento se afirmó que el Consejo de Ministros tomaría juramento en la tarde de hoy, pero finalmente ese anuncio se pospuso al menos hasta el viernes.

Castillo asumió el mando con la certeza de que no tendrá "luna de miel" entre sus opositores, mayoritarios en el Congreso, una situación que ya se vio desde la noche del 6 de junio, cuando se empezó a vislumbrar el triunfo del maestro rural sobre la candidata derechista Keiko Fujimori.

Durante semanas, Fujimori denunció sin pruebas fehacientes la existencia de un "fraude" cometido a manos de Castillo y Perú Libre. Ese fraude es inexistente para la justicia peruana y para la comunidad internacional, pero dilató por mes y medio la proclamación de Castillo con más de un millar de demandas y recursos legales sin sustento.

Desde sectores de la derecha política y mediática se llegó a instar incluso a las Fuerzas Armadas a rechazar al mandatario y dejar la presidencia del Perú en manos del presidente del Congreso, lo que en la práctica hubiera sido un golpe de Estado.

Esperanza y miedo

En las calles, los peruanos reciben al profesor Castillo enfrentados entre la esperanza (34 %) y la incertidumbre (29 %), entre la confianza (16 %) y el miedo (15 %), como reflejó una reciente encuesta elaborada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP).

Esos temores tienen nombre propio: Vladimir Cerrón, el líder y fundador del partido Perú Libre, al que Castillo reemplazó como candidato presidencial de la formación política por estar inhabilitado legalmente a postularse debido a una condena por corrupción cuando era gobernador de la región andina de Junín.

Hasta ahora es una incógnita cuánta influencia tendrá dentro del Gobierno de Castillo este médico neurocirujano formado en Cuba y que actualmente es la cara más conocida de la izquierda radical peruana.

El rechazo que genera Cerrón es tan grande que el 85 % de los peruanos no lo quiere ver activamente en torno al Ejecutivo, algo que parece compartir Castillo, cuya actitud es más concertadora y conciliadora que la del presidente de su partido.

Con información de la Agencia EFE

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