En estas últimas semanas, una cuadrilla de antivacunas ha invadido las redes de Salud con Lupa para intentar descalificar nuestro trabajo con mentiras e insultos. Algunos aseguran, sin prueba alguna, que nos financian los laboratorios que producen las vacunas contra la covid-19, o que formamos parte de la “agenda de despoblación” de los gobiernos. Según sus teorías conspiranoicas, la pandemia y el proceso de inmunización son solo una estrategia para controlar la vida de todos los seres humanos. Sus palabras furiosas son la respuesta a un reportaje que publicamos en el mes de agosto: “Ocho grupos antivacunas difunden mentiras en el país”. Con la intención de intimidarnos, los antivacunas envían mensajes agresivos por correo electrónico y por redes sociales a la autora del reportaje. En los grupos de Telegram del movimiento Médicos por la Verdad, circula una foto de nuestra periodista y se azuza a sus huestes a defenderse frente a lo que ellos consideran un ataque. En su visión fanática de la pandemia, cualquier evidencia o prueba contundente les cae como un golpe.
Si en Salud con Lupa hemos intensificado nuestra investigación sobre los grupos antivacunas en el Perú es porque somos un medio de comunicación que se debe a la salud y el bienestar público. Ahora, que finalmente hay más vacunas al alcance de la población, es nuestro trabajo reunir evidencia que ayude a nuestra audiencia a tomar decisiones informadas. Las noticias falsas repercuten en nuestra sociedad más de lo que quisiéramos aceptar: tan solo basta con ver algunos vacunatorios vacíos para comprobarlo. Nuestra lucha contra la desinformación no es una rencilla personal con ninguna organización o individuo en particular. Simplemente estamos esforzándonos por cumplir con nuestro trabajo.
Urge que los profesionales de la comunicación asumamos nuestra labor con compromiso porque las noticias falsas siguen extendiéndose en nuestra sociedad y están alcanzando niveles cada vez más deplorables. La organización antivacunas Médicos por la Verdad ha estado circulando un video en redes sociales donde un grupo de niños le pide a los adultos que los “protejan” de las vacunas. Una niña pregunta: "¿Se han olvidado de que tengo sistema inmunológico?" Otro reclama: “Yo no soy tu conejillo de indias”. El mensaje que los menores se han aprendido de memoria es “nadie debe experimentar en nosotros”. Los antivacunas no tienen reparos en su afán por minimizar el peligro de la pandemia y el nivel de manipulación en el que pueden caer es una de las mayores amenazas para la salud pública.
Médicos por la Verdad —un movimiento fundado en Europa y que se ha extendido rápidamente por América Latina— es una de las ocho organizaciones antivacunas que operan en el Perú. Con un lenguaje pseudocientífico y un discurso que supuestamente apela a la libertad, dichos grupos ligados a bastiones conservadores difunden teorías de la conspiración, y se han lanzado a las redes y a las calles para minar la confianza pública en el proceso de vacunación contra el coronavirus. Además, se oponen a medidas básicas para frenar los contagios como el uso de mascarillas y promueven irresponsablemente terapias alternativas que no solo resultan ineficaces para enfrentar la covid-19, sino que implican graves riesgos para la salud, como es el caso del dióxido de cloro.
Otro de dichos grupos, Organización Mundial por la Vida (OMV), ha dirigido actividades en una zona pobre del norte de Lima en las que entregaban regalos a madres de familia que se acercaran sin mascarilla. ¿La razón? Según su discurso, usar tapabocas es ceder al miedo. El asesor legal de esta asociación, el abogado Lucas Ghersi, crítica la idea de que se exija a los maestros tener las dos dosis de la vacuna contra la covid-19 antes de volver a las aulas, y ha prometido una lluvia de acciones de amparo en caso la vacunación se volviera obligatoria en el país.
“Francamente, a mí no me interesa la discusión de si la vacuna va a funcionar o no, o de cuál vacuna es más efectiva o menos efectiva. Yo esa discusión se la dejo a los médicos. Mi preocupación es por los derechos fundamentales de las personas”, dijo en declaraciones a este medio. A nosotros, en Salud con Lupa, también nos preocupan los derechos fundamentales de las personas. Para comenzar, el derecho a vivir y a disfrutar de buena salud. El derecho a no enfermarse y terminar en cuidados intensivos o, en el peor de los casos, en la tumba por las decisiones de otros. El derecho a recibir la información veraz y oportuna para tomar mejores decisiones en beneficio de todos.
Por eso, denunciamos las maniobras de grupos de poder como la industria farmacéutica, otras empresas privadas y las autoridades cuando estas perjudican la salud pública; pero también combatimos la desinformación y la charlatanería. Hemos creado una plataforma regional que identifica a los principales voceros de la desinformación en el contexto de la pandemia. Hemos desarrollado una herramienta digital que permite cotejar la efectividad y seguridad de diferentes tratamientos empleados contra la covid-19 a la luz del avance de la investigación científica; y hemos publicado reportajes contra el peligro que representa el movimiento antivacunas.
Evidencia hay de sobra para quien la quiera ver. En Estados Unidos, solo el 0.01% de quienes han recibido el esquema completo de inmunización contra la covid-19, y se han contagiado, ha requerido hospitalización o ha muerto por esta enfermedad, de acuerdo con datos de los Centros para el Control de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). En ese mismo país, los estados con las tasas más bajas de vacunación presentan los niveles más altos de niños hospitalizados por el coronavirus. En España, la mortalidad en los asilos de ancianos se ha reducido en un 97% desde la introducción de las vacunas.
En el Perú, la vacuna de Sinopharm ha mostrado una efectividad de más de 90% en reducir el riesgo de muerte, según un estudio del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC) realizado entre profesionales de la salud. A fines de agosto, el epidemiólogo Percy Mayta-Tristán explicaba el resultado del análisis de datos recientemente liberados por el Ministerio de Salud: aproximadamente una de cada dos personas (45%) hospitalizadas por covid-19 y que no estaban vacunadas fallecieron; sin embargo, entre los vacunados con las dosis completas, solo murió 1 de cada 50 hospitalizados (2.2%).
Pese a ello, como hemos visto, los grupos antivacunas intentan dificultar el avance de la vacunación con la difusión de mentiras. Sus datos falsos viajan rápido en la red, inoculan miedo y llevan a tomar decisiones equivocadas que muchas veces se pagan con la vida. Hay quienes han muerto por covid-19 arrepentidos por no haberse vacunado cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo.
Combatir la desinformación requiere elevadas dosis de periodismo. Desde Salud con lupa, seguiremos investigando e informando a nuestra comunidad con el mayor rigor posible. El 'troleo' y la violencia verbal, sin ningún argumento sólido de los grupos antivacunas, confirma la urgencia de seguir en este empeño.