Una reciente crisis familiar me ha enseñado mucho sobre lo que significa ser un amigo solidario.
Mi padre, cuya esposa falleció recientemente, fue hospitalizado brevemente en enero, lo que me llevó a subirme a un avión, con mi perro a cuestas, para ayudarlo en su recuperación. Ambos tenemos muchos amigos y colegas que nos han llamado y enviado mensajes de texto para apoyarnos.
¿Cómo estás? ¿Qué puedo hacer para ayudar? ¿Alguna novedad?
Este es el tipo de mensajes que yo misma he enviado cuando me he acercado a un amigo que estaba pasando un mal momento. Sin embargo, lo que he aprendido durante esta experiencia es que muchas de esas llamadas y mensajes bienintencionados pueden ser a veces más una carga que una ayuda.
Hoy voy a compartir algunas de las lecciones que he aprendido de esta experiencia. Esta es una breve guía sobre lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer para ayudar.
Sí: Piénsalo dos veces antes de llamar. Me sorprendió la frecuencia con la que sonaba el celular de mi padre y lo agotador que era para él (y para mí). A menudo, las llamadas lo despertaban del sueño que tanto necesitaba. Me hizo darme cuenta de que las llamadas telefónicas durante una crisis, aunque bien intencionadas, pueden resultar intrusivas y agotadoras. Obviamente, las llamadas telefónicas son apropiadas en ciertas situaciones, pero mi consejo es que, si puedes, evites llamar en el momento álgido de la enfermedad o la crisis.
No: Envíes mensajes de texto para obtener información. Intenta evitar mandar un texto que requiera una respuesta. ¿Cómo lo estás llevando? ¿Cómo te sientes? ¿Qué se sabe? Si tu texto termina con un signo de interrogación, hace que el paciente o el cuidador tengan que responder.
Sí: Envía un texto de apoyo. Los textos son menos intrusivos que las llamadas telefónicas y pueden leerse en nuestro tiempo libre. Los mejores textos han sido los que compartían pensamientos de apoyo, ofertas de ayuda o enlaces a un artículo interesante, un recuerdo fotográfico o un video divertido, y luego terminaban con un “Solo pensaba en ti. No hace falta que respondas”.
No: Preguntes a la gente lo que necesita. Muchos amigos han llamado o enviado mensajes de texto amablemente con la pregunta: “¿Qué puedo hacer para ayudar?”. Pero en la niebla de la enfermedad y la pérdida, es muy difícil saber lo que se puede necesitar, así que la mayoría de las veces nos limitamos a decir: “Gracias. Te avisaremos”.
Sí: Haz una oferta concreta de ayuda. En lugar de preguntar qué puedes hacer para ayudar, intenta hacer una oferta específica y permanente que describa cómo podrías ayudar. Mi colega Karen Barrow, cuya madre falleció recientemente, lo expresó de esta manera: “No preguntes cómo ayudar, simplemente ayuda. Envía una comida o ayuda con una tarea”. He aquí algunos ejemplos de cómo ayudar cuando alguien muere o está enfermo:
Puedo ayudarte a escribir notas de agradecimiento.
Estoy encantado de recoger a los niños en la escuela.
Iré a pasear al perro.
Tengo una camioneta si necesitas ayuda con la mudanza o para hacer donaciones.
Puedo hacer gestiones, comprar, llevarte a las citas o recoger las recetas.
Hice rollitos de col (o estofado, raviolis, lasaña o galletas). Los dejaré en tu entrada. (Mucha comida llega en los primeros días de una crisis; las comidas de unas semanas más tarde suelen ser una ayuda mayor).
Sí: Usa el correo. Cuando uno está enfermo o afligido, encontrar una tarjeta en el correo es un punto brillante en su día. Para el cuidador, el paseo hasta el buzón es un descanso bienvenido. Las entregas sorpresa, como fruta o flores, también son agradables, especialmente en las semanas posteriores a la muerte de alguien y cuando el flujo inicial de apoyo se desvanece. Abrir un paquete para descubrir una tarta de limón enviada desde Vermont fue un verdadero placer.
Sí: Comparte una anécdota. Las redes sociales pueden ser una gran fuente de consuelo para un enfermo o un doliente. Mi padre ha apreciado leer los comentarios de la gente en su página de Facebook, y ha disfrutado especialmente escuchando historias y recuerdos sobre su difunta esposa.
Obviamente, cada persona tiene sus propias necesidades y preferencias. Las llamadas telefónicas pueden ser inoportunas en una habitación de hospital o durante la recuperación en casa, pero muy apreciadas uno o dos meses después. Cuando pedí a los lectores de Well que compartieran sus ideas sobre el cuidado de los enfermos, el consejo más común fue este: dejar que el paciente dirija. Y ese es el mayor reto para los amigos que quieren mostrar su apoyo: determinar lo que cada persona o familia necesita para su situación específica.
Aunque no hay una solución única para todos, mi mejor consejo es que los pequeños gestos son importantes. Una tarjeta en el correo, una historia divertida que te haga reír o un pastel de limón sorpresa dejado en la entrada siempre serán un momento luminoso en el día de alguien.
Tara Parker-Pope es columnista de salud, comportamiento y relaciones. Es la editora fundadora de Well, el galardonado sitio de salud para el consumidor del Times. @taraparkerpope |
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