La serie Las pastillas y yo tiene el apoyo del
Cuando hablamos de salud mental, se suele creer que las únicas voces autorizadas son los psiquiatras y psicólogos, pero las personas que viven con un trastorno o condición de salud mental son también expertas por su experiencia. Porque han aprendido a conocer su diagnóstico, la forma cómo conviven con él, y tienen un valioso conocimiento para orientar a otras a buscar ayuda o evitar que cometan algunos errores que ya vivieron en carne propia.
En el Perú, la atención de la salud mental basada en el modelo comunitario se propone colocar a las personas usuarias como verdaderas protagonistas de su proceso terapéutico y crecimiento personal. Sin embargo, ese cambio de perspectiva en la medicina es también un cambio cultural que llevará tiempo en asimilarse, sobre todo, entre los profesionales que tienen solo una mirada biomédica de la salud mental, es decir, que la abordan como un problema estrictamente biológico.
Como parte del especial “Las pastillas y yo”, conversamos con un grupo de 19 usuarios de servicios de salud mental en el país que nos brindaron su tiempo y se sintieron en confianza para contarnos sus experiencias con psiquiatras, sus reacciones a los medicamentos, lo difícil que es acceder a medicinas en el Perú y el estigma que aún existe sobre las personas con trastornos mentales que están medicadas.
A veces, las pastillas son como los lentes de medida que te ayudan a mirar mejor. También se rayan y hay que cambiarlas. Las pastillas no son la cura, pero me ayudan a salir adelante. Solas no hacen efecto porque la medicina es integral. Por eso hago terapia con mi psicóloga y trato de ser constante. Ahora evito situaciones que sé que son desencadenantes de [mi depresión] u otras que son dañinas, tóxicas, agresivas y violentas”.
Jesús María, Lima
Kanda es artista visual y dicta talleres a niños y jóvenes. Desde hace algún tiempo, sobrelleva una depresión y el año pasado le diagnosticaron Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Toma sertralina y atomoxetina. A veces no ha podido encontrarlas en los servicios de salud y ha tenido que buscarlas en farmacias privadas. Kanda dice que ha logrado sentirse mejor con ella misma a partir de poner límites a situaciones que la violentaban, priorizar su tranquilidad emocional, valorarse en su diversidad, hablarse con compasión y ayudar a otras personas que pasan por experiencias similares.
¿Lo primero que nos falta es la serotonina y de ahí viene la depresión? ¿o pasaste por un momento adverso en tu vida que ha causado un desbalance en los neurotransmisores? Creo que a veces los psiquiatras ven este problema como un desbalance de químicos en el cerebro, pero no de manera orgánica. Las personas somos más complejas que eso. Somos más que órganos, más que los neurotransmisores. Sí, de repente sí existe esa desregulación pero la pregunta es ¿por qué se da?”
Rodriguez de Mendoza, Amazonas
Maya ha recibido varios diagnósticos a lo largo de su vida: primero le detectaron depresión, luego ansiedad generalizada y Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Ella prefiere no encasillarse y ahora se aproxima a su salud mental más allá de los síntomas. Cuando vivía en Lima para ir a la universidad, Maya solía encontrar sus medicamentos en las farmacias, pero ahora que está en Amazonas tiene problemas para comprarlos, ya que están agotados o son demasiado costosos. Algunas veces ha tenido que pedirle a sus familiares en el extranjero que se los compren allá y se los envíen a su casa. Otro problema que ha padecido con algunas pastillas son los efectos adversos: el litio le causó infecciones urinarias, acné y pérdida de peso. En forma paralela a la medicación, Maya ha seguido psicoterapia EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) y la cognitivo conductual porque sintió que le fueron de gran ayuda en su momento.
En la última cita, el psiquiatra me dijo que me iba a retirar la medicación. Me sentí raro. Recuerdo mi primera cita cuando estaba muy fuera de mí y sentía que debía ser cuidada por alguien más. Pero en la última, ya estaba con trabajo, iba a la universidad y manejaba las situaciones que se me presentaban. Entonces, pensé que estaba bien si dejaba las pastillas. Lo bueno es que el psiquiatra me dijo que podía volver si es que sentía la necesidad de hacerlo. Eso me dio confianza. Seguí entonces con mi terapia psicológica. Luego, mi psicóloga también me dio de alta. Lo que me gustó es que ambas, tanto mi psiquiatra como mi psicóloga, me dijeron que no hay nada de malo si vuelvo porque todo es un proceso”.
Los Olivos, Lima
En el 2018, Alex fue a dos psiquiatras por recurrentes ataques de pánico. La primera doctora no le tuvo paciencia y decidió buscar a otra. La segunda, fue más empática y la acompañó con una terapia de los antidepresivos sertralina y duloxetina. Durante el 2020, Alex empezó a descontinuar poco a poco ambos medicamentos, y sus citas con la psicóloga también empezaron a ser más espaciadas. Ambas decisiones se dieron por voluntad propia y con acompañamiento profesional. A mediados de ese año, Alex descontinuó por completo la terapia farmacológica y psicológica. Si bien ambas le han sido de gran ayuda, han sido cruciales tener un buen círculo de personas de apoyo, estar con su gata y desarrollar espacios de reflexión entre usuarios de salud mental para sentirse mejor.
Atender tu salud mental en un servicio particular es caro y exclusivo. Pocas personas pueden hacerlo y, en el sistema público, hay muy pocas citas y son para los que han podido alcanzarlas. Yo seguí una terapia con medicinas y también fui al psicólogo durante varios años, pero ya no. Ahora solo tomo clonazepam y busco alguna actividad que me distraiga como montar bici o hacer teatro antes que gastar en tratamientos que no me han servido”.
Lince, Lima
Desde joven, Dante ha experimentado mucha tristeza y ansiedad. Su abuelo (que también es usuario de salud mental) solía llevarlo a sesiones colectivas de psiquiatría para personas adultas mayores. Tras unos exámenes, le diagnosticaron un cuadro de ansiedad para el que le recetaron los antidepresivos alprazolam y fluoxetina. Las tomó, pero sintió que las pastillas no tenían efectos positivos ni negativos en él y decidió dejarlas. Tiempo después, retornó al psiquiatra por sus altos niveles de irritabilidad, pero esta vez le prescribieron valproato sódico y clonazepam. Dante tampoco percibió que lo ayudaban, las pastillas eran costosas y tuvo que dejarlas, salvo el clonazepam que toma hasta ahora para dormir. Actualmente, practica un deporte, hace teatro y evita situaciones de estrés para cuidar su salud mental.
Mi mayor problema es que tengo muchos efectos secundarios con las pastillas: temblores, acidez estomacal, exceso de sueño, sensibilidad auditiva, problemas en la piel. A veces, me da temor de que me causen un daño al hígado o que tenga alguna consecuencia a futuro, como que afecte mi cerebro. Me gustaría dejarlas porque quisiera tener una mejor vida sexual, pero también pienso en mi antes del escitalopram. Ahora estoy tomando pastillas anticonceptivas y me gustan sus efectos porque me siento más tranquila. Ya no tengo tanto dolor cuando menstruo, pero no van bien con la lamotrigina que tomo como estabilizador de ánimo”.
Magdalena del Mar, Lima
En el 2019, Paula fue diagnosticada con Bipolaridad tipo 2 y desde que empezó a tomar pastillas para controlar los síntomas ha tenido continuos malestares. Hubo un efecto que la asustó más: le empezó a salir leche de las mamas, es decir, sus niveles de prolactina se elevaron y ella no se lo podía explicar. Muchos de los efectos secundarios de sus medicamentos no le fueron informados por los psiquiatras. Paula ha tenido que descontinuar ciertas pastillas, ya que tienen una mala interacción con sus otros diagnósticos: ovario poliquístico y diabetes. Quiere dejar de tomar medicinas psiquiátricas, pero le preocupa mucho que los síntomas de abstinencia sean peores y sufra recaídas con episodios maníacos que la lleven a comportamientos de riesgo.
En los últimos años hubo una evolución muy grande de los centros de salud mental comunitaria y cada vez son más conocidos. Hay varias personas LGTB que necesitan saber de ellos y los centros necesitan también acercarse más a poblaciones específicas que están vulnerables. Sé de muchas personas que por su orientación sexual e identidad de género pasan problemas de ansiedad y depresión. Por eso, hay que llegar a ellas y no solo esperar a que lleguen a los servicios”.
Bellavista, Callao
Mere se identifica como homosexual. Durante el primer año de la pandemia de covid-19 ingresó al Centro de Salud Mental Comunitaria La Perla debido a que tenía pensamientos suicidas y no podía seguir costeando su terapia en forma particular. En el centro le diagnosticaron ansiedad y depresión, lo que hizo que empezara un tratamiento con pastillas. Mere llegó con el temor de que la discriminen por su identidad de género y su historial con las drogas, pero eso no sucedió.
En mi trabajo había una psicóloga que me dijo que yo necesitaba ir al psiquiatra. Me dió una crisis y ella me llevó de la mano a emergencias del Hospital Larco Herrera. Allí me dieron un montón de medicamentos, como para un mes. Se me ocurrió la idea en algún momento de matarme con pastillas. En el Larco Herrera no hay control ni seguimiento de nadie. Entonces, lo intenté dos veces y por eso es que ya no tomo medicamentos ni los guardo en mi casa”.
Pueblo Libre, Lima
En el 2018, Cinthya decidió visitar a varios psicólogos y psiquiatras por sus conductas de autolesión y consumo de alcohol. Tras estas visitas, le diagnosticaron Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) y le recetaron varios medicamentos: clonazepam, fluoxetina, sertralina y ácido valproico. Sin embargo, decidió descontinuarlos por los efectos adversos (como secreción de leche materna por aumento de prolactina), y por utilizarlos en dos intentos de suicidio por sobredosis.
Cuando el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) se pone feo, puedo tener uno o varios pensamientos intrusivos que están molestándome todo el tiempo. Empecé a tomar clomipramina y fueron desapareciendo esos pensamientos, pero ese medicamento no le funciona a todos. Existen otras alternativas, no hay un solo camino hacia tu bienestar. Por ejemplo, el cannabis me está ayudando mucho con la ansiedad. He tenido psiquiatras con una visión completamente antidrogas. Me decían 'eso del cannabis está mal, es la puerta de entrada para las otras drogas y demás'. Pero actual psiquiatra me dice: 'si te ayuda con la ansiedad y a dormir está bien, consume'".
Pueblo Libre, Lima
Carmen cuestiona las terapias centradas en medicamentos como si fueran la única manera de recuperarse. Ella ha vivido un largo tiempo medicada por sus diagnósticos de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), depresión y ansiedad. Ahora cree que no hay una única receta para sentirse mejor, sino varios caminos en los que hay que tener en cuenta el perfil completo de una persona y no solo un grupo de síntomas.
El TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) no medicado es un infierno. La fluvoxamina me ayuda mucho con los síntomas. En mi caso, redujo los pensamientos ansiosos e intrusivos. Ya no me dan crisis, aunque cuando estoy muy agotado sí se empiezan a manifestar mis síntomas, pero no al extremo de cuando no estaba medicado. Actualmente, sólo tomo medicamentos y no llevo ninguna otra terapia aunque quiero empezar DBT (Terapia Dialéctica Conductual)”.
San Martín de Porres, Lima
Sam se identifica como una persona no binaria. Vive con autismo y le han diagnosticado Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y ansiedad. Su historia con las pastillas empezó con la paroxetina, pero no duró mucho tiempo por los efectos secundarios que le dejaba, sobre todo un malestar estomacal diario. Luego, le recetaron fluvoxamina, pero este medicamento suele estar agotado en los hospitales y no puede comprarlo con dinero de su bolsillo por su alto costo.
Romantizan mucho la terapia con pastillas, ¿sabes? Tik tok la hace ver como si fuera Disney, como si la persona se fuera a la playa y seis meses después toda su vida fuera súper feliz. Y no es así. Con los psiquiatras tengo que estar calmada porque si me exalto me juzgan. Siento que ellos, como profesionales de la salud, deberían ponerse en el lugar de las personas. Para ellos, es muy fácil recetar, pero si sintieran los síntomas de la medicación o alguien de su familia cercana los sintiera, otro sería el tema”.
San Miguel, Lima
La primera vez que Miranda fue al psiquiatra tenía 20 años, pero no pudo continuar la terapia con los medicamentos que le recetó. Durante la pandemia de covid-19, sintió los síntomas del síndrome de abstinencia por haberlos dejado abruptamente y le fue difícil encontrar un nuevo doctor con el que se sintiera en confianza. En 2022, Miranda empezó a ir al psicólogo y conoció a un grupo de usuarios de salud mental que le recomendaron un psiquiatra con el que pudo sentirse segura. Ahora, sigue un tratamiento con sertralina y topiramato.
Al principio te bombardean con lo básico. Estás deprimida, te doy escitalopram. Tienes ataques de ansiedad, te doy Xanax. Mientras iba pasando el tiempo, me sentía bombardeada de medicina por los psiquiatras. Las dejé varias veces y sufrí abstinencia. Me sentía mareada, desconectada y, por momentos, mis emociones estaban anuladas. Si bien quería mejorar y seguir, no sentía que alguna medicina realmente me estuviera ayudando. Conocí a un psiquiatra me habló con honestidad y me recetó litio, quetiapina, lamotrigina y escitalopram. No voy a decir que me adapté rápido: estuve deshidratada, tenía efectos raros, pero una vez que mi cuerpo se adaptó, las medicinas me ayudaron. Dejé de fumar y mi vida se organizó mucho mejor. Hasta ahora sigo tomándolas, pero en dosis más bajas. No creo que sea solamente la medicación, pero es necesaria, te saca del hueco y te ayuda a mantenerte”.
La Molina, Lima
Durante casi cinco años, Daniela ha tomado medicamentos para controlar los síntomas de su Trastorno de Bipolaridad tipo 1 y Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), pero sentía que las medicinas no la ayudaban. En febrero de 2020, luego de salir del hospital, un amigo le recomendó un psiquiatra con el que ha podido encontrar una dosis que realmente la ayuda con su bienestar emocional. Daniela cree que lo que hace la diferencia no son el tipo de pastillas, sino también el acceso a terapias de calidad y las herramientas de autocuidado que ahora practica.
Desde chicos, nos enseñan que sentirse mal no es bueno. Por eso, desde la educación básica deberían normalizar hablar sobre las emociones y no crear prejuicios sobre las personas que están medicadas. Cuando era adolescente le dije a mi mamá que necesitaba terapia con medicinas. Ella me dijo: ‘no, eso es para gente que tiene otro tipo de problemas, tú no los necesitas’. Pero no tienes que ser loco para recurrir a los psiquiatras y tomar medicamentos. Puedes estar atravesando problemas emocionales que ya salen de tu control y no es suficiente con la terapia psicológica”.
Chilca, Lima
En el 2015, Isabel empezó a tomar pastillas y a hacer psicoterapia para sobrellevar su diagnóstico de ansiedad y Trastorno Límite de la Personalidad (TLP). Las primeras dosis de aripiprazol, oxcarbazepina, eszopiclona y clonazepam le generaron varios malestares e incluso llegó a sentir que no podía mover bien su cuerpo. Cuando se lo contó al psiquiatra que por entonces la trataba, le redujo la dosis de medicinas. En 2019, Isabel cambió su terapia psicológica, pero se le hizo difícil seguirla durante la pandemia de covid-19 a través de una pantalla. Recién el año pasado encontró una psiquiatra que también es psicóloga y con ella ha retomado sus sesiones. Para Isabel, tan importante como seguir su terapia con profesionales es mantener sus hábitos de pintar, respirar conscientemente, pasar tiempo con sus gatos, rodearse de un buen círculo de apoyo y tener claridad en sus prioridades en la vida.
Es bueno quitar el tabú al tema de tomar antidepresivos y hacerlo un tema normal. Uno saca un antidepresivo y te preguntan: ‘¿qué te está pasando?’, ‘¿en qué estás cayendo?’, ‘¿cómo vas a tomar esas cosas?’. Es una pastilla y ya está. Pregunten por otras cosas, pregunten ¿cómo están?, ¿qué sienten? o algo así. Cuando tomas pastillas, hay mucha presión para estar bien y no para escuchar y validar”.
Cajamarca
Maggy es estudiante de Psicología. El año pasado se sintió profundamente triste y decidió ir al Centro de Salud Mental Comunitaria “Esperanza de Vida” (Cajamarca). Tras pasar por una entrevista psicológica y una consulta psiquiátrica, le recetaron clonazepam y fluoxetina para la depresión. Si bien su ingreso al centro no fue difícil, Maggy dice que los constantes cambios de psiquiatras y la limitada disponibilidad de citas en este servicio la han obligado a descontinuar la fluoxetina por no contar con una receta actualizada.
Hay profesionales de salud mental que no se informan, no se siguen especializando y te tratan mal en consulta. Por ejemplo, mi psiquiatra me dice que en la carrera sólo ven el autismo en niños, que no les enseñan a manejar esta condición en mujeres adultas. Por eso, es bien difícil encontrar a un profesional adecuado”.
Rímac, Lima
Después de recorrer varios consultorios, Azul Violeta encontró una psiquiatra con la que se sintió cómoda, segura y pudo entender lo que le pasaba. Tras algunas evaluaciones, le diagnosticó autismo y Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Sin embargo, no ha sido fácil hallar a la profesional adecuada y las sesiones tienen un costo que no puede cubrir todos los meses. Los problemas económicos la abruman también cuando tiene que comprar sus medicamentos porque en las farmacias de los hospitales psiquiátricos no recibe un buen trato y suele haber desabastecimiento de medicinas. Conocer a otros usuarios de salud mental y descubrir los fidget toys la han ayudado a sentirse mejor.
Mi receta de metilfenidato dura tres días y es una pastilla difícil de conseguir. Quisiera tener una forma de ubicarla sin tanta incertidumbre para tener días un poco más tranquilos. Así le podría decir también a mi psiquiatra que me diera con tiempo la receta. He visto que en la página web del observatorio de precios de medicamentos de la Digemid aparece una farmacia que tiene mi medicina, pero cuando voy no hay. Esta es una pastilla que necesito para poder trabajar bien y hacer mi vida un poco mejor".
Miraflores, Lima
Gina vive con Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). En 2020, fue a psicoterapia porque estaba pasando por cambios imporantes y estresantes en su vida: el covid-19, la mudanza de la casa de sus padres y un cambio de trabajo. Gina cree que las nuevas responsabilidades que debía de asumir y la pandemia hicieron que pierda la estructura en su vida, lo que hizo que se obsesionara con la limpieza. Su psicóloga le recomendó tener una consulta psiquiátrica para complementar su terapia. Lo hizo, pero tuvo que pedir ayuda a sus padres para pagar los medicamentos que le recetaron (metilfenidato y sertralina). Los ha estado tomando aunque le cuesta seguir la medicación no solo por el dinero, sino también por la dificultad de encontrar una de sus medicinas. Este problema la mantiene en constante angustia.
“Es difícil ingresar a un Centro de Salud Mental Comunitaria si no tienes SIS y si no sabes cómo funciona la hoja de referencia. Para que te atiendan, una posta o centro de salud debe derivarte a este servicio. He notado que este es un problema que deja a muchas personas sin atención cuando la necesitan".
San Borja, Lima
En setiembre de 2022, Ana se acercó al Centro de Salud Mental Comunitaria de San Borja en busca de atención, pero le dijeron que sólo podían recibirla si contaba con una hoja de referencia de una posta de salud. Que no podía venir directamente a un centro especializado si no hacía antes este trámite que debía estar a cargo de un psicólogo o un médico. En el consultorio psicológico de la posta de salud a la que acudió el trato fue hostil, pero le dieron el papel. Cuando volvió al Centro de Salud Mental Comunitaria de San Borja, se topó con otro problema: el psiquiatra había renunciado y debía regresar en enero de este año para conversar con la médico de familia. Cuando por fin llegó su cita, la doctora le dijo que solo tenía quince minutos para atenderla, pero que regresara el 15 de marzo. Lo hizo y la experiencia fue buena. Pero ahora deberá experar hasta junio para su próxima cita.
Me da un poco de ansiedad cambiar de pastillas o dejarlas. En febrero, me pasó con el topiramato y no sabía a quién acudir. Me preguntaba ¿por qué se me duermen las manos?, ¿por qué me da calambre? Mi cita era en abril y tenía que esperar dos meses. Felizmente, la psicóloga del centro de salud mental comunitaria al que voy le escribió directamente a mi psiquiatra para saber qué podía hacer. Entonces, así supe que debía dejar de tomar las pastillas".
Cercado de Lima
En enero de 2021, Carla llegó al Centro de Salud Mental Comunitaria Kuyanakusun, en el Cercado de Lima, por unos dolores físicos relacionados a un cuadro de estrés postraumático. Su primera terapeuta solía centrar las consultas en llenar tests para identificar diagnósticos y no se sentía cómoda. Luego, el psiquiatra que le tocó fue rudo y poco empático. Después de un año, le diagnosticaron Trastorno Límite de la Personalidad (TLP). Actualmente, Carla está medicada con sertralina, gabamatepina y risperidona, pero tuvo que pasar varios malestares hasta que le regularon las dosis que su cuerpo tolera mejor.
Tengo la opción de comprar mi medicamento en Inkafarma, pero hay otras personas que veo en el Hospital de la Almudena que no pueden hacerlo. Algunas viven lejos y tienen que venir varias veces, pasar todo el día esperando una respuesta de la farmacia del hospital y aún así no la encuentran".
Urubamba, Cusco
A inicios del 2023, Mía empezó a atenderse con una psiquiatra y una psicóloga en el Hospital de la Almudena (Cusco). Luego de varias evaluaciones, le diagnosticaron Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) y le recetaron sertralina y quetiapina. Sin embargo, tuvo que cambiar de medicamentos porque experimentó varios malestares, como temblores, insomnio y dolor en los ojos. Retomó con quetiapina, fluoxetina y alprazolam, pero no pudo tomarlos en forma contínua y esas interrupciones también le causaron efectos adversos.
En el Centro de Salud Mental Comunitaria de San Borja habían tantos problemas de desabastecimiento de medicinas que, apenas actualizaban el observatorio de medicamentos en farmacias del país en la Digemid, yo corría para buscar el Topiramato que se acababa en pocos días. Como cinco veces fui, pero solo lo conseguí dos veces. Ningún doctor te menciona los efectos secundarios de las pastillas. La única doctora que he tenido el tino de explicarme ha sido la primera del centro, pero los otros dos o tres que me han atendido nunca me mencionaron nada”.
San Borja, Lima
Marina vive con Trastorno Límite de la personalidad (TLP), Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y tiene sospechas de estar en el espectro autista. Desde el 2022, tiene sesiones con un psiquiatra del Centro de Salud Mental Comunitaria San Borja y lleva una terapia cognitivo conductual en un consultorio privado. Ella está medicada con mirtazapina y quetiapina. Anteriormente, tomó atomoxetina y topiramato, pero las dejó porque no estaban disponibles, eran costosas y no podía tolerar los efectos secundarios.