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Ilustración: Héctor Huamán
Salud mental

Siete mitos que necesitamos derribar sobre el abuso de drogas

Quienes padecen un uso problemático de las drogas no son “viciosos” o “adictos” por elección. El abuso de drogas es un problema de salud mental que requiere terapia antes que condena social. Por ello, esclarecemos algunos conceptos errados alrededor de este tema.

Uno de los problemas más frecuentes relacionados a las personas que abusan de drogas es el rechazo que sufren al no comprenderse que se trata de personas con un problema de salud con los mismos derechos de ser atendidas como cualquiera que sufra de otra enfermedad.

Pocos aún entienden la dimensión de la adicción de una persona y los factores que pueden desencadenarla, lo que afecta de diversas formas su vida. Por ejemplo, el estigma retrasa que muchas busquen un tratamiento en una etapa temprana, hace que pierdan su empleo y la capacidad de sostener su hogar, lo que genera que se les excluya y cambie el concepto que tienen sobre sí mismas al ser condenadas como “responsables de su adicción”.

Por eso, es importante comprender el fenómeno y desmitificar ideas erradas alrededor de las personas que abusan de drogas.

📌 Mito 1: “Una adicción se supera con fuerza de voluntad”

En los años treinta, cuando comenzaron a estudiarse las adicciones, se creía que las personas que abusaban de sustancias carecían de moral y de fuerza de voluntad. La sociedad veía en el consumo de drogas una falla moral antes que un problema de salud pública, lo que llevó a enfatizar el castigo en vez de fomentar la prevención y el tratamiento.

Sin embargo, tras varias investigaciones científicas, la comprensión sobre el consumo problemático de drogas ha cambiado. Sabemos hoy que el abuso de sustancias es un trastorno de salud que afecta el cerebro y modifica el comportamiento. Por lo tanto, si la entendemos como lo que es, un problema de salud mental, tener fuerza de voluntad no es garantía de detener el abuso de drogas. Además, se han identificado factores biológicos y ambientales que elevan los riesgos de adicción.

📌 Mito 2: “Las drogas afectan por igual a hombres y mujeres”

Hay diferencias fundamentales en la forma en que las drogas afectan a los hombres y a las mujeres, desde las motivaciones que llevan a su consumo como a sus secuelas físicas, psicológicas y sociales. Varios estudios han mostrado que el consumo de drogas en las mujeres está altamente vinculado a distintas formas de violencia de género que sufren en su entorno, mientras que en el caso de los hombres las razones están vinculadas a la presión social.

En el plano físico, las mujeres absorben y metabolizan muchas sustancias, incluidas las drogas, de manera diferente a los hombres. Además, las mujeres que abusan de drogas tienen tasas más altas de otros problemas de salud que el promedio, como por ejemplo VIH/Sida y trastornos de salud mental.

Las mujeres tardan más en buscar atención de salud debido al estigma que aún conlleva ser mujer y tener un consumo problemático con las drogas. A diferencia de los hombres, ellas suelen acudir a terapia con miedo, desconfianza, sentimiento de vergüenza y de culpa. Esto implica que, cuando acceden al tratamiento, presenten un deterioro más pronunciado en su salud.

📌 Mito 3: “Las personas con dependencia a las drogas tomaron una decisión equivocada”

Desde el 2019, los Estados Miembro de las Naciones Unidas han reconocido que la dependencia a las drogas es un asunto de salud pública relacionado con múltiples factores. Esto significa que existen diversas variables que incrementan la posibilidad de que alguien comience a utilizar drogas o desarrolle problemas de salud mental por su consumo.

Estos factores escapan en gran medida del control de la persona; están ligados, por ejemplo, a la salud mental, el ambiente (por ejemplo, estrés o trauma relacionados con vivir en una comunidad marginada o violenta, dificultades familiares) y factores genéticos.

Según el Informe Mundial 2018 de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, unos 275 millones de personas en todo el planeta, es decir, aproximadamente el 5,6% de la población mundial de edades comprendidas entre los 15 y los 64 años, consumió drogas en al menos una ocasión. Unas 31 millones de personas que consumen drogas padecen trastornos derivados de ello, lo que significa que ese consumo es perjudicial hasta el punto de que podrían necesitar tratamiento.

📌 Mito 4: “Los adictos a las drogas son los principales responsables de la delincuencia”

Desde las noticias hasta las series de Netflix, el mundo de las drogas suele retratarse desde la óptica de la delincuencia, la violencia, el desorden público, la pobreza y el tráfico de sustancias ilícitas, dejando en segundo plano los aspectos sociales y psicológicos de las personas. Bajo este prisma, se fomenta el estigma sobre quienes usan drogas, ya que se considera a priori que son delincuentes. Por tanto, son tratadas con menosprecio y condena social, lo que impide que sean reconocidas como una población con un problema de salud que requiere atención.

Si bien las investigaciones que parten de la explicación psicofarmacológica pretenden relacionar el consumo de sustancias ilegales con delitos y violencia, la mayoría de los homicidios no está relacionado con ninguna sustancia. En el caso de los que sí lo están, la principal es el alcohol, una sustancia legal. Además, las mujeres son las principales víctimas de esta violencia.

📌 Mito 5: "La abstinencia es la única forma de tratar el abuso de drogas"

El enfoque de abstinencia para el tratamiento de abuso de drogas consiste en dejar completamente el consumo. Este enfoque es el más conocido y aplicado por la mayoría de sistemas de salud en el mundo. Sin embargo, existen casos de violación de derechos humanos al despojar de su autonomía a las personas en estas terapias.

En contraposición a la abstinencia, el enfoque de reducción de daños busca minimizar los impactos negativos del consumo problemático de drogas a través de la reducción del consumo y el realizar cambios positivos que promuevan la salud física y mental.

El enfoque de reducción de daños busca también reformar las leyes y políticas públicas sobre las drogas con el fin de que estas no sean perjudiciales para el bienestar de quienes las consumen. Por ejemplo, busca erradicar la criminalización de las personas que consumen drogas, las prácticas policiales abusivas y la denegación de atención médica por consumo de drogas.

📌 Mito 6: “Las personas que recaen ya no pueden ser tratadas”

A menudo, el abuso de las drogas es resultado de un problema de salud mental que se caracteriza por cambios en el funcionamiento del cerebro que persisten a largo plazo. Por lo tanto, incluso para las personas en tratamiento con enfoque de abstinencia, una recaída es previsible y no debe ser considerada un fracaso del tratamiento o del individuo. Por el contrario, el correcto manejo de una posible recaída debe ser un componente clave y normal de los servicios ofrecidos para el tratamiento de los trastornos por el consumo de drogas.

Se ha demostrado que las personas con uso problemático de drogas que tienen la oportunidad de acceder a un tratamiento voluntario basado en la evidencia, además de atención de salud y protección social, pueden llevar una vida sana y productiva.

📌 Mito 7: “Si una mujer consume frente a su hijos, no los quiere”.

El consumo problemático de drogas no es un síntoma de menos afecto a los hijos o a las familias. Esta es una mirada machista de la sociedad que suele ser empleada para juzgar a las madres con adicción a las drogas . Cristina Palomar, fundadora de la revista de estudios de género “La Ventana”, dice que bajo el término “malas madres” se condena a las mujeres que abusan de drogas como personas que fracasaron en el rol que se espera de ellas. No suele juzgarse así a los hombres con adicciones, para quienes se espera que sus parejas cuiden de ellos y no se discute su responsabilidad en el cuidado de los hijos.

Este texto hace parte de la serie de publicaciones resultado del Fondo para Investigaciones y Nuevas Narrativas sobre Drogas convocado por la Fundación Gabo.

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