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Un monstruo que
habita dentro de ti

I

Algunos días el señor F no puede levantarse de la cama y vestirse. Sus brazos y piernas funcionan bien, pero siente un peso que lo aplasta y no puede moverse. Su familia piensa que está triste, que está pasando por un mal momento, y que si pone de su parte se recuperará. “Ya pasará”, le dicen.

La verdad es que no será así. Lo que aflige al señor F no se cura con fuerza de voluntad ni buenos deseos. Aunque él aún no lo sabe, hace mucho tiempo que en su interior se ha alojado un monstruo llamado Depresión.

El señor F no entiende bien por qué apareció, pero se presentó al comienzo como una presión en el cuello y rigidez en los brazos. Luego, se transformó en pensamientos de angustia que lo despertaban por la madrugada.

Poco a poco, el monstruo lo hizo alejarse de sus amigos, que faltase a su trabajo, que dejara de tocar la guitarra como lo hacía desde niño. La vida que el señor F conocía terminó.

Sabe que está muy mal, pero le cuesta pedir ayuda. La última vez que intentó hablar con su esposa, tuvo miedo. No quiere que ella lo vea como un hombre débil y se empañe la imagen del abogado inteligente y seguro del que se enamoró.

El señor F tiene los síntomas de una depresión severa y el monstruo no desaparecerá solo porque así lo desea.





II

Si fuera al médico, el señor F se enteraría que la depresión es un trastorno mental bastante estudiado. Que su estado requiere un tratamiento equivalente al de una persona que sufre de asma o hipertensión.

Entendería que si no hace algo por controlarla, su salud física empeorará. La ciencia ha probado que las personas con depresión severa se hacen más propensas a otras enfermedades, como los ataques cardíacos y la diabetes.

El señor F ha faltado varias veces al trabajo porque se sentía sin energía, su cuerpo estaba adormecido y perdía la concentración fácilmente. A sus compañeros solo les dijo que se lesionó la espalda cuando entrenaba en el gimnasio. Un dolor muscular es más fácil de entender que un trastorno mental.

Sin embargo, la depresión del señor F es tangible. Si le sacaran una tomografía podría ver lo que sucede en su cerebro.

Una persona deprimida muestra cambios en la zona inferior de sus lóbulos frontales y en el hipocampo (la zona del cerebro que permite el aprendizaje y el desarrollo de la memoria).

A escala microscópica, la depresión se asocia con varios factores: un desequilibrio de ciertos compuestos químicos que liberan las neuronas, especialmente, serotonina, norepinefrina y dopamina; alteraciones en los ritmos circadianos o los ciclos de vigilia y sueño y desórdenes hormonales, como el aumento de los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

Si el señor F no estuviera deprimido, sus niveles de cortisol serían normales y despertaría por la mañana con vitalidad como la mayoría de personas.

Pero algo no funciona bien. Una sensación de sobresalto se activa en él al menor estímulo y en cualquier momento, y se prolonga hasta el final del día. Si no se hace nada, anuncia la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión será la primera causa de discapacidad en el mundo en el 2030.

III

El señor F no está solo. Hay más de 350 millones de personas que tienen depresión en el mundo. El equivalente a toda la población de Estados Unidos.



El 70 % son mujeres.



Los hombres ocultan sus síntomas por más tiempo. A muchos como el señor F los criaron con la idea de que los varones no lloran, son fuertes, racionales, competitivos y poderosos. Antes de mostrarse frágiles, piensan en la muerte. La tasa de suicidios de varones es mayor que la de las mujeres.



Según el Instituto Nacional de la Salud en Estados Unidos, un paciente común con una enfermedad mental puede demorar unos 10 años en pedir ayuda. Al principio, la mayoría cree que es algo pasajero y luchan solos hasta que la enfermedad se impone y los derrumba.

Si el señor F decidiera pedir ayuda, no le será fácil encontrar un médico especializado. Casi la mitad de la población del planeta vive en países donde solo hay un psiquiatra por cada 200 mil habitantes.

Además, si quisiera acudir a sesiones de psicoterapia e ir al psiquiatra para que le recete medicamentos, el señor F tendría que gastar sus ahorros en consultas particulares. Vive en un país de América Latina donde los hospitales públicos no tienen suficientes recursos para atenderlo y la letra pequeña de su seguro privado señala que no cubre trastornos mentales.

IV

Muchos confunden momentos de estrés, abatimiento y pena con la depresión severa que abruma al señor F.

Hace algunos años se pensó que una farmacéutica había descubierto la píldora de la felicidad: el Prozac, uno de los antidepresivos más vendidos en el mundo.

Hubo personas tímidas que lo tomaron para desinhibirse y mujeres que lo usaron para adelgazar y ejecutivos que lo consumieron para dormir menos y rendir más.

Hoy se entiende con mayor claridad que la medicina no puede bloquear la tristeza y el dolor para siempre. A diferencia de hace siete décadas, cuando se desarrollaron los primeros antidepresivos, ahora existen versiones de acción más específica y con menos efectos adversos.

Los pacientes que siguen una combinación de sesiones de psicoterapia y medicamentos tienen un índice de recaídas de 25%: el riesgo más bajo de repeticiones de episodios depresivos en comparación con los que se someten solo a un tipo de tratamiento. Gracias al conocimiento que ahora está disponible ese estado que corroe como un óxido al señor F se puede detener. Si lo mira de frente, el monstruo de la depresión aún viviría dentro de él pero quizás logre domesticarlo.


* El señor F es un personaje de ficción que reúne los síntomas de millones de personas con depresión. Todos los datos sobre salud mental en este cuento son reales.

* Si conoces a alguien con depresión, ayúdalo a buscar información profesional. Empieza por ubicar terapeutas en la zona o haz una lista de preguntas para una cita médica. Estos primeros pasos son fundamentales.

Créditos:

Edición: Stefanie Pareja /Texto: Fabiola Torres / Investigación: Mayté Ciriaco y Fabiola Torres /Ilustraciones: Jake, ilustrador de Kipu Visual / Desarrollo: Jason Martínez.

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