El derrame de 34 toneladas de concentrado de zinc, ocurrido el 13 de junio en el río Chillón, no solo ha paralizado las actividades económicas de los vecinos de Canta, también ha sembrado inquietudes en la población que no encuentran respuestas concretas hasta ahora: ¿Qué tan afectado se encuentra el ambiente? ¿Hasta qué zona llegó lo derramado? ¿Cuándo todo volverá a la normalidad? El ministro del Ambiente, Modesto Montoya, anunció que la semana pasada se publicaría un informe completo sobre el impacto del desastre, pero hasta el cierre de esta nota no ha habido noticias del documento.
Dos comunicados emitidos por entidades estatales diferentes acrecentaron la incertidumbre. El 21 de junio Sedapal informó que en el punto del derrame encontró 70,8 veces más concentración de zinc que 500 metros antes de la zona del vertimiento. Al día siguiente, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) indicó que las muestras de agua que analizaron no superaron el parámetro para zinc.
El OEFA precisó a Salud con lupa que sus resultados se refieren no al punto del derrame como Sedapal, sino a “aguas abajo”. No obstante, este medio revisó la lista de puntos de toma de muestras y comprobó que todas se hicieron cerca a Cullhuay (donde ocurrió el derrame), y solo una cerca al centro de Huaros (a menos de 9 kilómetros). Por lo tanto, no hay información de los otros pueblos ubicados a lo largo del Chillón: Aconchaca, San Miguel, Obrajillo, Canta, San Buenaventura y Yaso.
El organismo de fiscalización ambiental señaló que solo tomó muestras hasta ese punto porque desde 4 km antes de Huaros “ya no se observaron trazas del concentrado y el río tenía una coloración casi transparente”. Esto se contrapone al comunicado de Sedapal, donde se especificó que el zinc recién disminuía desde el puente Chaperito (altura de San Buenaventura), a 23 km en carretera río abajo de Huaros. Esta discrepancia es un aspecto que el informe de Montoya tendrá que esclarecer.
Si bien el Ministerio del Ambiente (Minam) monitorea las acciones de fiscalización ambiental, las entidades directamente competentes este caso son el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) y la Autoridad Nacional del Agua (ANA). Sin embargo, aún no se conocen los resultados de los análisis realizados por esta última entidad.
El Frente de Defensa de la provincia de Canta, por su parte, ha acordado mandar a hacer un estudio independiente a especialistas en contaminación ambiental, para contrastarlo con los resultados de las instituciones del Estado. Ante la demora del informe oficial, la desconfianza crece.
Lo que sabemos del zinc
Para tener una idea de cuáles podrían ser las repercusiones del derrame, debemos empezar por entender qué es lo que se vertió en el río. El zinc es un elemento que se encuentra en el aire, el suelo y el agua, y es esencial para los seres vivos en pequeñas cantidades. Sin embargo, ingerir dosis mayores y durante periodos prolongados puede tener efectos muy perjudiciales.
El zinc en estado puro, es decir, en su forma metálica, es la más usada por la industria. Al mezclarlo con otros elementos se crean compuestos con los cuales se puede elaborar productos tan variados como suplementos vitamínicos, pinturas, monedas, etc.
El cargamento que transportaba el camión que se volcó de la empresa Wari Services —subcontratista de la minera Volcan— llevaba este tipo de zinc, pero mezclado con otros metales. A esta mezcla se le denomina concentrado de zinc.
Especialistas consultados por Salud con lupa coinciden en que la empresa y el gobierno deben detallar la composición de esta sustancia derramada. “No sabemos cuál es la ficha técnica de lo que transportaba el camión. Ese concentrado de zinc puede contener plomo u otros elementos químicos, pero no tenemos información certera; y de eso depende los efectos que pueda tener el derrame”, señala Marco Ramírez Chávez, presidente del Capítulo de Ingeniería Ambiental del Colegio de Ingenieros del Perú.
Si bien según las memorias anuales de Volcan, la unidad de Chungar —de donde provino cargamento— se dedica a la producción de concentrados de zinc, plomo, plata y cobre; para poder evaluar mejor los posibles efectos en la salud se debe conocer cuál y cuánto metal había en la mezcla. Ya el análisis del OEFA encontró que las muestras de agua de dos puntos superaron el parámetro para plomo.
Además, sus muestras de suelo superaron los Estándares de Calidad Ambiental para arsénico y bario; y una superó los parámetros de zinc. Asimismo, las muestras de sedimentos de agua superaron los valores establecidos en la Guía de Calidad Ambiental Canadiense para arsénico, cadmio, cobre, plomo, mercurio y zinc.
De lo que sí tenemos certeza es que las altas concentraciones de zinc pueden causar graves daños en el organismo. Las familias de Canta, específicamente de las comunidades en las riberas del Chillón, indican que utilizan esta agua para sus actividades productivas y para su consumo. “Todos nosotros vivimos del agua del río Chillón. Si el ministro, que ha dicho que no utilizamos esa agua para tomarla, caminara toda la cuenca, vería que en los centros poblados de Cullhuay hacia abajo, utilizan esa agua para el consumo humano, la agricultura y la ganadería”, dice Élmer Paz, asesor del Frente de Defensa de Canta. Para ellos, el principal peligro de exposición al zinc sería a través de la vía digestiva. Por ejemplo, cuando comen animales con alta concentración de zinc.
“Si lo ingerimos por los alimentos, puede provocar desde calambres estomacales, vómitos y diarrea, hasta disminución de glóbulos blancos, anemia, alteraciones del sistema inmune, daño al páncreas, arritmia cardiaca”, explica Carmen Silva Correa, químico farmacéutica especialista en Toxicología y Química Forense, y docente de la Universidad Nacional de Trujillo. Además, dosis altas del elemento pueden disminuir las defensas del organismo. Mientras más tiempo el cuerpo contenga estos niveles elevados, mayor será la afectación.
Según la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades de los Estados Unidos, la ingesta diaria de zinc recomendada es de 11 mg por día para hombres y 8 mg por día para mujeres. Una dosis muy alta sería de 10 a 15 veces mayor a lo que se recomienda.
Otra forma de exposición es a través del polvo. “Cuando inhalan el polvo podría haber un problema de irritación respiratoria”, comenta Alfredo Riboty, magíster en Salud Ocupacional y Toxicología y docente de Medicina Ocupacional y Medio Ambiente en la Universidad San Martin de Porres. Una vez que la exposición cesa, los síntomas también. Cabe precisar que poco se sabe de los efectos que puede tener inhalar polvos o vapores de zinc a largo plazo. En el caso del derrame de Chillón, dice Riboty, el riesgo de intoxicación por esta vía es menor.
Ya que la ingesta por alimentos es el principal peligro, el médico recomienda que no se consuma agua ni truchas hasta que se demuestre mediante monitoreos posteriores que se ha regresado a valores previos a la caída del camión. Ahora las familias de Canta están consumiendo agua de los puquiales, y de los bidones que algunas instituciones están enviando, pero no saben hasta cuándo van a contar con esa ayuda.
En este escenario, el monitoreo del estado de salud de la población que se haya visto expuesta al concentrado de zinc es necesario. Riboty indica que los exámenes para saber si se tiene alta concentración de este elemento en el organismo son los dosajes de zinc, que pueden realizarse en sangre, en las heces o en la orina.
El zinc en el ambiente
“El zinc presenta el potencial de bioacumularse en plantas y animales tanto en ambientes acuáticos como terrestres por lo que genera un riesgo para el medio ambiente”, comenta Carmen Silva. Lo que significa que puede afectar a los peces y otros animales acuáticos, pero también a las microalgas, crustáceos, los microbios y otros organismos que no se ven.
Algunas especies son mucho más sensibles que otras a la exposición al zinc. Por ejemplo, la literatura científica indica que incluso concentraciones muy bajas del elemento son letales para los alevines de truchas, pero las plantas tienden a no absorberlo mucho. “Lo cierto es que el zinc va a pasar por toda la cadena trófica. Desde los peces o la gaviota más pequeña que absorbe este tipo de concentración, hasta las especies más grandes”, dice Marco Ramírez. El ingeniero señala que se debe ir monitoreando a la fauna y flora en los poblados más cercanos a los márgenes del río.
Ramírez también considera que deben colocarse puntos de monitoreo de agua a lo largo del cauce, aguas abajo, hasta la desembocadura del mar. La razón es que el caudal del río Chillón ha podido transportar el zinc a otras zonas y solo el análisis constante permitirá saber qué tan lejos ha llegado.
El zinc no se disuelve con facilidad en el agua, por lo que cae hasta el fondo del río, se acumula en los sedimentos y así es transportado a otras localidades. “El río tiene velocidad, no es estático. Y el cauce no va en línea recta, tiene curvas, tiene descansos. Entonces el material se puede ir asentando en sitios donde las aguas son más lentas”, indica Ramírez. Si bien la corriente del río también va limpiando la sustancia del río, es fundamental la aplicación oportuna de un plan para remediar el derrame.
¿En qué consiste la remediación del daño? De acuerdo con el especialista, primero se debe llevar a cabo la contención, que es lo que ha venido desarrollando la empresa. De esta manera, se evita que la sustancia derramada se disperse más. Luego, viene la limpieza —etapa en la que está la compañía— que consiste en recoger toda la sustancia posible y transportarla a un lugar donde se pueda hacer un tratamiento y tenga una disposición final. Esto se realiza con maquinarias y un equipo especializado.
Finalmente, llega la etapa de remediación, en la que se trata de dejar los parámetros ambientales en las mismas condiciones en que se encontraban antes del derrame. Para conseguirlo se debe llevar un monitoreo constante de todos los indicadores ambientales mientras se aplica el plan de remediación. ¿Cuánto puede tardar? “Podría ser seis meses, un año. No me gustaría dar un tiempo sino que básicamente va a depender del programa de remediación que se esté aplicando. Por eso es importante corroborar el avance con el monitoreo”, dice Ramírez.
El Colegio de Ingenieros del Perú ha recomendado al Estado informar a través de una página web sobre los resultados de los análisis de calidad de agua superficial y subterránea, entre otros parámetros. Así como evaluar los riesgos para el suministro de agua potable en Lima Norte y tomar acciones preventivas al respecto. También monitorear los efectos sobre la biodiversidad e implementar un programa de compensación que garantice la recuperación de los ecosistemas afectados.
El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) indicó esta semana que ha dispuesto mediante una medida administrativa que Wari Services tenga 90 días para cumplir con su cronograma de remediación. El primer monitoreo (hidrobiológico, de biotoxicidad en peces y monitoreo de la calidad de agua y suelo) deberá realizarse hasta el 30 de junio, el segundo hasta el 15 de julio, el tercero hasta el 30 de julio y el cuarto, hasta el 15 de agosto. En esta fecha se espera que la zona esté totalmente restablecida.
Compromisos de la empresa
“Ni Volcan ni Wari Services han conversado con los dueños de piscigranjas ubicadas de Huaros para abajo”, cuenta Lucía Enciso. Ella administra un criadero de peces de distintas especies y tamaños en el distrito de Huaros, en la provincia de Canta. Como ella, los otros trece dueños de piscigranjas de Canta tuvieron que parar sus actividades el 14 de junio, por disposición del Organismo Nacional de Sanidad Pesquera (Sanipes) ante el derrame de zinc en el río Chillón.
La declaración de Enciso contrasta con la versión que Volcan, la empresa del conglomerado Glencore que contrató a Wari Services para transportar el mineral, había dado a los medios de comunicación a inicios de esta semana. La compañía minera había anunciado que ya había logrado acuerdos de compensación económica con los productores de trucha afectados y que había concluido la limpieza de las piscigranjas impactadas.
Según el Frente de Defensa de Canta, en realidad, Wari Services ha limpiado dos piscigranjas y ha firmado acuerdos solo con tres piscicultores —los únicos que Volcan reconoce como afectados— que se encontraban en el punto exacto en el que el camión se volcó: en la comunidad campesina San Felipe de Cullhuay. Los demás productores cercanos, a quienes Sanipes también ordenó dejar de comercializar los pescados por potencial peligro de contaminación, no han sido incluidos en las conversaciones.
Canta es una provincia que tiene como una de sus actividades principales el turismo. Pero ahora no están recibiendo a ningún visitante. Los restaurantes de truchas lucen vacíos, ya que nadie quiere comer un pescado posiblemente contaminado. Y Sanipes aún no comunica los resultados de su fiscalización sanitaria. Aunque aún sin un cálculo oficial, se estima que las pérdidas económicas son bastante elevadas.
En una reunión con el ministro Modesto Montoya y la viceministra de Gestión Ambiental, Elizabeth Silvestre, el jueves 23 de junio, el gerente general de Volcan, Carlos Fernández, y el subgerente de Asuntos Ambientales de esa compañía, Alejandro De Bary, se comprometieron a culminar con todo el proceso de limpieza y remediación de la zona. Así como a realizar acciones de limpieza en las piscigranjas afectadas por el derrame y a compensar a los productores perjudicados. Es decir, cumplir con lo que les corresponde.
Actualizado el 28 de junio a las 12:54
Volcan contrató a empresa con historial de infracciones
Wari Services SAC, la empresa dueña del camión que se volcó y subcontratista de Volcan, presenta en el Registro Único de Infractores Ambientales Sancionados por el OEFA (RUIAS) seis infracciones desde 2012 al 2019 por un monto de 0,58 UIT.
En 2012, la compañía no realizó el monitoreo de calidad de aire, de nitrógeno, ozono, plomo y sulfuro de hidrógeno. Además, el OEFA determinó que no contaba con un registro de fugas, derrames y descargas no reguladas de hidrocarburos y de cualquier sustancia química peligrosa.
Ese mismo año, Wari Service ocasionó un derrame de diésel en el kilómetro 98+040 de la Carretera Ayacucho-Andahuaylas. La empresa no adoptó las medidas necesarias para mitigar los impactos ambientales negativos. Tampoco rehabilitó las áreas impactadas dentro del plazo establecido en el cronograma del Plan de Restauración.
En 2013, Wari Services no realizó las actividades de remediación que establecía su Cronograma de actividades para la restauración por derrame, que presentó al OEFA. En esta sanción y las anteriores solo se aplicaron medidas correctivas pero no multas.
Finalmente, la última sanción que registra data del 2018, cuando la compañía no realizó la descontaminación del área impactada por un derrame de hidrocarburos a la altura del kilómetro 190+550 de la Carretera Interoceánica, distrito de Puquio, provincia de Lucanas, región Ayacucho. El OEFA sí multó a Wari Services por esta infracción con una multa de 0,58 UIT, el equivalente a 2400 soles.