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Cientos de mujeres creyeron que tuvieron donantes, pero sus médicos las inseminaron con su propio esperma

Al menos 10 ginecólogos usaron su propio semen en tratamientos de fertilidad en Holanda sin el consentimiento de sus pacientes. En el Perú no hay una norma que regule los procedimientos de reproducción asistida, pero se practican desde hace más de una década.

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Los tratamientos de fertilidad en el mundo eran una novedad en los años setenta y no contaron con protocolos hasta dos décadas después.
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Cuando una pareja tiene problemas para concebir, un tratamiento de reproducción asistida se convierte en una opción que les devuelve las esperanzas de ser padres. Pero es un proceso que implica tiempo, preparación física, emocional y, sobre todo, confianza plena en su médico para que todo ocurra dentro de un espacio seguro y ético. Sin embargo, hay doctores que traicionaron a sus pacientes y rompieron todos los principios de su profesión en centros de fertilidad.

Este fin de semana se conoció el caso de al menos diez médicos que usaron también su propio semen sin consentimiento de sus pacientes que querían quedar embarazadas a través de procedimientos de inseminación artificial en clínicas de fertilidad en Holanda. Algunos nombres de los implicados han trascendido, otros se mantienen en el anonimato para proteger a los hijos. Uno es Jos Beek, médico especialista en fertilidad, que engendró al menos 41 hijos con su semen sin permiso de las madres, según reveló el hospital Alrijne, de la ciudad de Leiden. Los hechos se produjeron entre la década de 1970 y la de 1990.

El hospital Alrijne explicó que Fiom, una organización especializada en cuestiones de paternidad, se le “acercó en junio de 2021 en nombre de 21 hijos que buscaban a su padre y se estableció mediante test de ADN que tienen el mismo progenitor”, Beek, fallecido en 2019. Las autoridades del hospital convocaron a posibles afectados y a través de un comité independiente se determinó que son, en realidad, al menos 41 hijos.

Este escándalo nos recordó que en el Perú se practican métodos de reproducción asistida en clínicas privadas, pero sin reglamentación y solo sujetas a la ética de los médicos a cargo.

La inseminación artificial es el procedimiento que usaron los médicos implicados en las clínicas holandesas. La técnica consiste en colocar semen en el útero, con la ayuda de una cánula especial, mientras la mujer está ovulando, para lograr la fecundación entre el óvulo y el espermatozoide, conseguir la formación de un embrión, y dar paso al embarazo.

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El documental "Our Father" afirma que hay 94 descendientes conocidos de Cline, y que siguen apareciendo más.
(Netflix)

El caso también nos recordó a la turbia historia del Dr. Donald Cline, un reconocido médico experto en fertilidad que desarrolló casi toda su carrera en Indiana, en el norte de Estados Unidos, a partir de 1979. Aunque ya tiene 80 años, ha sido recién - con una investigación consolidada en un documental difundido en mayo pasado- que se reveló un secreto que había guardado durante décadas: inseminó a decenas de mujeres con su propio esperma sin su consentimiento y se convirtió en el padre biológico de al menos 94 personas. Pruebas de ADN así lo confirman.

Dr. Cline utilizaba su esperma fresco en lugar de recurrir a muestras congeladas. A sus pacientes les decía que el esperma era donado por médicos residentes de hospitales en forma anónima y que no sería utilizado en más de tres ocasiones para evitar una relación entre los nacidos, dentro de un área delimitada. Además, a algunas mujeres les aseguró que había utilizado el esperma de sus esposos, lo que tampoco ocurrió, ya que en todos los casos que quedaron al descubierto, se sabe que usó su propio esperma para realizar los procedimientos y embarazarlas.

Protocolos y auditorías

Los tratamientos de fertilidad eran una novedad en Holanda hacia los años setenta y no contaron con un protocolo nacional hasta dos décadas después. “Había pocas reglas y menos visibilidad que hoy, puesto que disponemos de auditorías, y ello pudo contribuir a lo ocurrido”, explicó a los medios holandeses Peter Jue, miembro de la junta directiva del hospital Alrijne.

El doctor Beek no es el único caso que ha salido a la luz en ese país. La fundación Donorkind, que ayuda a niños nacidos por donación de esperma a encontrar a su padre en una base de datos comercial de ADN, ha localizado estos últimos cinco años a diez médicos especialistas en fertilidad que usaron su esperma sin conocimiento ni permiso de los padres. Se trata del doctor Jan Karbaat, quien tiene 81 hijos nacidos de donación de esperma. Otro es el ginecólogo Jan Wildschut, quien es el padre de al menos 47.

Desde 2014, las clínicas están obligadas a ceder información a una fundación que dispone de una base de datos nacional abierta para que los hijos así concebidos pueden buscar a sus padres biológicos desde los 16 años. Aunque las donaciones de semen no pueden pasar de 25 por persona, han habido casos en los que el donante superó dicha cifra por haber acudido a varias clínicas vulnerando así las normas.

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La inseminación artificial, o intrauterina, consiste en la introducción del semen mediante una cánula en el interior del útero.

La fundación Donorkind ayudó a mantener en el anonimato la mayoría de los casos, pero otros han llegado a los titulares de los medios holandeses, para escándalo de las clínicas donde han trabajado. Además de los médicos, Donorkind ha encontrado hasta 200 hombres que, juntos, engendraron a miles de niños en Holanda.

Esther de Lau, de la fundación Donorkind, explicó al portal neerlandés NU que la publicidad recibida en algunos casos tiene un lado negativo, y optaron por el anonimato para permitir a los afectados mantener el control de la situación y decidir si quieren tener contacto con su padre biológico, con sus hermanastros o miembros de la familia del padre biológico.

“Como hijo de un donante, no quieres que todo el mundo tenga una opinión sobre tu padre donante. Porque eres quien tiene que relacionarse con esa persona. Ser el hijo del médico es una desventaja adicional”, señaló.

Aunque la atención mediática también genera conciencia. “Cada vez que un médico aparece en las noticias, recibimos una avalancha de solicitudes de hijos de donantes. Toda persona tiene derecho a saber quiénes son sus padres”, agrega De Lau.

Desde 2014, las clínicas holandesas están obligadas a colaborar con una fundación que dispone de una base de datos para que los hijos concebidos por inseminación artificial pueden buscar a sus padres biológicos desde los 16 años si lo desean.

SDKB, organización que recopila datos de donantes de inseminación artificial, ha notado un aumento de hijos de donantes que solicitan información sobre su padre biológico. Unas 1.415 personas han querido saber algún tipo de información en 2021, un 30% más que el año anterior y el dato más alto en la última década.

En marzo y diciembre del año pasado hubo el nivel más alto de solicitudes, coincidiendo con la emisión de una serie documental sobre Karbaat y otro programa sobre genética.

Además, se descubrió que este ginecólogo tenía una condición hereditaria rara en la que el portador del gen no está en riesgo de contraer la enfermedad, pero la salud del niño sí podría complicarse si ambos padres lo portan. Esta casualidad se dio con una mujer con la que Beek usó su esperma: tuvo dos niños que murieron antes de cumplir un año de vida. Las demás personas nacidas por donación de Beek ya están al tanto de esta condición hereditaria y reciben ayuda de un especialista en genética.

Sin legislación local

En el Perú no existe una ley especializada que regule las técnicas de reproducción humana asistida, pero se practica desde hace más de una década en clínicas privadas. Solo existe el artículo 7 de la Ley General de Salud que indica que toda persona tiene derecho a acceder a un tratamiento médico contra la infertilidad, así como a procrear mediante técnicas de reproducción asistida, siempre que la condición de madre genética y madre gestacional recaiga sobre la misma persona. Para su aplicación, además, se requiere el consentimiento previo y por escrito de los padres biológicos.

Actualmente, médicos y biólogos de las diversas clínicas de fertilidad, basados en criterios éticos personales, realizan este servicio. El problema está en que el vacío legal representa una desprotección para las personas involucradas. En 2018 se presentaron iniciativas de ley en el Parlamento para regular el tema, pero no prosperó su debate.

"En el caso específico de la inseminación artificial heteróloga —que es la práctica que mayores dificultades acarrea por intervenir un donante ajeno a la pareja que desea procrear— no se han establecido de manera clara y precisa los requisitos para recurrir a ella, tanto para la pareja como para el donante. No hay pronunciamiento alguno sobre la conveniencia o no de recurrir al uso de ésta técnica; no se ha determinado si el concebido tiene derecho a conocer su origen biológico y su identidad genética. O si el donante tiene derecho a conocer a su hijo biológico", explica la abogada Miriam Fernández Garate, especialista en Derecho de Familia y docente de la Universidad Nacional de San Agustín.

Tampoco se habla de las consecuencias de generar una paternidad formal y otra real para el concebido. Precisamente, la doctora Fernández aborda estas incertidumbres jurídicas en su tesis de doctorado con la finalidad de formular una propuesta respecto a cómo debe regularse dicha práctica en nuestro país. Según el Ministerio de Salud, entre el 10 al 15 por ciento de la población en edad fértil sufre de infertilidad.

Para Fernández, dadas las implicancias legales y psicológicas que acarrea la disociación del rol de progenitor y padre formal con la inseminación artificial heteróloga, sólo debería accederse a este tipo de tratamiento luego de haber agotado la inseminación artificial homóloga e incluso la fecundación extracorpórea interconyugal o ante la existencia de un grave riesgo de transmisión de problemas hereditarios. El consentimiento tanto de la mujer como de su pareja debería estar en un documento público, para que pueda servir como título de determinación legal de la filiación.

En cuanto a los datos del donante, la doctora Fernández considera que la confidencialidad del mismo no implica su anonimato. Siguiendo la postura de países como Suecia, Suiza y Austria, se reconoce el derecho del concebido por una inseminación artificial heteróloga, a que se le informe sobre su origen biológico y la identidad fenotípica de su padre biológico al llegar a la mayoría de edad.


Con información de la Agencia EFE, The Atlantic (Estados Unidos) y El Confidencial (España).

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