La serie Las pastillas y yo tiene el apoyo del
Entre febrero y marzo de 2023, los periodistas de Salud con lupa exploramos varias estrategias para conversar con personas que siguen una terapia de salud mental con medicamentos y acercarnos a sus experiencias de acceso a los fármacos, la información que les dieron sus psiquiatras, así como los beneficios y los problemas que experimentaron con sus medicinas. Una de las herramientas fue la invitación pública a participar en un formulario de 21 preguntas en forma anónima que difundimos en nuestro sitio web y redes sociales.
La respuesta a esta convocatoria fue importante: 86 personas, de edades entre 26 y 40 años, desarrollaron todas nuestras consultas con mucho compromiso, en su mayoría mujeres. Hubo participantes de Lima Metropolitana, Amazonas, Áncash, Arequipa, Cajamarca, Cusco y Junín. Si bien estos datos no son estadísticamente representativos como una encuesta, nos han brindado valiosa información que ahora publicamos como parte del especial “Las pastillas y yo”.
La mayoría de los usuarios lleva casi cuatro años tomando medicamentos para uno o varios trastornos mentales diagnosticados. Los más frecuentes que informaron fueron depresión, ansiedad y Trastorno Límite de la Personalidad (TLP). Además, en 79 casos respondieron que complementan su tratamiento farmacológico con otras terapias, mientras que 7 personas solo toman medicinas.
No les informan los riesgos
El consentimiento informado es la piedra angular de un tratamiento médico y también un derecho de los pacientes. A través de este procedimiento, un profesional de la salud se asegura que el usuario toma conocimiento de los beneficios y los riesgos de su terapia para decidir si la acepta o solicita otras alternativas. En el Perú está regulado por la Ley General de Salud y la Ley de Salud Mental.
Esto debe quedar registrado en un documento elaborado en un lenguaje sencillo y tiene que incluirse en la historia clínica del usuario en caso de que haya rechazado la opción terapéutica ofrecida por el médico. Según la Organización Mundial de la Salud, el consentimiento informado se sustenta en el principio de autonomía del usuario, considerando tres requisitos básicos para que sea válido: libertad de decisión, explicación suficiente y competencia para decidir.
Sin embargo, pocas personas que han sido atendidas en los consultorios psquiátricos de servicios de salud públicos y privados ejercen este derecho. Entre los 86 participantes del formulario, solo 9 dijeron que habían firmado un consentimiento informado en el consultorio del psiquiatra o en un hospital especializado.
“De frente te recetan las medicinas, pero no te preguntan nada de tu día”. “Tampoco te preguntan si estás tomando otras pastillas, si estás tomando anticonceptivos”, “No hay una cultura de descontinuar las pastillas, de hablar de los efectos secundarios ni de lo que sentimos en el día a día” fueron algunas de las respuestas.
Los psicofármacos recetados
Los usuarios de salud mental que participaron en nuestro formulario señalaron que siguen terapias farmacológicas que incluyen antidepresivos (sertralina, fluoxetina, escitalopram y paroxetina), ansiolíticos (clonazepam y alprazolam) y antipsicóticos (risperidona y quetiapina).
Ochenta y cuatro personas respondieron que las pastillas les son útiles para regular sus emociones, manejar sus crisis y tener buenos hábitos.
La regulación emocional podemos explicarla de varias maneras. Desde una perspectiva biomédica o una más reflexiva sobre la utilidad de las pastillas. Aquí algunas respuestas de los usuarios sobre cómo la entienden: “la medicación es un regulador que me ayuda a darle estabilidad a mis emociones, pero tengo que admitir que es solo el 30% de la sanación. El resto es poner de nuestra parte e informarnos, así como cumplir con la terapia conductual y experimental”, dice una joven de Cajamarca con estrés post traumático. "Las pastillas me ayudan en momentos críticos, pero definitivamente no son la única solución ni deberían serlo", comenta otra usuaria con con depresión y ansiedad.
La inversión en medicinas
Una constante en casi todos los usuarios consultados es el gasto que realizan para cubrir el costo de sus medicamentos, incluso quienes se atienden en el Seguro Integral de Salud (SIS) debido a los contínuos episodios de desabastecimiento de medicinas en los servicios de salud mental del Estado. En promedio, las personas destinan entre 50 y 100 soles al mes para comprarlos en una farmacia.
Hay quienes suelen adquirirlos en las farmacias de hospitales psiquiátricos y en centros de salud mental comunitaria debido a que su costo es menor que en cadenas de farmacias privadas. Sin embargo, la mayoría acude a boticas privadas debido a que no encuentra todas sus medicinas en las farmacias públicas.
La interrupción de terapias por falta de dinero
Cuando les consultamos a los participantes por las razones que en algún momento hicieron que interrumpan su terapia con medicamentos, la mayoría dijo que el motivo estaba relacionado a la falta de dinero. Esta respuesta está vinculada también a que muchos previamente constataron que las farmacias de los centros de salud mental comunitaria y hospitales psiquiátricos se encontraban desabastecidas de su medicina. Hay otro grupo que dejó la medicación porque consideró que ya no la necesitaba aunque no siempre lo decidió con su psiquiatra.