En las dos últimas décadas, cuando la crisis de los opioides ha estremecido la opinión pública sobre los analgésicos y las empresas farmacéuticas han sido criticadas por sus prácticas de comercialización, muchos pacientes buscan alternativas. Una de las principales es tratar el dolor con terapia conversacional.
Psicólogos, terapeutas y trabajadores sociales se han convertido silenciosamente en una parte crucial de los programas de tratamiento del dolor, demostrando ser tan efectivos o más que la medicación. En 2018, la revista médica The Lancet incluso llegó a recomendar la educación y el tratamiento psicológico como intervenciones de primera línea para el dolor lumbar crónico, antes del tratamiento farmacológico.
Un portavoz de la Asociación Estadounidense de Psicología dijo que solo recientemente han comenzado a llevar un registro de la psicología del dolor y en 2021 encontró que casi el 40 por ciento de sus miembros informan que sus pacientes tienen frecuentemente dolor crónico. La organización está elaborando actualmente directrices para el tratamiento del dolor crónico, una señal, según Lynn Bufka, psicóloga de Maryland y directora principal de la Asociación Estadounidense de Psicología, de que se trata de un campo importante y creciente con soluciones basadas en la ciencia.
Aun así, encontrar el asesoramiento adecuado para el dolor puede requerir un poco de esfuerzo por parte del paciente. He aquí algunas cosas que hay que tener en cuenta antes de empezar.
¿Qué hace un psicólogo del dolor?
Muchos psicólogos especializados en el dolor tratan el dolor crónico con la terapia cognitivo-conductual, o TCC, que se centra en replantear los pensamientos para afectar positivamente a la conducta y las emociones, o con la atención plena, que implica aprender a ser consciente de los sentimientos sin reaccionar ante ellos. La terapia de aceptación y compromiso combina la atención plena y la TCC para ayudar a los pacientes a aceptar sus emociones y responder a ellas.
Otro método que utilizan los psicólogos para tratar el dolor es la biorretroalimentación, que monitoriza en tiempo real la tensión muscular, el ritmo cardíaco, la actividad cerebral u otras funciones de una persona para que los pacientes sean conscientes de su estrés y aprendan a controlarlo. Por último, algunos clínicos utilizan la hipnosis, que puede ser eficaz para controlar el dolor en algunas personas.
Lo que unifica a todos estos tratamientos es el enfoque de enseñar a los pacientes cómo pueden utilizar sus mentes para controlar su dolor.
¿Cómo se encuentra un psicólogo del dolor?
Encontrar un psicólogo del dolor puede ser difícil. Los grandes centros médicos y los consultorios pequeños tienen más probabilidades de contar con un tratamiento integral del dolor, pero también suelen estar en zonas urbanas. Las personas de las zonas rurales o las que no pueden permitirse los servicios quedan excluidas, dijo Rachel Aaron, profesora adjunta de medicina física y rehabilitación en Johns Hopkins Medicine. Pero incluso en las zonas urbanas, no todas las grandes redes médicas tienen servicios para el dolor.
“Definitivamente es un reto pasar del diagnóstico inicial del dolor a la atención psicológica, independientemente del sistema en el que te encuentres”, dijo Aaron.
No existen certificaciones específicas para los terapeutas del tratamiento del dolor, dijo Eric Garland, director del Centro de Desarrollo de Intervenciones de Atención Plena y Salud Integral de la Universidad de Utah, ni la Asociación Estadounidense de Psicología hace un seguimiento de su número. Pero la mayoría de los expertos coinciden en que hay una escasez de psicólogos centrados en el dolor, al igual que ocurre con otros profesionales de la salud mental.
Si te interesa probar un terapeuta del dolor, dijo Aaron, la primera parada es tu médico de atención primaria. Algunos planes de seguro cubren la psicología del dolor, pero otros no. Es importante hablar primero con un profesional de la salud mental sobre cómo conseguir que el tratamiento sea cubierto.
Después, llama a los hospitales de tu zona para buscar clínicas especializadas en el dolor o usa la función Find a Therapist en el sitio web de Psychology Today. Busca un proveedor que trate tu enfermedad específica, ya sea la fibromialgia o las migrañas, o que trate el dolor crónico de forma más amplia, una especialidad que suele denominarse medicina conductual o psicología de la salud. También hay programas en línea que se basan en la evidencia y están disponibles gratuitamente; Aaron recomienda PainTRAINER y Pain Course.
Algunos expertos recomiendan trabajar con profesionales con licencia y doctorados o maestrías en psicología o trabajo social clínico con formación adicional en dolor crónico, y entrevistarlos sobre su formación y enfoque antes de empezar.
“Si no pueden dar una respuesta clara sobre su enfoque o cómo tratarían tu problema de dolor específico, probablemente no tienen una buena formación”, dijo Garland.
Lo más importante es que te sientas en una posición lo suficientemente cómoda como para abrirte con ellos.
¿Qué debes esperar?
La mayoría de los programas de terapia para el dolor comienzan con seis a ocho sesiones semanales, según Fadel Zeidan, profesor asociado de anestesiología y director ejecutivo del Centro de Atención Plena de la Universidad de California en San Diego. A menudo, la primera sesión es una evaluación para conocer el problema del dolor y los problemas emocionales que puede estar causando. A continuación, se pueden aprender técnicas de atención plena para separar los aspectos físicos y emocionales del dolor, entrenarse para replantear los patrones de pensamiento negativos o practicar la atención a las sensaciones agradables.
Un artículo publicado recientemente en la revista JAMA Psychiatry reveló que dos tercios de los pacientes con dolor de espalda crónico que se sometieron a un tratamiento psicológico durante cuatro semanas después no sentían o casi no sentían dolor. Sin embargo, la mayoría de los estudios muestran un efecto más modesto: alrededor de un tercio de los participantes ven una disminución significativa del dolor.
Para ponerlo en perspectiva, el efecto de los opioides en el dolor crónico es más o menos el mismo, pero esos beneficios disminuyen con el tiempo (y conllevan riesgos). Por otro lado, la eficacia de las habilidades psicológicas para el manejo del dolor puede aumentar con la práctica.
Zeidan recomienda probar diferentes métodos a la vez: terapia individualizada, cursos de manejo del dolor y terapia de grupo. “En realidad, no sabemos cuál es la varita mágica porque probablemente no haya ninguna que cure el dolor. Así que probar, validar y optimizar múltiples enfoques es un paso fundamental”.
¿Qué pasa si no puedes ver
a un psicólogo en persona?
Las definiciones que las compañías de seguros usan para el dolor crónico están cambiando con rapidez —el dolor se considera cada vez más como una enfermedad propia—, pero por ahora es difícil que se cubra una visita a un psicólogo especializado en dolor. Eso puede poner el tratamiento individualizado fuera del alcance de muchos.
“No tenemos suficientes psicólogos formados para atender todas las necesidades”, afirma Beth Darnall, directora del Laboratorio de Innovaciones para el Alivio del Dolor de Stanford. “Realmente tenemos que mirar más allá de lo que estamos haciendo ahora”.
Darnell dijo que la tecnología podría ofrecer nuevas alternativas, ya que muchas de las herramientas psicológicas que han demostrado disminuir el dolor pueden aprenderse y compartirse con una formación mínima. Ella ha creado un programa, basado en la TCC y otros modelos, llamado Empowered Relief, que es asequible y puede realizarse desde la propia casa.
Los pacientes pueden inscribirse, a menudo de forma gratuita, en una única clase en línea de dos horas impartida por ella o por uno de los 300 instructores, todos ellos profesionales de la salud, que ofrecen habilidades sencillas para calmar el sistema nervioso, replantear el dolor y cambiar la forma en que el cerebro lo procesa. Se ha integrado en la Clínica Cleveland para pacientes con dolor crónico y cirugía de columna, así como en varias compañías de seguros. En un ensayo, una sola clase fue comparable a ocho sesiones de TAC. También está trabajando en una aplicación e incluso en plataformas de realidad virtual.
“Se puede vivir en un rancho en Idaho y obtener un acceso de calidad a la atención del dolor basada en la evidencia”, dijo.
Darnell destacó que el asesoramiento psicológico es solo un componente de un programa de tratamiento para el dolor crónico, que también puede incluir medicación o cambios en el estilo de vida.
“No se trata de tratamientos psicológicos ni de medicación”, dijo Darnall. “Es un menú, y los pacientes pueden quedarse con dos o tres opciones diferentes que ofrecen una buena fórmula para ellos”.
Sushma Subramanian es profesora asociada de periodismo en la Universidad de Mary Washington y autora de How to Feel: The Science and Meaning of Touch.
Producido por Alice Fang, Tiffanie Graham, Farah Miller, Nancy Ramsey, Jaspal Riyait y Erik Vance.
© 2021 The New York Times Company