Este documento no es un plan de gobierno, aunque debió formar parte de alguno, en las recientes Elecciones Generales. Tampoco es un estudio oficial con el membrete del Estado. Mucho menos el análisis pagado de una consultora. Es más bien una agenda de salud urgente e indispensable para afrontar mejor una pandemia que nos ha devastado. Una hoja de ruta que busca trascender a las pullas y los apetitos políticos de un país dividido que se ha dividido más, camino a su Bicentenario. Un conjunto de medidas elaboradas con los aportes de catorce miembros de la comunidad médica, científica y ancestral con especialidades diversas, pero un objetivo común: superar la crisis sanitaria más allá de quién nos gobierne a partir del 28 de julio.
Anteponer el bien colectivo. Pensar en el país. Pero genuinamente, porque de esta, como hemos aprendido con dolor, solo saldremos juntos. Desde el pasado 11 de abril, tras conocerse los resultados de la primera vuelta, el debate político se ha centrado en la defensa del modelo económico ante un posible cambio de Constitución, perdiendo de vista que el Perú vive en un Estado de Emergencia desde hace más de 400 días. Un Estado de Emergencia que nos cogió desarmados, con una salud pública endeble y fragmentada, en marzo de 2020. Para muestra un botón: al inicio de la pandemia, el Perú solo contaba con nueve plantas generadoras de oxígeno en sus hospitales. Tan solo nueve para auxiliar a 33 millones de habitantes.
Si bien fuimos el primer país de Sudamérica en confinarse en sus casas, ocurrieron una serie de acontecimientos y decisiones gubernamentales que no estuvieron a la altura de la crisis. Apostamos por las pruebas rápidas o serológicas como método central de descarte para detectar el SARS-CoV-2 sin tomar en cuenta que se trataba de un test con limitaciones que produce una gran cantidad de falsos positivos y falsos negativos. Invertimos más millones de soles en terapias sin evidencia científica para el tratamiento de la covid-19 (como la hidroxicloroquina, la azitromicina y la ivermectina) que en adquirir más oxígeno medicinal. Y, por si fuera poco, acabamos la primera ola, en diciembre de 2020, sin saber cuándo llegaría el primer lote de vacunas. Un proceso manchado con la vacunación en secreto de cientos de funcionarios públicos y personajes con influencias.
No es una casualidad que sumemos cinco ministros de Salud en los últimos trece meses. Es un síntoma de un sector que necesita reformas de fondo, pero que debe atender lo impostergable. Basándonos en las propuestas y recomendaciones de una terna de expertos en salud pública y reconocidos epidemiólogos, infectólogos, inmunólogos, microbiólogos, médicos intensivistas, obstetras, enfermeras y líderes de colectivos de pacientes, Salud con Lupa ha armado una lista de medidas para mejorar lo hecho y enmendar el rumbo en la lucha contra el nuevo coronavirus en el corto, mediano y largo plazo. Una suma de esfuerzos con la intención de trazar una ruta clara en medio del fuego cruzado de la segunda vuelta. Un documento que, evidentemente, haremos llegar a las dos agrupaciones políticas que se disputan la presidencia del Perú. Porque si algo ha quedado claro es que no podemos enfrentar una pandemia del siglo XXI con un sistema de salud del siglo pasado.