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De El Niño costero a El Niño, ¿qué significa para Perú?

Desde febrero, Perú ha sufrido los estragos de intensas lluvias a causa de El Niño costero debido a un calentamiento anómalo del mar frente a las costas del país. Ahora, el resto del año pinta peor: los modelos predictivos muestran que con mucha probabilidad llegará El Niño en unos meses y, con él, la posibilidad de que los eventos meteorológicos extremos persistan durante algunos meses o hasta dos años.

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Anomalías en la temperatura de la superficie del mar el 7 de mayo de 2023.
Imagen: Senamhi

El mundo debe prepararse para El Niño”, anunció hace unos días la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Su llegada significaría un aumento de las temperaturas y, en consecuencia, eventos climáticos extremos en todo el mundo. Para Perú, la alerta es especialmente preocupante porque El Niño le seguiría al Niño costero, el fenómeno que ha provocado las lluvias intensas sobre todo en la parte norte del país desde inicios de año.

Como ya hemos visto, el fenómeno conocido como El Niño-Oscilación Sur (ENOS) es el que provoca más cambios en el clima global y se compone de dos eventos: El Niño, cuando las aguas ecuatoriales son más calientes de lo normal, y La Niña, cuando las aguas son más frías de lo normal. Hasta ahora, habíamos tenido un periodo de tres años consecutivos de La Niña, en el que la temperatura superficial del mar estaba entre 0,5 y 1,0°C más bajo que el promedio. Pero La Niña llegó a su fin a inicios de 2023, por lo que el Pacífico tropical entró en un periodo neutral, en el que ni La Niña ni el Niño se manifestaban.

Hay 60% de probabilidades de que El Niño ocurra en mayo-julio, 70% de que suceda en junio-agosto y 80% de que sea entre julio y septiembre.


Organización Meteorológica Mundial (OMM)

Aunque El Niño costero se caracteriza por temperaturas cálidas y precipitaciones, estos últimos días han sido más fríos debido al Anticiclón del Pacífico del Sur, un sistema de presión atmosférica situado frente a las costas de Chile que mueve los vientos del sur hacia la costa peruana, lo que permite que la corriente de Humboldt, que es básicamente agua fría, se desplace desde el norte de la Antártica hasta las costas Perú y Ecuador. Esa corriente de agua fría genera más nubes y temperaturas más bajas, pero temporalmente, lo cual significa que en cuanto el anticiclón se debilita vuelven las aguas y temperaturas cálidas.

Pero en Perú ocurrió algo más: El Niño costero, un fenómeno poco común provocado por el aumento de la temperatura de la superficie del mar frente a las costas de Perú y Ecuador que intensifica y extiende el período de precipitaciones, y que ha afectado a miles de personas. El Niño costero es tan poco común que los registros más recientes son de 1925 y 2017. Por eso llamó la atención de la comunidad científica el hecho de que, en 2023, tan solo seis años después del más reciente, El Niño costero se repitiera. Este El Niño costero inició a principios de año y, según los últimos reportes de la Comisión Multisectorial encargada del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (ENFEN), continuará hasta el invierno.

Pero ahora, el mundo, y especialmente Perú, que ya vive los efectos de El Niño costero, tendrán que prepararse para la posible llegada de El Niño en los próximos meses. Lo que están observando los especialistas, a partir de modelos predictivos, es que habrá un aumento en la temperatura del mar superficial del Pacífico central. Y eso significa mayor probabilidad de que ocurra El Niño. De acuerdo con los datos de los Centros Mundiales de Producción de Previsiones a Largo Plazo de la OMM, hay 60% de probabilidades de que El Niño ocurra en mayo-julio, 70% de que suceda en junio-agosto y 80% de que sea entre julio y septiembre.

De acuerdo con la OMM en este momento no hay indicios de la fuerza o la duración que tendrá El Niño, pero la sola probabilidad de que suceda trae nuevas preocupaciones y la posibilidad de que la evidencia disponible ayude a tomar decisiones que contribuyan a prevenir pérdidas materiales y humanas.

Fenómenos similares, distintas causas

Tanto El Niño como El Niño costero son fenómenos que involucran el calentamiento de las aguas del Océano Pacífico ecuatorial. El calentamiento de las aguas conlleva a más evaporación y, en consecuencia, contribuye a que ocurran más precipitaciones fuertes, especialmente en la zona norte del país.

Sin embargo, son fenómenos diferentes, por ejemplo, en la magnitud de su impacto: mientras que El Niño tiene un impacto global, el Niño costero tiene impacto local con efectos en Perú, Ecuador y ocasionalmente a Chile. Por eso, en lo que va del 2023 hemos visto precipitaciones intensas en esos países y no tanto en el resto de la región.

Otra diferencia tiene que ver con el origen de ambos fenómenos: en el caso de El Niño, éste se conecta directamente con los vientos alisios, que son los vientos ecuatoriales que soplan entre los trópicos de este a oeste de forma constante. Cuando estos vientos se mantienen fuertes, la gran piscina de agua cálida ubicada temporalmente en la zona de Indonesia y Australia se mantiene ahí, pero cuando estos vientos se debilitan, propician que estas aguas cálidas se muevan hacia a las costas sudamericanas. El aumento de temperatura puede ir de 0.5°C hasta 2°C a una profundidad de 200 metros.

En contraste, El Niño costero no tiene que ver con los vientos alisios. “No se conectan con los vientos ecuatoriales, sino con los meridionales”, dice Juan Carlos Bazo, asesor científico del Centro del Clima de la Federación Internacional de la Cruz Roja e investigador externo del Centro Latinoamericano de Excelencia en Cambio Climático y Salud de la Universidad Cayetano Heredia, Perú.

“Es un flujo de norte a sur que viene (...) de Panamá, es una circulación de vientos que influye en la intensificación de los vientos, lo que conlleva a que la piscina de agua cálida que está en el Ecuador ingrese a la zona norte del Perú y con esto se intensifiquen las temperaturas”, explica. Se sabe que se trata de El Niño costero porque ocurre un aumento súbito de la temperatura del mar a unos 100 metros de su superficie (es decir, menos profundo que lo que pasa con El Niño). Y este calentamiento puede ascender a tres, cuatro, o cinco grados centígrados. De hecho, imágenes de la NASA muestran que para el 4 de abril de 2023, las aguas superficiales de las costas de Perú eran 6°C más cálidas que lo normal.

Además de los vientos que provocan El Niño Costero, hay otro elemento que está contribuyendo al aumento de la temperatura de las aguas: las ondas Kelvin. “Las ondas Kelvin se forman cerca de Indonesia (Pacífico occidental) en una zona denominada como piscina caliente, el área más grande de aguas cálidas de nuestro planeta. Estas ondas viajan hacia el este en dirección a Sudamérica, profundizando la termoclina”, dice un informe del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (SENAMHI).

“Así que estos dos ingredientes [los vientos meridionales y las ondas Kelvin] han hecho que se caliente mucho más el agua de mar y como consecuencia, eso que pensábamos que no iba a ser tan grande, ha llegado a considerarse un Niño Costero”, explica Bazo.

Y ahora: El Niño

Como dijimos, el fenómeno El Niño-Oscilación Sur (ENOS) implica una rotación entre El Niño y La Niña, intercalados por periodos de neutralidad en el que no hay cambios significativos en las temperaturas de las aguas. Hasta ahora, después de los tres años de La Niña las condiciones que imperan en el centro del Pacífico han sido neutras (respecto a ENOS, esto excluye el calentamiento en las costas debido a El Niño Costero), pero ya hay señales de que eso puede cambiar en los próximos meses.

“Actualmente el Pacífico central está en condiciones normales, pero lo que indican los modelos, especialmente los que predicen el área 3.4 [situado en el Pacífico tropical central, que es la zona clave del océano en donde se mide cuándo inicia o termina El Niño o La Niña], es que éste irá calentándose en los siguientes meses por varias condiciones, como la permanente incursión de vientos del oeste que generan ondas Kelvin cálidas, por ejemplo, y otras condiciones atmosféricas”, dice Bazo.

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De acuerdo con el reporte del 1 de mayo del Centro de Predicción Climática de los Estados Unidos, en las últimas cuatro semanas, las temperaturas superficiales del mar ecuatorial han estado por arriba del promedio. Y esas anomalías, o aumentos en la temperatura, continuarán. De hecho, cualquiera que quiera echarle un ojo a las gráficas de los modelos predictivos del Instituto Internacional de Investigación (IRI) para el Clima y la Sociedad, se dará cuenta que la mayoría de los modelos arrojan un mismo patrón: proyectan aumentos de 0.5°C hasta 2.0°C en la temperatura del Pacífico tropical central para lo que resta de 2023. Lo que indica que con mucha probabilidad El Niño ocurrirá este año.

¿Cómo nos preparamos?

Con las predicciones que se tienen sobre la potencial llegada del El Niño ya se podrían tomar decisiones. Pero probablemente lección más próxima no está en lo que podría pasar, sino en lo que ya pasó: según un reporte del 1 de mayo de Naciones Unidas, las lluvias extremas, inundaciones y deslizamientos provocados por El Niño costero en Perú han causado 67.200 personas que perdieron su casa; 391.000 personas sufrieron daños directos o indirectos por las inundaciones; hubo 146.539 viviendas perdidas; así como 99 personas fallecidas y otras 13 desaparecidas.

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Viviendas afectadas por el huaico en la zona de río Seco, en Cieneguilla.
Foto: Andina/Daniel Bracamonte

Y ni siquiera son los datos finales. Gianni Morelli, asesor regional de Respuesta a Desastres de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Latinoamérica y el Caribe, dijo en comunicado que “las cifras son bastante impresionantes porque estamos sólo al 66% de registro oficial. El equipo de la Red Humanitario del país, encabezado por el coordinador residente de la Naciones Unidas, estima que el número de personas necesitadas de ayuda humanitaria podría rondar el medio millón de personas”.

Se sabe que El Niño afecta todos los aspectos de la vida: desde la salud y la seguridad, hasta la pesca y la ganadería. Por eso, las medidas preventivas deben ser multidisciplinarias y aplicadas desde distintos sectores. “En una sociedad organizada, o que se estime serlo, las medidas preventivas deben empezar desde el nivel doméstico, luego, extenderse al nivel vecinal y al nivel urbano o metropolitano. Estas deben ser complementarias a aquellas que adoptan los gobiernos locales (distritales y provinciales), regionales y el gobierno central”; dice en un artículo institucional el académico de la Universidad de Piura, Rodolfo Rodríguez.

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Familias del sector sur, calle Huancabamba, y zonas aledañas fueron afectadas por el desborde del río Piura.
Foto: Andina / Ricardo Cuba

Según Rodríguez, las medidas de prevención incluyen construir casas con techos a dos aguas, en lugar de techos planos; evitar materiales como el adobe o la quincha, que son más fáciles de penetrar por el agua de lluvia; tener sistemas de evacuación de aguas pluviales hacia la calle y no al desagüe. A nivel vecinal, es recomendable evaluar que la lluvia se evacúa hacia las partes bajas y no hacia otras viviendas o poblados, así como conformar brigadas comunitarias de ayuda y de rescate.

A nivel de gobierno, Rodríguez destaca la necesidad de que haya planes para el control del crecimiento urbano y que “no se permitan invasiones o asentamientos humanos en zonas inundables o en los lechos de quebradas”, dice. Finalmente, otra medida de prevención que pocas veces se destaca se basa en destacar el lado beneficioso de El Niño, y aprovechar ese exceso de agua para la reforestación o la recarga de nuestros acuíferos.

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