Cuando en nuestro país inició el estado de emergencia por la pandemia de coronavirus, quedaron suspendidos los controles prenatales. Esta decisión del Gobierno, que se mantuvo vigente por meses, resultó en un mayor riesgo para las vidas de las mujeres embarazadas que la Covid-19.
En 2020, año que marcó el inicio de una pandemia global, 429 mujeres peruanas murieron durante el embarazo o en los 42 días siguientes al parto. No solo se trata de un incremento de 41% respecto al 2019, es la cifra más alta de los últimos ocho años.
Para Margarita Pérez, decana del Colegio de Obstetras del Perú, se trata de un panorama alarmante que ya se veía venir. “Durante la primera ola no se dictaron medidas priorizando la atención de salud sexual y reproductiva. No se consideró continuar con el control prenatal que nos ayuda precisamente a prevenir complicaciones para prevenir una muerte materna”, explica.
Muertes que se podían evitar
De acuerdo al Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud (Minsa), más de un tercio de las mujeres fallecidas nunca tuvo un control prenatal. De aquellas que sí recibieron esta atención, solo 11.5% pudo acceder a seis controles, el número mínimo requerido durante la gestación.
“Lo que estamos viendo es una subida (de muertes maternas) que no es por mujeres con Covid-19, si no por falta de atención prenatal. Es por condiciones como preeclampsia o hemorragias, que se pueden controlar, y nadie debería morir de eso”, señala Camila Gianella, psicóloga social que recientemente publicó una investigación sobre el impacto de la pandemia en la mortalidad materna en Perú.
El análisis realizado por Camila Gianella y otros cuatro investigadores se basó en datos del Sistema Informático Nacional de Defunciones (SINADEF), considerando las cifras que se conocían hasta el momento del estudio, en noviembre del 2020. Ahí encontraron que la mayoría de las mujeres fallecían no en el parto, sino durante el embarazo y sobre todo, después del parto. “Eran muertes prevenibles. Retroceder tantos años en uno es una brutalidad”, lamenta Gianella.
Del total de muertes maternas del año pasado, 63 tuvieron como causa la enfermedad Covid-19. La obstetra Margarita Pérez explica que, en contraste, la gran mayoría de muertes responden a complicaciones que se podían evitar si se atendían oportunamente. Pero en el contexto de la pandemia, la atención de la salud materna no fue considerada una prioridad.
El cierre de postas y centros de salud del primer nivel de atención fue un factor determinante, pues es en estos establecimientos donde se realizan alrededor del 80% de los controles prenatales. Por eso, para Margarita Pérez lo que afectó a las gestantes no fue la pandemia en sí, sino las decisiones del Minsa.
Bajas de personal
El Colegio de Obstetras del Perú calcula que 17 mil obstetras trabajaban para centros de salud del Minsa antes de la pandemia. “Esa cifra ya era insuficiente, y el año pasado disminuyó en un 40% por licencia, por comorbilidad, por contagio o fallecimiento”, relata Margarita Pérez, quien afirma también que esa situación no ha cambiado.
A la fecha, se conoce que hay 2 mil 801 obstetras infectadas, 29 fallecidas, 5 hospitalizadas y 7 en unidades de cuidados intensivos (UCI). Frente a esas pérdidas, el gremio profesional viene reclamando al Minsa que priorice el contrato de obstetras para no descuidar la salud materna.
“Los controles prenatales deben ser realizados por especialistas y los establecimientos tienen que estar bien equipados”, enfatiza Pérez. Esas condiciones estuvieron carentes durante el año pasado.
La decana del Colegio de Obstetras del Perú reconoce que la decisión del Minsa de potenciar los centros de salud de categoría I-4 ayudó a desembalsar los hospitales, y ahí es donde se empezaron a atender los partos. Sin embargo, no se llegó a resolver el problema.
Un informe de la Contraloría General de la República, basado en inspecciones a 38 centros de salud de categoría I-4 en Lima encontró que 34% no realizó ninguna atención de partos en ese período.
A esa situación se suma que, desde el inicio de la pandemia por Covid-19 la atención de planificación familiar, que incluye la entrega de métodos anticonceptivos, también fue dejada de lado. “Eso va a significar un incremento de embarazos y nacimientos. Con el problema de que no se está priorizando su atención”, lamenta Margarita Pérez. Eso solo genera preocupación por el panorama de este año, cuando Perú enfrenta una segunda ola de contagios por coronavirus.
¿Vacuna para gestantes?
La llegada al Perú de una vacuna contra la Covid-19 ha planteado muchas interrogantes sobre su aplicación para grupos vulnerables. Entre ellas, las mujeres embarazadas, quienes no figuran en ninguno de los grupos de prioridad para la esperada vacunación.
A inicios de año, la Sociedad Peruana de Obstetricia y Ginecología emitió un pronunciamiento recomendando “que la población obstétrica reciba acceso a la vacuna”, precisando que los médicos conversen con las pacientes sobre riesgos y beneficios, para que finalmente sean las mujeres quienes tomen la decisión.
Cabe destacar que ningún ensayo clínico de las candidatas a vacuna contra la Covid-19 incluye a mujeres embarazadas como posibles voluntarias. De hecho, el embarazo es un factor de exclusión en estos estudios, por lo que no se cuenta con información de los efectos de la vacuna en las gestantes o el feto.
La decana del Colegio de Obstetras, Margarita Pérez, comenta que actualmente la OMS no recomienda una vacunación masiva a gestantes, pero sí que se pueda valorar si está en alto riesgo de contagio. “Por ejemplo, si es personal sanitario que está embarazada. También otros riesgos como ser obesa, hipertensa o de edad avanzada, condiciones que podrían complicarse y resultar en muerte si se contagia”, explica.
Hasta el momento, el Minsa no ha dado a conocer lineamientos que consideren la vacunación a gestantes y Pérez considera que esa posibilidad aún es incierta. Pero con o sin vacuna, las mujeres embarazadas en Perú podrían continuar en riesgo sin decisiones -y sobre todo acciones- sanitarias enfocadas en ellas.
De acuerdo a la psicóloga e investigadora Camila Gianella, la mortalidad materna es un buen indicador de la fortaleza de un sistema de salud. Lamentablemente, las 429 muertes de gestantes durante el 2020 demuestran que el nuestro es uno muy débil.