14N: La noche que no termina

Gustavo Moreno Quispe (40)

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Foto: Liz Tasa

En el cuarto de Gustavo Moreno hay un saco negro de box colgado en el techo. Ya no lo usa con la frecuencia de antes porque un dolor en la rodilla derecha le impide hacer movimientos bruscos. Por esta razón, tampoco juega fútbol, el deporte que practicaba desde que era niño. Si antes solía jugar por las noches casi a diario, ahora se conforma con ver a sus amigos hacerlo en alguna de las canchas ubicadas cerca a su casa, en Comas, o disfrutar acostado en su sillón de las películas que hay en Netflix.

A pesar de haber estado internado durante tres semanas en el hospital Loayza y de haber pasado tres meses sin poder caminar, Gustavo se considera un hombre afortunado, ya que ninguno de los siete perdigones de plomo que recibió le impactó en órganos vitales. Aunque los médicos solamente lograron extraerle tres de ellos de las piernas, no siente dolores insoportables. Lo que ha empezado a preocuparle en los últimos meses es el impacto de un octavo proyectil que atravesó su rodilla derecha pues recién siente un hincón en esa zona del cuerpo cada vez que intenta trotar, correr, saltar o agacharse.

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A causa del dolor ha reemplazado los deportes por noches de Netflix.
Foto: Liz Tasa

Ningún representante del gobierno se ha comunicado con él para conocer su estado de salud desde que le dieron el alta médica. Tampoco le han devuelto los setecientos soles que gastó los primeros días que estuvo internado. La sutura que tuvo a raíz de las heridas fue retirada por su hermana enfermera y los ejercicios para rehabilitarse los hizo él solo luego de que el médico le diera las indicaciones. 

Gustavo no ha vuelto al hospital porque ha preferido invertir su tiempo en impulsar su negocio que estuvo paralizado casi medio año. Desde el comienzo de la pandemia instaló su oficina en casa decidido a buscar la forma de mantenerse a flote. Si la pandemia ya había afectado su trabajo de importaciones, sus lesiones terminaron por congelarlo. Pero las ideas de negocio, de compra y venta de ropa o de equipos siguen en pie.

Gustavo es ingeniero industrial y también dicta talleres de importación. Su negocio no solo se vio afectado por su estado de salud; también el sueño de estudiar una maestría en negocios internacionales, porque a estas alturas del año los procesos de admisión han concluido. Está optimista y espera matricularse el año que viene si junta el dinero necesario.

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