Un cuerpo bañado en sangre acaba de aparecer en medio de la neblina tóxica, en el cruce de las avenidas Abancay y Nicolás de Piérola, a la altura del Centro comercial El Hueco. Apenas segundos antes, Juan Mandamiento, un fotógrafo independiente de 26 años, había estado parado en el mismo lugar registrando los ataques de la Policía. Pero fueron tantas las bombas lacrimógenas que no soportó. Le ardía tanto la cara, los ojos, y la piel que retrocedió. Apenas unos metros, pegándose hacia el frontis de El Hueco. “Sentí que podía desmayarme. Por eso no pude capturar los impactos de Jack Bryan”, cuenta Mandamiento por teléfono. De inmediato sacó su botella de agua con bicarbonato y se la esparció en la cara.
Cuando Juan levantó la vista, Jack Bryan Pintado Sánchez venía en dirección suya, cogiéndose el cuello, caminando como podía, con sus últimas fuerzas, sostenido por algunos manifestantes. Eran las 8:02 p.m. del sábado 14 de noviembre. Cual acto reflejo, Juan Mandamiento cogió su cámara y empezó a registrar los que serían sus últimos instantes con vida. “Sabía que esto podía ayudar. Cuando uno tiene tiempo fotografiando sabe qué puede ser relevante en el futuro. Pero aún me sigo cuestionando si tal vez pude hacer algo más”, lamenta.
Unos metros más allá, bajando por la misma avenida Nicolás de Piérola, el muchacho se desplomó. No resistió ni un minuto. Habían sido demasiados perdigones. Entonces comenzó a hincharse. Juan cree que falleció allí, antes de terminar la primera cuadra. Un grupo de muchachos lo cargó mientras la multitud clamaba auxilio. Pero, según Juan, los brigadistas estaban apostados muy lejos, porque habían sido los primeros en ser atacados por los efectivos policiales. Fue en la intersección con el jirón Inambari que se toparon con una brigada, y lo colocaron en el piso para que recibiera los primeros auxilios. “Eran muy noveles. A mi percepción era estudiantes. Claramente no sabían qué hacer. Pero entiendo también que ver a una persona con proyectiles entre el pecho y la cara debe haber sido muy desesperante”, señala.
Juan acompañó a Jack Bryan tres cuadras. No duda en decir que fueron las tres cuadras más largas de su vida. Los brigadistas le preguntaban si era de prensa y si tenía contactos para que la ambulancia llegara más rápido, pero no los tenía. Y por el shock ni siquiera pudo marcar algún número. Lo siguió hasta el jirón Leticia, una zona donde ya no habían manifestantes. “El lugar era peligroso. No podía arriesgarme con mis equipos. Así que regresé a la primera línea a seguir documentando”, dice.
Juan Mandamiento estuvo un buen rato más, impulsado por la adrenalina. Media hora después, cuando se puso a buen recaudo, se enteró por un grupo de WhatsApp que el muchacho que había fotografiado había fallecido. Que era el primer muerto de la Gran Marcha en contra del régimen ilegítimo de Manuel Merino de Lama. Juan atinó a coger su cámara y ver el carrete de las fotos. Le sobrevino un nuevo shock. Se dio cuenta, entonces, de lo que había registrado. Llamó a sus amigos desesperadamente, se encontró con ellos en el Hotel Sheraton y cuando los tuvo cerca, los abrazó echándose a llorar.
El 14 de diciembre, el mismo día que se cumplió un mes de la muerte de Jack Bryan Pintado Sánchez e Inti Sotelo Camargo, Juan Mandamiento decidió publicar su portafolio en sus redes sociales. “Lo he hecho porque estas cosas se tienden a olvidar, los procesos se dilatan, y la Policía está tratando de encubrirse. A medida que pasa el tiempo la llama de justicia de su familia se va apagando y si no ponemos el tema en agenda no va a avanzar”, dice con énfasis. La secuencia completa está en poder de los abogados que defienden a la familia de Jack Bryan. Gracias a sus fotos, se ha podido constatar que no murió instantáneamente al recibir los impactos.
Juan Mandamiento, quien pintó el casco de bicicleta con el que se protegió esa noche con los nombres de Inti y Bryan, está preocupado porque piensa que podría haber alguna represalia en su contra por haber compartido sus fotos libremente. “Me han escrito muchos reporteros gráficos diciéndome que tenga cuidado. Que no me asuste. Que posiblemente los ternas van a empezar buscar información de mí, pero que esté tranquilo. Es raro procesar todo esto. Espero que no me pase nada. Pero si debo tomar los cuidados necesarios los tomaré”, dice. A Juan Mandamiento le cuesta volver a las fotografías. Es tortuoso digerir el horror. Pero agradece haber estado allí. Alguien o algo lo puso allí.