Cuando las mujeres intentan acceder a la justicia, muchas veces se encuentran con prejuicios sobre lo que una víctima por violencia de género debe ser o cómo debe comportarse. Si llegan a un juicio, se les suele preguntar si les dieron motivos a sus parejas para atacarlas con ferocidad, se les cuestiona por qué callaron durante tanto tiempo las agresiones, se minimizan sus heridas porque no fueron en órganos vitales o se concluye que no hubo intención de matarlas. Hay una profunda cultura machista y una falta de formación en los jueces y juezas del Perú que llevan a que se produzcan estas situaciones.