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Trump y la COVID-19: una historia de menosprecio de su gravedad

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha dado positivo a coronavirus, es “probablemente el principal impulsor” de la desinformación sobre la pandemia en los medios de comunicación, según un informe de expertos de la Universidad de Cornell.

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El presidente de los EE.UU., Donald J. Trump, se quita un tapabocas mientras participa en el primer debate de las elecciones presidenciales de 2020 en Samson Pavilion en Cleveland, Ohio, EE.UU., el 29 de septiembre de 2020.
EFE/EPA/Michael Reynolds

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de 74 años, dio positivo a COVID-19 tras haber pasado meses subestimando la importancia de la enfermedad y reconocido que lo hizo a propósito para evitar el pánico en uno de los países ahora más afectados por la pandemia, con más de 7 millones de contagios y más de 200.000 fallecidos.

En numerosas ocasiones, Trump ha expresado sus dictámenes sobre la COVID-19, no siempre con una base científica, mientras la enfermedad avanzaba sin freno por Estados Unidos. Según un análisis de expertos de la Universidad de Cornell de Nueva York, el presidente estadounidense es “probablemente el principal impulsor” de la desinformación sobre la pandemia en los medios de comunicación.

El estudio “Desinformación del coronavirus: Cuantificación de fuentes y temas en la 'infodemia' COVID-19” analizó más de 38 millones de informaciones en inglés publicadas entre el 1 de enero y el 26 de mayo por medios de comunicación tradicionales de todo el mundo. La investigación identificó más de 1.1 millones de noticias -que representaron el 2,9 % de la conversación general sobre COVID-19- que desinformaban sobre la pandemia.

“Es especialmente notable que mientras la desinformación y las teorías de conspiración propagadas por fuentes ostensiblemente populares, como los grupos antivacuna, los oponentes al 5G y los extremistas políticos, aparecen en nuestro análisis en varios de los temas, contribuyeron mucho menos al volumen general de desinformación que actores más poderosos, en particular el presidente de Estados Unidos”, se indica en el documento.

Las menciones a Trump, observaron los investigadores, constituyen, con mucho, “el componente más grande de la infodemia”, término usado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para referirse a la “cantidad excesiva de información” que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan, en este caso sobre la pandemia.

Estas son algunas de las frases y actitudes más controvertidas de Trump respecto a la pandemia:

En enero rechazó que hubiera peligro
para Estados Unidos

El 26 de febrero, cuando responsables sanitarios avisaban que Estados Unidos debía prepararse para un aumento de los contagios y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) confirmaban el primer caso de una persona que no había viajado al extranjero ni había estado expuesta a ningún infectado, Trump restaba importancia a su posible propagación.

"Por todo lo que hemos hecho, el riesgo para los estadounidenses sigue muy bajo (...) Estamos listos para adaptarnos y prepararnos para hacer lo que tengamos que hacer si la enfermedad se expande, si es que se extiende. Como todos ustedes saben, el nivel que tenemos en nuestro país es muy bajo, y esa gente se está recuperando, o creemos que la mayoría de los casos están mejorando", indicó Trump en una rueda de prensa en la Casa Blanca.

El calor mata los virus

En febrero y marzo, conforme la pandemia se propagaba, Trump auguró que amainaría con la primavera. "El calor, hablando en general, mata este tipo de virus", subrayó el mandatario, al tiempo que sugirió que Pekín le había transmitido su confianza en que el brote disminuiría en abril.

Esta opinión la repitió en varias ocasiones, como cuando dijo en febrero: "Saben, mucha gente piensa que se irá en abril con el calor, conforme el calor vaya entrando".

Desinfectante, como posible tratamiento

En abril, el presidente provocó una gran polémica al sugerir en una rueda de prensa en la Casa Blanca que la luz ultravioleta y las inyecciones con desinfectante podrían ser un tratamiento efectivo contra el coronavirus, lo que ocasionó un aumento de las personas intoxicadas en Estados Unidos por exposición a productos químicos.

En esa intervención especuló con la idea de que se pudieran hacer tratamientos con "luz ultravioleta" y siguió con una controvertida sugerencia: "Además, yo veo que el desinfectante, que lo noquea (al coronavirus) en un minuto, un minuto, así que si hay una forma de hacer algo con eso, inyectándolo adentro (del cuerpo) o casi como una limpieza", afirmó.

"Porque ¿ven ustedes? se mete en los pulmones y genera un caos tremendo en los pulmones, por eso sería interesante investigar eso. Para eso habrá que usar a los doctores médicos, pero a mí me suena interesante", añadió.

Tras la controversia desencadenada, el presidente dejó de dar ruedas de prensa diarias sobre la COVID-19 y aseguró que hablaba sarcásticamente cuando hizo esas sugerencias.

Las propiedades milagrosas de la hidroxicloroquina

Trump defendió durante semanas las propiedades de la hidroxicloroquina y estuvo ingiriéndola durante catorce días en mayo como prevención ante la COVID-19, lo que no ha sido probado científicamente.

Trump sostuvo que ese fármaco, empleado para tratar la malaria y el lupus, ofrecía un "nivel adicional de seguridad" frente al nuevo coronavirus, pese a que no había pruebas suficientes de que funcionara como profiláctico para prevenir la COVID-19.

De hecho, según un estudio publicado a finales de septiembre en la revista JAMA Internal Medicine, tomar hidroxicloroquina a diario para prevenir un posible contagio tiene exactamente los mismos efectos que tomar un placebo.

Reconoció no haberle dado la debida
importancia al virus

Un nuevo escándalo surgió con las revelaciones hechas por el periodista Bob Woordward en su libro "Rage", tras mantener una serie de entrevistas durante el último año con Trump con motivo de la elaboración de esta obra, en las que el presidente reconocía haber minusvalorado intencionadamente la COVID-19 en sus discursos en febrero y marzo, a sabiendas de su gravedad, para que no cundiera el pánico entre la población.

Tras filtrarse en los medios algunas grabaciones de esas entrevistas antes de la publicación del libro en septiembre, Trump intentó justificarse insistiendo en que intentaba contener el "pánico" y evitar la "histeria" en los mercados.

Una difícil relación con la mascarilla

Durante meses el presidente se ha negado a llevar mascarilla en público hasta que el 11 de julio pasado lució una durante una visita al hospital militar Walter Reed, a las afueras de Washington DC.

Hasta ese momento se había negado a llevar una mascarilla en público y había puesto en duda su eficacia, lo que contradecía los consejos de las autoridades sanitarias del país.

Aun así, ha continuado criticando después el uso de este protector y el martes pasado se mofó del aspirante demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, por usarla incluso cuando no hay personas a su alrededor, durante el debate electoral que mantuvieron en Cleveland.

Con información de la Agencia EFE

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