Si antes Percy Pérez comía cinco panes en el desayuno, ahora come unos quince. En el almuerzo necesita tres menús para saciarse y durante el día toma diez litros de agua. Aún así, no logra recuperar los doce kilos de peso que perdió luego de que le redujeron el intestino delgado de seis metros a uno y medio para reconstruir las heridas que le dejó la bala que perforó su abdomen. Esta es la razón por la que su cuerpo no absorbe con normalidad los nutrientes de los alimentos y Percy siempre tiene hambre.
Cuando su mamá Elgi lo visitó en Lima, le pedía que le preparara una sopa de Ajinomen en la madrugada para sentirse mejor. Pero Percy ahora pasa la mayor parte del tiempo solo en una habitación que alquila en San Juan de Miraflores. En los últimos meses ha vuelto a fumar por la ansiedad que le provoca el encierro, pese a que le da taquicardia. No compraba cigarrillos desde que trabajaba como bartender y fumar era la única manera de mantenerse despierto en su turno de madrugada.
Percy no puede caminar tramos largos, cargar peso o hacer ejercicios como lo hacía antes de tener que usar una bolsa de colostomía por donde drenan sus heces. El proyectil que atravesó su abdomen también impactó en la vena ilíaca de su pierna derecha, lo que provoca que se le inflame cada vez que hace esfuerzo. Este joven tendrá que hacer terapia de rehabilitación por lo menos un año luego de que le realicen una cuarta operación para dejar de usar la bolsa de colostomía, que por ahora logra cambiar gracias a una donación del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El Hospital María Auxiliadora, donde recibe atención médica, no le dio ninguna pese a que requiere ocho de estos dispositivos cada mes.
Para que se concrete su operación, Percy necesita que le realicen una colonoscopia para evaluar cómo está su intestino grueso, pero ese proceso inició mal porque no le dieron los laxantes que debía tomar durante cuatro días antes de hacerle el análisis. Si no logran operarlo hasta diciembre, tendrá que gastar entre nueve mil y quince mil soles para ser atendido en una clínica. Percy siente que no puede pasar más tiempo sin hacer nada. Hizo el intento de vender cócteles por Internet pero no tuvo éxito, ya que no se ha recuperado lo suficiente para hacer entregas por la ciudad.
Percy intentó también estudiar administración de empresas en la Universidad Autónoma del Perú, gracias al beneficio (de 35% de descuento) que le consiguió el Ministerio de Educación. Pero su condición de salud no le permitió trabajar para completar el resto del dinero para pagar la pensión. Por ahora, Percy dedica su tiempo a apoyar como vocero a la asociación de víctimas en las marchas de noviembre de 2020. “Estamos pidiendo reparaciones inmediatas”, dijo en una conferencia este miércoles.
La principal demanda es la atención de su salud y apoyo económico, pues muchos necesitan terapias que no pueden costear y las secuelas les impiden trabajar o estudiar. En representación de los heridos, Percy ha pedido al Congreso que acepte la denuncia constitucional presentada contra los responsables políticos de la represión policial.