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Foto: Liz Tasa
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Los hospitales fantasmas de Puno

En agosto, los servicios de salud de Puno fueron declarados en emergencia por sus problemas de infraestructura, déficit de equipos y de personal especializado. Salud con lupa viajó a la región del altiplano y encontró que los prometidos hospitales en los distritos de Ilave, Puno y Juliaca, valorizados en más de S/ 600 millones, llevan entre 3 y 10 años sin construirse por corrupción y problemas administrativos.

Sobre un terreno del tamaño de seis canchas de fútbol debería funcionar hoy el establecimiento de salud más importante de Puno: el nuevo Hospital Regional Manuel Núñez Butrón. Sin embargo, no se ha colocado ningún ladrillo pese a que hace tres años debió haber empezado la obra en un área ubicada al sur de la ciudad, en el Centro Poblado Jayllihuaya. Allí solo se observan montículos de tierra, basura y varias franjas de moho que aparecen como un síntoma de un problema con el suelo.

A pocos metros de lo que sería el ingreso del hospital, el suelo se hunde al pasar sobre él. Durante las excavaciones, el Consorcio Hospitalario Manuel Núñez encontró agua y llevó al Gobierno Regional de Puno a un arbitraje para exigirle 20 millones de soles adicionales para continuar con la construcción en estas condiciones. En medio de esa disputa, las autoridades regionales anularon el contrato aduciendo que el consorcio presentó, durante el proceso de licitación pública para adjudicarse la obra, documentación inexacta sobre su información financiera y la experiencia profesional de sus ingenieros.

Puno es una de las regiones del país que ha postergado por más años la renovación de su infraestructura en salud para atender a una población de 1.4 millones de habitantes. Sus 15 hospitales y 487 puestos de salud se encuentran en condiciones precarias, con problemas de hacinamiento, falta de equipos y de médicos especialistas, como cardiólogos, gastroenterólogos, nefrólogos e internistas. Por eso, en agosto de 2023, los servicios de salud fueron declarados en emergencia como una medida para acelerar las obras postergadas. Sin embargo, hay varias piedras en el camino: corrupción y burocracia.

Durante la pandemia de la covid-19, los centros de salud y hospitales de Puno colapsaron por la falta de personal médico, camas de hospitalización, unidades de cuidados intensivos y plantas de oxígeno. Sin embargo, no se hicieron inversiones extraordinarias para mejorar la capacidad de atención de los usuarios. A comienzos de este año, durante la crisis humanitaria por la violencia policial que terminó con 18 personas muertas y decenas de heridos en Juliaca, los establecimientos de salud tampoco pudieron responder a las circunstancias, lo que hizo que varios lesionados de gravedad tuvieran que ser trasladados a hospitales de otras regiones.

En un gesto de reconciliación, la presidenta Dina Boluarte anunció durante su mensaje por Fiestas Patrias que la construcción del Hospital Regional Manuel Núñez Butrón sería una prioridad en su gestión. Han pasado dos meses y el lugar aún luce abandonado. Solo dos vigilantes se encargan de cuidar los contenedores y la infraestructura de fierro apilados al interior del terreno y rodeados por una cerca de madera y cartón.

Mientras la obra valorizada en 329 millones de soles está paralizada con un avance físico que no llega al 1%, cientos de pacientes tienen que ser atendidos en el antiguo Hospital Regional Manuel Núñez Butrón, pero este establecimiento está en ruinas. Su infraestructura de casi seis décadas es obsoleta, varios de sus equipos están malogrados y faltan 80 médicos especialistas. Cuando las temperaturas descienden al máximo en el Altiplano, el hospital colapsa porque su personal no puede atender a todos los pacientes que llegan por infecciones respiratorias agudas.

La construcción del nuevo hospital regional sería un alivio para la población porque debería contar con 213 camas de hospitalización, 64 camas de cuidados intensivos, 55 consultorios médicos, 7 salas de operaciones y otros servicios que beneficiarán a todo Puno. Sin embargo, la corrupción y las deficiencias al momento de elaborar los expedientes técnicos han sido los principales impedimentos para su avance. El 2021, por ejemplo, la Contraloría General de la República detectó que 40 funcionarios del Gobierno Regional de Puno cometieron irregularidades entre el 2013 y 2020 para otorgar la buena pro de la obra.

Recientemente la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y el Gobierno Regional de Puno suscribieron un convenio para analizar el suelo y validar si la construcción puede continuar allí o se necesita cambiar de ubicación. Si el nuevo hospital requiere ser construido sobre otro terreno, pasarán muchos años más antes de su inauguración porque todos los estudios técnicos empezarán de nuevo. Mientras tanto, el Gobierno Regional de Puno y el Programa de Inversiones en Salud (Pronis) evalúan la posibilidad de que la obra se ejecute bajo el mecanismo de gobierno a gobierno.

El nuevo Hospital Regional Manuel Núñez Butrón no es la única obra con problemas: el Hospital de Apoyo de Ilave y el Hospital Materno Infantil de Juliaca son obras que también han quedado inconclusas y han pasado por las manos de varios gobernadores. Juntas están valorizadas en más de 600 millones de soles.

Yeni Maquera tiene que viajar más de una hora en auto, desde su natal Ilave, para llegar a su cita en el área de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Regional Manuel Núñez Butrón. Espera dos horas para ser atendida y cuando por fin logra ingresar al consultorio es ignorada. El médico que la atiende no revisa los exámenes de rayos x que Yeni tiene en sus manos, tampoco le pregunta si siente dolor ni qué medicamentos está tomando. Solo le da unas hojas para que las fotocopie, las complete y se las entregue. Su primera terapia será en un mes y cuando asista recién le brindarán más detalles de las sesiones.

Esta estudiante de enfermería, de 22 años de edad, tiene una desviación en la columna vertebral por una caída que sufrió en agosto del año pasado y que la dejó sin caminar durante varias semanas. No pudo atenderse por emergencia en el Hospital de Ilave, ubicado a solo unos minutos de su casa, porque allí le dijeron que carecían de especialistas. Este establecimiento tiene cuarenta años de antigüedad y parece haber sido adaptado sobre un coliseo. En el centro se encuentra el patio y en los alrededores del primer y segundo piso, los consultorios. El poco mobiliario que tiene está desgastado.

Por el golpe en su columna, a Yeni la tenían que haber referido al nuevo Hospital de Apoyo de Ilave, pero no fue así porque la obra lleva en construcción seis años, pese a que debió terminarse el 2019. Sus instalaciones con unidades de cuidados intensivos y salas de operaciones, valorizadas en 162 millones de soles, hubieran sido de gran ayuda para atenderla y también durante la pandemia de la covid-19 que cobró la vida de tres mil personas en la región. Muchos fallecieron por falta de camas de hospitalización y oxígeno.

La construcción de este hospital empezó en junio de 2017, pero la obra tiene apenas un 20% de avance porque ha sido paralizada en varias oportunidades. En mayo de 2021, por ejemplo, el Gobierno Regional de Puno anuló el contrato con el Consorcio Altiplano porque no cumplió con colocar a profesionales capacitados para su ejecución.

El Consorcio Altiplano tenía que devolver 40 millones de soles que recibió como adelanto para la construcción del hospital, pero ha entregado menos de 5 millones de soles. En medio del conflicto, el Gobierno Regional de Puno reinició la obra en marzo de 2022 bajo la modalidad de administración directa con el fin de terminarla en mayo de este año, pero no fue terminada. De acuerdo con una comisión investigadora del Congreso, las fallas en la elaboración del expediente técnico han complicado su avance.

El ingreso a lo que será el nuevo Hospital de Apoyo de Ilave está cubierto por latones que el personal retira para ingresar y salir de la obra. De lejos, se les observa colocando ladrillos y tarrajeando algunas paredes en los tres pisos de la infraestructura levantada. El Gobierno Regional de Puno estima terminar la obra en febrero de 2024, pero al ritmo en que avanzan los trabajos esa posibilidad se ve lejana.

Sin alternativas para tratarse en el sector público y cerca de su hogar, los padres de Yeni la llevaron a una clínica local donde la atendieron hasta inicios de este año, cuando ya había recuperado su movilidad. Allí los médicos le indicaron que debe seguir terapias de rehabilitación, pero no cuenta con el dinero suficiente para pagarlas. Por ello, sacó una cita en el Centro de Salud Metropolitano de Ilave donde realiza su residencia como enfermera y desde allí fue referida al Hospital Regional Manuel Núñez Butrón.

Los pacientes como Yeni que requieren tratamientos complejos son derivados a hospitales de mayor complejidad en la región Puno. Los casos más graves son tratados en Arequipa, Lima u otras regiones, pero no todas las referencias son inmediatas y el tiempo es valioso para cada uno.

La tarde del 3 de septiembre de 2022, Karen Ticona dio a luz en la Clínica Internacional Nacer del distrito de Juliaca, en Puno. A eso de las ocho de la noche empezó a sangrar y los médicos la enviaron al Hospital Carlos Monge Medrano, pero en el camino la joven falleció. Cinco días después en el mismo hospital murió Elena Suasaca tras dar a luz. Estuvo internada en la unidad de cuidados intensivos donde falleció por un daño renal y alta presión arterial.

La región Puno ha reportado que 63 mujeres embarazadas murieron en clínicas, establecimientos públicos de salud y en sus casas entre el 2019 y lo que va de este año. Más de la mitad sufrió trastornos hipertensivos y hemorragias antes del parto. De acuerdo con la Dirección Regional de Salud de Puno, estas muertes maternas podrían estar relacionadas a los problemas de falta de personal y de equipos médicos especializados para auxiliarlas.

Las obras del Hospital Materno Infantil del Cono Sur empezaron hace diez años, pero aún no concluyen. Este servicio que mejoraría la atención de las gestantes y los recién nacidos se empezó en un terreno en la urbanización Taparachi, en Juliaca. En teoría, debe contar con 130 camas hospitalarias, 24 incubadoras, dos quirófanos y otros servicios distribuidos en sus tres plantas. Sin embargo, pasan los años y cada vez aparecen más obstáculos que impiden la entrega del hospital, cuyo presupuesto supera los 119 millones de soles.

La construcción se encuentra ahora al 40% y tiene muchas deficiencias: la Contraloría General de la República ha encontrado aberturas en las paredes de concreto y en las vigas de diferentes áreas del hospital, que podrían generar el pronto deterioro de las instalaciones y poner en riesgo a los pacientes. También halló filtraciones en los tanques cisternas, una antena de telecomunicaciones desprendida de su anclaje, pegamento, cemento y solventes vencidos, y varillas de acero oxidadas.

El Consorcio Hospitales del Sur es responsable de las obras que empezaron en abril de 2014. Pero al poco tiempo hubo demoras en su avance por irregularidades en el expediente técnico y retrasos en la adquisición de los materiales. Su ejecución y supervisión está a cargo ahora de la Gerencia Regional de Infraestructura y de la Oficina de Supervisión y Liquidación de Proyectos del Gobierno Regional de Puno, pero tampoco hay avances. En esta edificación de amplias ventanas y paredes blancas debería haber decenas de personas trabajando, pero al interior solo hay un vigilante y un par de obreros.

Para llegar en auto al Hospital Materno Infantil del Cono Sur, en Juliaca, se tiene que recorrer un camino de trocha que dificultaría el traslado de cualquier ambulancia o de un paciente que busca llegar a emergencia por su cuenta. La obra está rodeada de arena, piedras y ladrillo. Los únicos que por ahora hacen este viaje son los usuarios de un centro de salud mental comunitaria que se ubica al lado.

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