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‘No tenemos mucho tiempo para cambiar’: científicos advierten sobre la lentitud del combate contra el cambio climático

Un grupo de países ha logrado progresos respecto al cambio climático. Pero todavía avanzamos peligrosamente hacia el calentamiento planetario, a menos de que esos esfuerzos se aceleren de manera drástica.

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La próxima semana, cuando los líderes de todo el mundo se reúnan en Glasgow, Escocia, para una cumbre climática crucial de las Naciones Unidas, la atención se centrará en cuánto más se calentará la Tierra y cómo lograr que esa cifra sea lo más pequeña posible.

Hemos calentado el planeta 1,1 grados Celsius desde la Revolución industrial, en su mayor parte quemando carbón, petróleo y gas natural para obtener energía y talando bosques, los cuales sirven para absorber las emisiones que calientan el planeta y que se crearon debido al uso de combustibles fósiles. Ya estamos pagando un precio alto: tan solo este año, hubo olas de calor intenso que cobraron la vida de cientos de personas en el noroeste del Pacífico, inundaciones que devastaron Alemania y China e incendios forestales que se propagaron fuera de control en Siberia, Turquía y California.

Entonces, ¿qué tan caliente se pueden poner las cosas?

Para saberlo, los científicos de Climate Action Tracker, un grupo de investigación, analizan con frecuencia todas las políticas sobre el clima y la energía que han promulgado los países de todo el mundo. Luego, calculan el efecto de esas políticas en las emisiones futuras de gases de efecto invernadero y cuánto aumento de temperatura puede esperar el mundo.

Es una simple medida del progreso que se ha logrado hasta la fecha en el combate contra el cambio climático. Y los datos ofrecen razones para sentir tanto esperanza como alarma.

Cómo mejoraron las cosas

En 2014, Climate Action Tracker estimó que el mundo iba en camino a alcanzar casi 4 grados Celsius de calentamiento para 2100, en comparación con los niveles previos a la Revolución industrial.

Desde hace tiempo, el calentamiento de 4 grados se ha considerado como el peor escenario posible. Una evaluación del Banco Mundial exploró los riesgos, como el de una pérdida de cosechas a nivel mundial, y concluyó sin rodeos que llegar a 4 grados es una posibilidad que “no se debe permitir”.

Sin embargo, este año, Climate Action Tracker retrató un panorama más optimista porque los países han comenzado a tomar más medidas para frenar sus emisiones. Con las políticas actuales, el mundo llegaría más o menos a los 2,9 grados Celsius de calentamiento para 2100 (ese es el mejor escenario; el rango potencial está entre 2,1 y 3,9 grados Celsius).

El martes, las Naciones Unidas divulgó su propio análisis sobre los esfuerzos para enfrentar el cambio climático y llegó a conclusiones similares en términos generales.

“Ha habido un cambio genuino durante la última década”, dijo Niklas Höhne, climatólogo alemán y socio fundador de NewClimate Institute, una entidad creada por Climate Action Tracker. “Se puede decir que el progreso ha sido demasiado lento, que sigue sin ser suficiente y coincido con todo eso. Pero sí se ve un movimiento real”.

Hay varias razones que explican los cambios en el pronóstico.

En 2015, 195 naciones firmaron el Acuerdo de París, el cual por primera vez les exigió a todos los países que presentaran un plan para detener las emisiones. Aunque los planes fueron voluntarios, sirvieron para incentivar nuevas medidas: la Unión Europea intensificó los límites de las emisiones industriales. China e India aumentaron sus iniciativas de energías renovables. Egipto redujo los subsidios para los combustibles fósiles. Indonesia comenzó a implementar medidas enérgicas en contra de la deforestación ilegal.

Sin embargo, también hubo retrocesos. El gobierno de Donald Trump revocó algunas de las políticas climáticas más importantes. La deforestación en Brasil aumentó bajo su actual presidente, Jair Bolsonaro.

Pero, en general, los países están haciendo más cosas que hace una década.

Igual de importante es que la energía limpia haya avanzado con mucha más rapidez de la que se había predicho. Hace una década, los paneles solares, las turbinas de viento y los vehículos eléctricos a menudo eran consideradas tecnologías exclusivas, demasiado caras para el uso generalizado. Sin embargo, los costos se han desplomado.

En la actualidad, la energía solar y eólica son las nuevas fuentes de electricidad más baratas en la mayoría de los mercados. Las ventas de los vehículos eléctricos están estableciendo récords. Automotrices, como Ford y General Motors, se están preparando para reducir poco a poco las ventas de autos impulsados por gasolina en los próximos años.

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Al mismo tiempo, la energía del carbón, una de las principales fuentes de emisiones, ha comenzado a menguar. Hace una década, China e India estaban construyendo nuevas centrales eléctricas impulsadas por la quema del carbón casi cada semana. Sin embargo, ahora que las alternativas de energías más limpias han mejorado y los activistas ambientalistas incrementan la presión sobre los bancos y los gobiernos para detener el financiamiento a la explotación del carbón, ese avance se ha ralentizado; después del Acuerdo de París, un estudio reciente encontró que se ha cancelado el 76 por ciento de las propuestas para las nuevas plantas impulsadas por carbón.

Todo esto ha hecho una diferencia. Entre 2000 y 2010, las emisiones a nivel mundial aumentaron, en promedio, un tres por ciento al año. Sin embargo, entre 2011 y 2019, las emisiones se incrementaron con más lentitud, a casi el uno por ciento anual.

Ahora, la Agencia Internacional de la Energía proyecta que las emisiones mundiales de dióxido de carbono podrían alcanzar un máximo a mediados de la década de 2020, para luego comenzar a bajar poco a poco.

Esto ubicaría al mundo en un rumbo que le permita calentarse poco menos de 3 grados para 2100, aunque aún no se sabe si las políticas actuales funcionarán como están planeadas y cuán susceptible es el clima de la Tierra a nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, los científicos advierten que esa cifra no es motivo de celebración. En efecto, 3 grados es mucho menos catastrófico que 4 grados. Pero es muy peligroso.

Pensemos en las inmensas capas de hielo sobre Groenlandia y el oeste de la Antártida, las cuales en conjunto pueden contener suficiente agua como para aumentar los niveles del mar en el mundo casi 12 metros y hundir muchas de las grandes ciudades costeras del planeta. Hace poco, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático advirtió que, si se mantenían los niveles de calentamiento global entre 2 y 3 grados, esas capas de hielo podían derretirse de forma irreversible durante miles de años hasta casi desaparecer por completo, lo que condenaría a las futuras generaciones a un aumento significativo e incesante del nivel del mar en los siglos por venir.

“Sabemos que son puntos de inflexión importantes en el sistema climático y, una vez que los dejemos atrás, será demasiado tarde para revertirlos”, opinó Andrea Dutton, climatóloga de la Universidad de Wisconsin-Madison y coautora de un estudio que reveló que un incremento de 3 grados que podría provocar un salto abrupto en la tasa de derretimiento antártico en 2060.

Promesas en papel

A medida que los gobiernos han abierto los ojos frente al peligro, han prometido hacer más. No obstante, hasta el momento, sus promesas a menudo solo quedan en papel.

Antes de la cumbre de Glasgow, al menos 140 países han actualizado de manera formal sus planes para controlar las emisiones hasta 2030, según el Instituto de Recursos Mundiales. Estados Unidos y la Unión Europea se comprometieron a realizar recortes más profundos. Argentina y Sudáfrica prometieron ralentizar el crecimiento futuro del uso de combustibles fósiles. Sin embargo, otros emisores importantes, como China e India, todavía no han actualizado de manera formal sus planes a corto plazo.

De acuerdo con Climate Action Tracker, si los países cumplen estas nuevas promesas, el mundo podría encaminarse a mantener el calentamiento en unos 2,4 grados Celsius para 2100, aunque las temperaturas seguirían aumentando a partir de esa fecha.

No obstante, esa es una suposición muy optimista.

Todavía hay muchos compromisos que no tienen el respaldo de políticas concretas y no todos los países están encaminados hacia esas metas. Un estudio reciente de Rhodium Group reveló que, aunque el gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, implemente un paquete de medidas para el clima de gran envergadura —entre ellas, cientos de miles de millones de dólares en inversiones para energías limpias que siguen atascadas en el Congreso— y cada uno de los estados del país adopte reglas más restrictivas, Estados Unidos apenas podrá seguir el camino trazado para cumplir sus objetivos.

Y esa no es la parte más difícil. En los últimos años, más de 50 países más la Unión Europea se han comprometido formalmente a lograr emisiones netas cero, que es esencialmente una promesa de dejar de emitir gases de efecto invernadero por completo para una fecha determinada. Estados Unidos dijo que cumpliría esa meta en 2050. China dijo que se esforzará para llegar a ese nivel en 2060.

En teoría, esos objetivos podrían tener un impacto poderoso. Climate Action Tracker estima que si todos los países cumplieran su compromiso de emisiones netas cero, el mundo podría limitar el calentamiento a unos 2 grados Celsius para finales de siglo.

Pero estos planes requerirían reducciones extremadamente rápidas en el uso de combustibles fósiles de las plantas de energía, fábricas y vehículos, así como también el desarrollo de tecnología potencialmente nueva para extraer el dióxido de carbono de la atmósfera. Muchos de esos objetivos siguen siendo aspiraciones y la mayoría de los gobiernos aún no han establecido planes factibles para alcanzarlos.

“Puede ver el vaso medio lleno o medio vacío”, dijo Höhne. “Una parte de la historia es que los países tienen buenas intenciones y están enviando las señales adecuadas a los inversionistas. La otra parte es que ninguno de los países que se han comprometido a llegar a cero tiene suficientes políticas a corto plazo para que eso se pueda lograr”.

El estrecho camino del futuro

Aunque durante la última década la humanidad ha reducido de modo gradual el problema del clima, los científicos también han progresado. Y sus hallazgos son nefastos: han recabado evidencia más sólida en torno al grave daño que pueden provocar incluso los aumentos pequeños de temperatura.

En otras palabras, el objetivo se ha alejado.

Cuando se firmó el Acuerdo de París, las naciones accedieron a mantener el calentamiento global “muy por debajo” de los 2 grados Celsius y a hacer un esfuerzo de buena fe para quedarse en 1,5 grados. Sin embargo, en los años posteriores, un montón de estudios han revelado que 2 grados de calentamiento es mucho más perjudicial que 1,5 grados.

Ese medio grado adicional suena a poco, pero podría implicar que decenas de millones más de personas en todo el mundo queden expuestas a fenómenos mortales como las olas de calor, la escasez de agua e inundaciones costeras. Medio grado puede ser la diferencia entre un mundo con arrecifes de coral y hielo marino en el verano ártico y un mundo sin ellos.

“Con solo 1 grado de calentamiento, ya estamos viendo que ciertos sistemas sociales son más vulnerables a la interrupción de lo que pensábamos antes”, dijo Joeri Rogelj, director de investigación del Instituto Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente del Imperial College de Londres.

En respuesta a esa situación, un número creciente de líderes mundiales, incluido el presidente Biden, han dicho que el mundo debería mantener un calentamiento de 1,5 grados, aunque algunos países como China e India no han adoptado ese objetivo más estricto.

Sin embargo, 1,5 grados es un objetivo mucho más difícil de lograr que 2 o 3 grados. No está ni cerca de ser suficiente para llegar al máximo de emisiones mundiales en los próximos años y luego bajar poco a poco. En cambio, las emisiones de combustibles fósiles en el mundo tendrían que caer casi a la mitad esta década y luego llegar al nivel cero de emisiones más o menos en 2050.

Este año, la Agencia Internacional de la Energía trazó un mapa sobre ese posible panorama. Para 2030, los vehículos eléctricos tendrían que ser más de la mitad de las ventas de autos nuevos a nivel mundial, en comparación con el cinco por ciento de la actualidad. Para 2035, los países ricos tendrían que cerrar casi todas las centrales eléctricas impulsadas por combustibles fósiles y moverse a tecnologías más limpias como la eólica, la solar y la nuclear. Para 2040, se tendrían que haber retirado todas las plantas de carbón que queden en el mundo o modernizado con tecnologías que capturen sus emisiones de carbono y enterrarlas bajo tierra. Serían necesarias nuevas tecnologías para limpiar sectores como el del transporte aéreo.

La agencia estima que las políticas actuales en todo el mundo producirán solo una quinta parte de los recortes necesarios en esta década para mantenerse en el camino de 1,5 grados. Sin una aceleración rápida e inmediata de las medidas, ese objetivo climático podría estar fuera del alcance en unos pocos años.

“El camino es muy estrecho”, comentó Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía. “En realidad, no tenemos mucho tiempo para cambiar de rumbo”.

Las naciones han comenzado a progresar en el tema del cambio climático. Sin embargo, seguiremos yendo hacia un calentamiento peligroso a menos que haya una aceleración drástica de esos esfuerzos.


© 2021 The New York Times Company

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