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Inyección de esperanza: los primeros vacunados

Once meses y 42 mil muertos después, los primeros peruanos fueron inmunizados contra el Covid-19. Los primeros, cómo no, fueron los médicos, aunque el proceso no ha estado exento de quejas. La distribución de la vacuna de Sinopharm ha llegado a 25 ciudades en sus dos primeros días.

El primer médico peruano que murió infectado por Covid-19 lo hizo en el anonimato. Apenas unas siglas en un comunicado de prensa de dos párrafos del Ministerio de Salud el 8 de abril de 2020. W.A.B.C. se contagió trabajando en un centro de salud de San Juan de Lurigancho, el distrito más poblado de la capital. El Perú no había cumplido su primer mes de cuarentena y ya registraba 121 fallecidos. La muerte de W.A.B.C quebró un cristal: los médicos también podían morirse.

En un sistema de salud precario como el nuestro, cada baja ha significado un vacío irreparable. Un profesional menos para contener y salvar. El SARS-CoV-2 ha acabado con la vida de 298 médicos y 125 enfermeras hasta la fecha. A diferencia de W.A.B.C., los gremios de las distintas organizaciones de la salud se dieron cuenta, con el tiempo, que el mejor homenaje es la memoria y a través de sus distintas redes sociales visibilizaron a la mayoría de sus colegas.

El martes 9 de febrero de 2021, cuando Josef Vallejos, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Arzobispo Loayza, se remangó la camisa para recibir el pinchazo de la vacuna de Sinopharm, más de cuarenta médicos en el Perú luchaban por su vida en una cama UCI. Por eso la esperanza. Un médico vacunado es un paciente menos. Una cama que se libera para alguien más. Y a su vez una persona que velará por muchas otras.

Liz Gómez Quispe, la enfermera que vacunó al presidente Francisco Sagasti, ha sentido mucha impotencia durante estos meses por no haber estado de cerca de sus colegas fallecidos. “Aprendí que detrás de un camino oscuro siempre hay una luz. La esperanza es muy importante. No debemos bajar la guardia”, dice no sin antes dedicarle unas palabras a su familia. “Mis padres, mi esposo y mis hijos saben cuánto amo esta profesión. Este era el momento preciso para no dejar de lado mi vocación”, cuenta Gómez, quien trabajó durante 16 años en el puesto de salud de Marcapomacocha en Yauli, Junín y ahora lo hace en el centro de salud Santa Rosa de Sacco, un distrito de la misma provincia.

Es la misma vocación la que ha sostenido a Jackson Shuña Ramírez, un enfermero del pueblo achuar que despliega sus esfuerzos en Nauta, Loreto, departamento donde la semana pasada se confirmó la aparición de la variante brasileña del SARS-CoV-2. “El año pasado me separé de mi hijito por 28 días y él se dio cuenta. Eso fue lo que más me conmovió. Y lo peor es que, al regresar, no podía abrazarlo”, dice. Cuando a Shuña le comunicaron que sería uno de los primeros vacunados del país no tuvo con quién compartir su felicidad. Se encontraba solo. Ahora, de vuelta en Loreto podrá compartir tiempo con su hijo con menos temor y preocupación.

Los enfermeros han tenido un papel destacado a lo largo de nuestra historia. En los años sesenta asumieron con éxito una campaña masiva de vacunación contra la polio. En 1967 ocurrió el pico de la campaña: 3 mil profesionales lideraron las jornadas en 878 puestos de salud. A finales de la primera década de este siglo, la gripe AH1N1 puso en vilo al país. En aquella oportunidad, 20 mil enfermeras consiguieron vacunar a tres millones de peruanos en apenas tres meses. Pero la campaña que rompió todos los esquemas sucedió en el 2006, cuando se logró inmunizar a 20 millones de personas contra el sarampión y la rubeola en tan solo 45 días. Para el actual proceso, según el Minsa, se han dispuesto 25 mil vacunadores.

“Con la vacunación evitamos llegar a la etapa más grave, al nivel de cuidados intensivos. Logramos que la enfermedad solo sea leve y con ello ayudamos a que el virus se limite y no se propague tal como lo está haciendo en estos momentos”, señala la doctora Grace Escobedo, auditora de la Clínica Ricardo Palma, quien se encarga de coordinar la atención de los pacientes con Covid-19 desde que ingresan hasta que los dan de alta. Hospitalización, equipos adicionales, procedimientos, paso a UCI. Todo lo que se requiera.

La vacuna es un escudo que evitará que el virus se extienda, pero sobre todo menguará la letalidad del virus. El capitán Raúl Porras, médico cirujano a cargo de la jefatura del área de Emergencias en el Hospital Militar Central, comparte ese sentir. “Permitirá que podamos seguir atendiendo a nuestros pacientes con mayor seguridad y confianza. Es parte de un gran avance en el control de la enfermedad, pues ayudará mucho a reducir las formas severas y de manera progresiva a reducir el número de casos”.

Las Fuerzas Armadas trasladaron las vacunas de Sinopharm al interior del país. Once itinerarios de vuelo repartidos entre ayer y hoy. El martes las ciudades donde llegó la vacuna fueron Ica, Huacho, Cajamarca, Jaén, Chachapoyas, Ayacucho, Jauja, Cusco, Andahuaylas, Huánuco, Anta y Chimbote. Mientras que hoy la jornada prosiguió en la costa y parte de la selva: Tumbes, Piura, Chiclayo, Trujillo, Tacna, Moquegua, Arequipa, Iquitos, Pucallpa, Puerto Maldonado, Juliaca, Tarapoto y Yurimaguas. Es decir, 25 ciudades en dos días.

“Estoy seguro que este es el inicio para por fin terminar con esta terrible pesadilla que es la COVID-19”, dice el Mayor Julio Cano Loayza, médico intensivista de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Central de la Policía Nacional. Enfrentar a un enemigo desconocido e invisible es un acto de fe. Gladys Isla, coordinadora de las campañas de salud en Sisol Salud que durante el 2020 realizó 81 mil pruebas de descarte, considera que haber sido elegida para recibir la inmunización “es una bendición de Dios”.

Según cifras oficiales en el primer día, 3 mil 449 peruanos recibieron la dosis de Sinopharm. Hay que recordar que se trata de la primera dosis. Y que la segunda se llevará a cabo tres semanas después. Para esta primera fase se han considerado a 141, 367 personas. De ellas, 98, 728 pertenecen al Ministerio de Salud y los Gobiernos regionales. De Essalud son 32,247 mientras que 5,921 personas son de las clínicas privadas. Continúan las Fuerzas Armadas con 3,734 y la Policía Nacional con 737 elementos.

El Perú es de los poquísimos países que ha creado un mapa virtual para monitorear las jornadas de vacunación en tiempo real. Aunque el proceso no ha quedado exento de críticas ni reclamos. Hoy no solo se produjeron largas colas sino quejas de que la vacuna no ha llegado a todo el personal de salud que estaba establecido.

A pesar de ello, los médicos están recuperando la confianza. Se sienten protegidos para seguir protegiendo. La partida de W.A.B.C. y de tantos otros no ha sido en vano. Una chispa de esperanza se ha encendido.

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